En estos días, apareció en Prensa Obrera una nota firmada por Pablo Heller en la que critica algunas definiciones sobre la situación internacional que discutió la X Conferencia de la FT, en particular la utilización de la categoría de “crisis orgánica” de A. Gramsci.
Heller nos acusa de superficialidad en el análisis pero lo único que tiene para ofrecer es refrito del clásico análisis catastrofista de PO: como hay “bancarrota permanente”, está planteada la “cuestión del poder” (¿dónde? ¿en todo el mundo?). Nada más lejos del “análisis concreto de la situación concreta”, el alma viva del marxismo según Lenin.
Sin embargo, se ve que ni PO cree en sus propias caracterizaciones, o que estas son pura charlatenería, porque la respuesta ante semejante hecatombe es… un ciclo de charlas en Montevideo organizadas junto al PT uruguayo, el único (y pequeño) socio que tiene PO fuera de Argentina, al que ni siquiera viajó Jorge Altamira. Toda una confesión del nacional trostkismo característico de PO.
Heller nos recrimina que usemos la categoría de “crisis orgánica” para oponernos a la metafísica catastrofista de PO y se queja de que “habiendo una literatura socialista tan abundante a disposición, el PTS recoge y privilegia las categorías de Gramsci, reivindicadas por un abanico muy amplio de corrientes de todo pelaje: autonomistas, democratizantes, reformistas y stalinistas”.
Esto es verdaderamente curioso.
A no ser que PO haya expulsado a Gramsci de la tradición de la III Internacional, los 32 Cuadernos de la cárcel forman parte de la “abundante literatura socialista”, al igual que la obra de Rosa Luxemburgo y otros marxistas revolucionarios que tenemos la enorme fortuna de tener a disposición, y que seríamos muy necios si no la usáramos para pensar la situación actual y nuestra acción política.
Pero lo más sorprendente es que dice que Gramsci estaría vetado por el uso que han hecho de sus categorías los reformistas, autonomistas y estalinistas de todo pelaje.
El argumento no puede ser tan poco serio. Siguiendo el criterio de Heller y PO, no podríamos recurrir a ningún marxista clásico. ¿O acaso el estalinismo no hizo la dictadura más monstruosa en nombre de Marx y Lenin? Y la socialdemocracia alemana, ¿no utilizó a Marx y Engels para su socialchovinismo? ¿No se usó a Trotsky para justificar políticas oportunistas en la posguerra que llevaron a la adaptación al estalinismo? ¿Heller tiraría a la basura, por ejemplo, los escritos de Rosa Luxemburgo sobre economía, o el debate sobre la huelga general de masas y la estrategia de desgaste de la socialdemocracia porque la utilizan los autonomistas para atacar la idea de partido leninista?
Queremos creer que no, porque con esta lógica de la “abundante literatura” solo nos quedaría recurrir a Jorge Altamira, que no es utilizado por nadie. ¿Será esa la propuesta de PO? Aunque parezca absurdo quizás sí lo sea. De hecho la única cita de Heller en toda la nota es de… Jorge del año 2010.
No podemos estar más en contra de este método, que es el complemento en el terreno teórico de la autoproclamación política y contradice toda la tradición del marxismo revolucionario (¿se imaginan a Trotsky diciendo esto de Lenin?).
Como se ve por los resultados solo puede conducir a la miseria de la teoría y al rutinarismo político.
De la catástrofe y el catastrofismo como metafísica
En la definición de la situación internacional y sus tendencias, Heller tiene poco que aportar más que repetir la metafísica catastrofista de PO que se reduce básicamente a oponer el “derrumbe” y la “bancarrota” permanentes a una visión de crisis cíclicas del capitalismo y de esto deduce que estaríamos anunciando un “nuevo ciclo ascendente” (sic).
Mal que le pese, el catastrofismo de PO es el equivalente a la “situación revolucionaria que se profundiza” de la corriente morenista (aunque PO usa el término “morenista” como un insulto).
Claro que no ha encontrado ni una referencia en nuestros documentos o artículos que avale semejante disparate “armonicista” (de paso Heller podría ilustrarse sobre el “estancamiento secular” y su relación con las guerras).
Al contrario, la principal conclusión de la X Conferencia es que a ocho años de iniciada la crisis, y luego de una primera etapa en la que China y más en general los BRICS actuaron como contratendencia a la situación más crítica en los países centrales, estamos en una nueva fase en cuya dinámica están inscriptas crisis de la magnitud de Lehman Brothers (e incluso mayores), “catástrofes” militares y también revolucionarias. Y que las condiciones creadas por esta crisis rastrera –sin Gran Depresión pero tampoco sin recuperación sólida- están en la base de nuevos fenómenos políticos de izquierda y de derecha y tendencias de la lucha de clases. Los ejemplos más claros son Trump y el Brexit como expresión de un populismo de derecha “antiglobalizador”, con un discurso proteccionista y demagogia nacionalista a ambos lados del Atlántico.
