El 21 de septiembre desaparecieron Janet Zapata de 29 años y Julieta González de 21. Los familiares y amigos salieron a buscarlas y el lunes 26, ante la falta de respuestas, se movilizaron en el Corredor del Oeste para exigir a las autoridades que actúen.
Horas después, en un descampado de El Algarrobal, en Las Heras, aparecía enterrado el cuerpo de Janet, madre de una niña de 5 años. El principal sospecho es su pareja.
En el día de hoy, a menos de 24 horas de esta terrible noticia, apareció en Cacheuta el cuerpo de Julieta, sin vida y atado de pies y manos.
Dos nuevos femicidios que desvelan, una vez más, la atrocidad de la violencia machista que se cobra en nuestro país la vida de una mujer cada 30 horas. Entre junio de 2015 y mayo de 2016 fueron asesinadas 275 mujeres por esta causa. Las denuncias de muchas de ellas siguen en los cajones de fiscalías, juzgados y comisarías.
El femicidio, como la culminación de una larga cadena de violencia, vuelve a la tapa de los medios de comunicación masivos para mostrar, una vez más, la continuación de este flagelo. Mientras tanto, en el gobierno y el Estado en su conjunto, sobran las fotos con carteles que dicen NiUnaMenos, pero no toman ni una medida mínima y urgente.
Mendoza contra la violencia de género
Solo este año, al menos 6 mujeres fueron asesinadas por femicidio. Norma Noemí Ríos González de 36 años fue víctima de su pareja el pasado 7 de febrero. La semana siguiente apareció sin vida el cuerpo de Daniela Ayelén Nuñez de 25 años. También en el mismo mes, Rosa Pérez de 33 años fue asesinada de un disparo por su ex esposo. En abril, Trinidad Rodríguez de tan solo 8 años era encontrada sin vida luego de que familiares y allegados la buscaran intensamente. A principio de año, Marina Menegazzo y María José Coni fueron asesinadas en Ecuador. Ahora sumamos a esta triste lista la vida de Julieta y Janet.
Desfilarán nuevamente los funcionarios, haciendo promesas y deslindando responsabilidades. Los medios hablarán del tema para luego volver a reproducir hasta el hartazgo la misoginia y el machismo, hasta mostrando “cool” los piropos del presidente Macri.
Peronistas y radicales, al mejor estilo Cambiemos, solo hablan de medidas punitivas, que son tan rimbombantes como ineficaces. Mientras tanto, el proyecto del Frente de Izquierda para declarar la emergencia en violencia de género, estableciendo medidas urgentes como la creación de refugios, viviendas y subsidios, duerme cajoneado en la legislatura. Con la movilización se conquistaron las licencias laborales para las trabajadoras municipales de Guaymallén y Capital, pero está claro que solamente eso no alcanza.
La violencia machista ha causado dos nuevas muertes. Bronca, odio, dolor, las ganas de “prender fuego todo” se entrecruzan como sentimientos frente a esta situación aberrante. La impotencia amenaza con ganar en la desazón de miles, cientos de miles, que ven como esta violencia se reproduce día tras día, en cada pequeño hecho y es fomentada por las instituciones de una sociedad patriarcal y misógina.
Pero la impotencia no puede ganar. Es necesario transformar la bronca en más fuerza para organizarnos, salir a las calles, decir basta, porque no queremos ni una menos por la violencia machista.
A las mujeres nunca nos han regalado nada, ni si quiera la vida. Quieren que naturalicemos esta tragedia; que gane la impotencia; que vivamos inseguras de lo que pueda pasar; que aceptemos las cosas tal cual están. Condenarnos a esta larga cadena de violencia, de femicidios; abortos clandestinos y redes de trata.
Pero sabemos que las mujeres somos más fuertes. Han sido miles, a lo largo de la historia, las protagonistas de las luchas por nuestros derechos. Allí estuvieron las Madres y Abuelas contra la dictadura; las maestras luchando; las piqueteras desocupadas; las obreras textiles que en plena crisis del 2001 ocuparon la fábrica Brukman; las valientes trabajadoras mendocinas del ajo; las comisiones de mujeres que son parte esencial de cada lucha. Allí están los Encuentros Nacionales de Mujeres que, año tras año, reúnen a decenas de miles de mujeres sorteando un sinfín de obstáculos para organizarnos.
En pocos días viajamos a Rosario y este año vamos a ser muchas más en el Encuentro Nacional de Mujeres. Por Janet, por Julieta, por Johana, Soledad y Gisela, por todas ellas volveremos más fuertes. De un lado estará la Iglesia; el Estado; los empresarios con sus partidos tradicionales; las fuerzas de seguridad. Y de este lado estaremos las mujeres, trabajadoras y estudiantes, junto a los compañeros varones que luchan codo a codo para salir a tomar las calles, siguiendo el camino que hemos marcado siempre en la historia y en cada lugar de trabajo, estudio, en cada barrio, demostrando que con nosotras no van a poder. |
