El quite de apoyo al CNA, anunciado en diciembre, por los dirigentes del NUMSA (sindicato de trabajadores metalmecánicos) y el llamado a que todos los miembros de la COSATU hicieran lo mismo, abrió una crisis política en la Triple Alianza (entre el CNA, la COSATU y el PC de Sudáfrica) que gobierna el país desde la caída del Apartheid. La denuncia era directa, el CNA había “adoptado de la derecha las políticas sociales y económicas capitalistas neoliberales en defensa del capital monopolista sudafricano blanco y el imperialismo” al tomar en el año 2012 “en la Conferencia Mangaung…el neoliberal Plan Nacional de Desarrollo (PND)”.
El giro a la derecha del CNA y sus socios de la Triple Alianza había comenzado mucho antes. El CNA utilizó el prestigio ganado durante los años de lucha contra el Apartheid para evitar la caída revolucionaria del régimen racista y llevarlo a construir un capitalismo “justo” con igualdad racial. Así, el partido de Mandelasirvió para llevar el proceso de lucha contra el Apartheid hacia una transición ordenada (transición que incluyo el perdón a los crímenes contra la mayoría negra cometidos durante el Apartheid). Desde finales de la década del 90, primero con la presidencia de T. Mbeki y con su actual sucesor J. Zuma, las políticas neoliberales llevaron a la economía del país a ubicarse como uno de los principales mercados emergentes. De la mano de esta “modernización” neoliberal surgió una nueva “elite negra” (en la que se encuentran dirigentes del CNA, el PC y la COSATU), enriquecida como socia menor de los negocios de los monopolios imperialistas, mientras la gran mayoría de la población mantiene las pésimas condiciones de vida heredadas del Apartheid y la desocupación ronda el 25%.
Si las dos décadas de gobierno han hecho mella en la autoridad política del CNA y la Triple Alianza, el asesinato de 32 mineros durante la represión a la huelga de los trabajadores de ese sector del 2012 se transformo en un punto de inflexión. La Masacre de Marikana (por el pueblo donde fueron asesinados los mineros) hizo recordar los tiempos del Apartheid, cuando las fuerzas policiales cargaban contra las protestas, y mostró como los dirigentes de la Triple Alianza se habían transformado en los garantes del orden. Una de las principales voces que pidió la represión para poner fin a la huelga fue Cyril Ramaphosa, dirigente del sindicato minero NUM y al mismo tiempo miembro de la junta directiva de la empresa minera Lonmin.
La actual crisis en la COSATU esta marcada por estos hechos y por los crecientes reclamos obreros (como la huelga de los mineros o de los metalmecánicos en este año) contra los topes salariales y la precarización laboral que busca imponer el gobierno como forma de garantizar las ganancias de los empresarios ante una economía que crece a un ritmo menor en los últimos años. El anuncio del NUMSA de quitar del apoyo al CNA y el llamado a conformar un partido de trabajadores (que según el dirigente del sindicato Irvin Jim, tomaría el ejemplo del PT brasilero) es el intento de dar una salida reformista al creciente descontento con el gobierno y de contener el surgimiento de dirigentes y organizaciones por fábrica o empresa más combativas y que comenzaban a actuar de forma independiente de la burocracia sindical.
Con la batalla dentro de COSATU en pleno desarrollo, aún no está claro si el desenlace será un nuevo “armisticio” o finalmente el NUMSA será expulsado. Lo que ha avanzado, producto del intento de imponer orden en la central sindical por parte de la burocracia afín al gobierno y el PC, es el pase a la oposición del sindicato de trabajadores industriales más importante del país que cuenta con 340.000 afiliados. Este cambió político con el surgimiento de una oposición por izquierda al gobierno, aunque por ahora en clave reformista o maniatada por un sector de la burocracia sindical, puede acelerar la ruptura de sectores del movimiento obrero (que por ahora se ha expresado en forma sindical) y el pueblo pobre con su histórica dirección, el CNA y sus socios de la Triple Alianza. |