Adnan Kashoggi de Arabia Saudita, uno de los hombres más ricos del mundo. Este multimillonario estuvo implicado en el tráfico de armas y en 1983 fundó una compañía menor que se dedicaba a gas y petróleo, la llamó Barrick.
Por aquellos años se relacionó con Peter Munk, descendiente de una millonaria familia húngara, Munk fue denunciado por lavado de dinero en Inglaterra, Canadá y EE.UU. En 1987 Kashoggi le vendió a Munk las acciones de la, hasta entonces desconocida, Barrick.
El gas y el petróleo fueron desplazados por el oro cuando Barrick compró una ignorada mina en Estado Unidos. En manos de Munk, la compañía que estaba valuada en 46 millones de dólares en 1983, pasó a cotizar 6500 millones diez años después. Se asentaba en el mundo Barrick Gold.
Gobernar para Barrick
América Latina fue uno de los destinos elegidos por Barrick Gold. A cambio de apoyar campañas electorales o golpes de estado, Munk fue conquistando leyes hechas a medida con las que desembarcó en decenas de países, instalando lo que se conoce como minería a cielo abierto. Un emblema de saqueo, contaminación y sumisión en la pobreza de cientos de pueblos.
En los años 90 llegó a la Argentina. En 1997 los presidentes Menem y su par chileno Frei, firmaron un acuerdo bilateral llamado Tratado de Integración y Complementación Minera, que habilitó lo que se conoce como una “zona franca minera”. 5000 km de frontera común, a ambos lados de la cordillera de Los Andes, liberados para que Barrick Gold pueda explotar ilimitadamente. El entonces gobernador de San Juan, José Luis Gioja, operó como un agente necesario de la minera para acelerar su desembarco.
La legislación favorable a las mineras fue financiada por bancos como el BID, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El Estado argentino colaboró con una insólita ley que prohíbe al propio Estado la explotación de yacimientos mineros en territorio nacional, pero permite que sí lo hagan empresas privadas. Una verdadera entrega.
Todos los gobiernos que siguieron se arrodillaron ante Barrick. Con el kirchnerismo la minera mantuvo sus privilegios y fue premiada con estabilidad fiscal por 30 años, sin afectar sus beneficios. Además, el kirchnerismo garantizó las fuerzas represivas contra los pueblos cordilleranos cada vez que se plantaron frente al saqueo y la contaminación.
Macri asumió y corrió a quitarle las retenciones. Puso en su gabinete a lobbistas mineros declarados. Para la Subsecretaria de Desarrollo Minero eligió al sanjuanino Mario Capello. Un radical que no se diferencia del peronista Gioja cuando de defender los intereses de Barrick se trata. Luego del derrame de 2015 en su provincia, fue consultado por el cianuro en humanos y sus consecuencias, “no hay riesgos, es como consumir sal”, declaró.
El agua vale más que el oro
En San Juan, Barrick opera en Veladero donde extrae oro. Allí produjo varios derrames de millones de litros de cianuro en la cuenca de los ríos. Gioja y su sucesor, el actual gobernador Sergio Uñac, sólo le aplicaron insignificantes multas. Pero hay más. Barrick instaló la minera sobre zona periglacial, es decir sobre las reservas de agua para el futuro. La Ley de Glaciares prohíbe la minería en estos ambientes, pero nuevamente Munk cuenta con viento a favor. El organismo encargado de hacer el inventario de glaciares lleva años sin finalizar el recuento y la ley aún no puede aplicarse.
Actualmente esta denuncia tomó fuerza, luego del último derrame de magnitudes desconocidas del pasado 8 de septiembre.
Además, la provincia cuyana está en emergencia hídrica. Por sus características desérticas el agua es un recurso esencial para la vida. Mientras la comunidad de Jáchal raciona obligatoriamente cada gota que sale de la canilla, Barrick utiliza 9 millones de litros de agua por día en la mina.
Resistencia y lucha anticapitalista
Barrick Gold declaró que en el primer trimestre de este año sus ganancias fueron de 57 millones de dólares. Miles de toneladas de explosivos; millones de litros de agua; contaminación de ríos, flora y fauna; pueblos pobres; legislación a medida y gobiernos cipayos son necesarios para lograr esa cifra.
Cientos de familias, como sucede actualmente en Jáchal, resisten ser condenados al aislamiento y la pobreza.
Por ellos y por las generaciones futuras. La defensa de los recursos naturales o bienes comunes es inseparable de una pelea mayor por una sociedad donde la economía no esté basada en lucro y la ganancia de una minoría parásita como los dueños de Barrick, sino en el interés de los trabajadores y el pueblo donde la convivencia con la naturaleza se desarrolle en armonía. |