El día Lunes por la tarde se reunieron entre docentes y estudiantes en la Plaza Pappo, ubicada en el barrio Villa Mitre. Fueron más de 100 entre alumnos y profesores los que llevaron adelante una clase pública para contar por qué están rechazando la reforma educativa en la modalidad CENS.
Fernanda, la directora, inició la clase pública explicando el surgimiento de estas escuelas “En la década del 70 los Cens surgen como una microexperiencia, para tratar de acercar las políticas de Estado, toda las acciones que el gobierno lleva a cabo desde el poder; estas políticas de Estado intentaban acercar organismos estatales con organizaciones intermedias sociales (los clubes, los hospitales, las fábricas, los sindicatos, todos aquellos lugares donde la gente participaba). La gente iba a estos lugares donde además de trabajar, estudiaba. Esta experiencia fue evolucionando, en ese momento eran 60 Cens, ahora son más de 90. Hubo un crecimiento en la década del 70 y luego otro en la década del 90, en los barrios; el cens 86 forma parte de este proyecto de los 90. Los cens nacen con la flexibilidad de tener menos materias, pero no para que se aprenda menos, sino para adecuarse al mundo de los adultos. Y otra característica es la participación, el adulto participa de su propia escolaridad”.
Y concluyó “la idea es que pensemos entre todos hacia dónde están yendo estas escuelas. Si bien las políticas vienen de arriba nosotros podemos participar, nosotros tenemos esa impronta participativa. Pensemos hacia dónde van estas políticas donde hay un corte enorme de presupuesto, la escuela recibe 4000 pesos, mucho menos de lo que ustedes reciben por beca, ¿qué se puede hacer con 4000 pesos en una escuela?”
Mientras los alumnos colgaban sus carteles y se iban arrimando entre mates y algo para compartir, Javier, profesor del colegio, tomó la palabra “A partir de la nota publicada en La Izquierda Diario sobre los Cens , la idea es pensar si el mercado de trabajo es el determinante de lo que se estudia o de las disciplinas que se desarrollan en los Cens, es decir, se demanda niveles de educación o disciplinas que se estudian en la escuela en relación con lo que el mercado de trabajo pide, y si ajustamos eso la educación pierde la posibilidad de ser más amplia, de ser para la vida y no sólo para el trabajo; la reforma va en la línea de estudiar sólo para el mundo del trabajo. Concluyó afirmando “el trabajo es una parte de la vida, no es toda la vida”.
Una docente, planteó la necesidad del gobierno, tomando las bases de leyes del gobierno anterior, de cambiar la modalidad presencial a una semipresencial. Lo enmarcó en un conjunto de medidas que vienen demostrando una política de ajuste en su conjunto. “Por ejemplo recibimos en el cens 16 viandas por curso, muy inferior a lo que necesitamos por curso; en paralelo con eso se dio la reducción de módulos que se usan para hacer determinados proyectos dentro de la escuela, que son las tutorías, pasó de 180 horas cátedra a 30, lo que implica que en varios cursos falten tutores”.
Por su parte los estudiantes expresaron que el CENS les daba la posibilidad de comprender con más facilidad cada materia, con la explicación de los profesores personalmente. “A muchos se nos complicaría, por ejemplo Adultos 2000, no tenés un profesor que te guíe, que te acompañe todos los días. Si no concurrimos al Cens el grupo de alumnos se va a reducir y es posible que al Cens lo cierren y no queremos eso”. Otros expresaron que la presencialidad permitía la interacción entre ellos “Las diferencias de edades entre nosotros enriquece la comunicación”. Además “En el CENS perdemos el miedo a hablar” expresó uno de los alumnos que conmovió a los docentes y compañeros presentes. |