En síntesis, en términos históricos, como diría Trotsky, la “teoría del colapso” triunfó sobre la del “desarrollo pacífico” (1939). Pero eso no tiene nada que ver con el catastrofismo como una verdad mesiánica. Como sabemos hay “equilibrios inestables” (Trotsky, 1921), tendencias contrarrestantes, booms y crisis, que entre otra cosas hacen una diferencia en los tiempos de la política, retrasan procesos, le dan una sobrevida a otros, etc. y eso es vital para nuestra actividad, que es ni más ni menos que la política revolucionaria.
Trotsky y Gramsci
En el PTS y la FT no consideramos que la concepción de la revolución en Gramsci, ni tampoco su estrategia sean superiores a la teoría-programa de la revolución permanente. Pero eso no quita que dentro de nuestra concepción de la revolución y nuestra estrategia, ciertas categorías como la de “crisis orgánica”, “hegemonía”, etc. enriquezcan nuestras definiciones y nos permitan definir orientaciones política audaces, sobre todo cuando las situaciones no son “clásicas” o no se caracterizan mal que le pese a PO por el enfrentamiento directo entre revolución y contrarrevolución, que si nos atenemos a Trotsky, son más bien las que priman en “períodos de putrefacción capitalista” (remember ¿Adónde va Francia?, en particular el apartado Dialéctica y metafísica).
Sobre esto venimos elaborando desde hace más de una década (Trotsky y Gramsci. Convergencias y divergencias; Trotsky y Gramsci: debates de estrategia sobre la revolución en "occidente"; Gramsci, Trotsky y la democracia capitalista, para nombrar solo las notas de Estrategia Internacional).
Yendo al pobre contenido de la crítica, se ve que Heller no leyó a Gramsci. O si leyó, fue hace mucho tiempo y se olvidó. O peor aún, no entendió nada. En fin, antes de escribir no hubiera estado de más una repasadita, si no a las Notas sobre Maquiavelo, al menos a Gramsci para principiantes.
De lo contrario debería saber que la categoría de “crisis orgánica” implica una crisis económica, política y social (estatal dice Gramsci) que puede ser abierta por la acción de los explotados pero también por un “fracaso de la clase dominante”, que abre un período de rupturas políticas de las masas con sus partidos tradicionales y cambios en las formas de pensar. Estas situaciones en las que “lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer” es propicia para el surgimiento de “fenómenos aberrantes”, y pone a la orden del día las “soluciones de fuerza”, es decir, los giros bonapartistas y tendencias convulsivas de la lucha de clases (¿le suena a PO, por ejemplo el golpe de estado en Brasil?).
Según Heller “Gramsci subrayó la preeminencia de la superestructura política y del “sujeto” a partir del rechazo a la tendencia al colapso (¿?). Pero la subjetividad revolucionaria es la comprensión profunda de esas tendencias disolutorias, en términos de programa y de acción política.” Lo único claro que surge de todo esto es que no se puede despachar una obra compleja como la de Gramsci en cuatro renglones. Ni tampoco transformarlo en un converso de la armonía capitalista.
Desde ya que Gramsci no negaba las “irrupciones catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.)”, sino que señalaba que en las economías más avanzadas, la superestructura política había desarrollado una capacidad mayor de resistencia. ¿Qué hemos visto sino en los primeros años de la crisis de 2008 con la enorme intervención estatal?
Recapitulando, Gramsci no negaba las crisis económicas, sino que le ponía un límite a lo que estas podían hacer por sí mismas. Decía que las crisis solo crean un terreno favorable para los revolucionarios pero no garantizan la revolución. Salvo que se padezca de ceguera economicista, es evidente que la lucha por el poder del estado depende de un conjunto de factores como la relación de fuerzas entre las clases, las conquistas de los explotados transformadas en fuerza material, e incluso psicología y el estado de ánimo del movimiento de masas. Y en última instancia la existencia de una dirección revolucionaria. Es decir de factores que no todos maduran a la misma vez.
En sus palabras, “los hechos ideológicos de masas están siempre retrasados con respecto a los fenómenos económicos de masas”. Claro que esta observación elemental de la discordancia entre los factores objetivos y subjetivos no es de autoría de Gramsci, sino que es el principal problema por el cual, entre otra cosas, hace falta construir un partido obrero revolucionario y una internacional revolucionaria y no tener la peregrina idea de que de todos modos el derrumbe vendrá.
No es Gramsci, es Trotsky el que se oponía radicalmente al catastrofismo en sentido metafísico o el economicismo que es casi la misma cosa. Y aunque son resultados probablemente diferentes, hacía el mismo esfuerzo que Gramsci por establecer una relación justa entre los fenómenos objetivos y subjetivos. Planteaba que en determinadas circunstancias “la crisis puede dar un poderoso impulso a la actividad revolucionaria de las masas trabajadoras; bajo un conjunto distinto de circunstancias puede paralizar completamente la ofensiva del proletariado y, en caso de que la crisis dure demasiado y los trabajadores sufran demasiadas pérdidas, podría debilitar extremadamente, no solo el potencial ofensivo sino también el defensivo de la clase." (Flujos y reflujos , 1921).
La situación actual no entra en el esquema rudimentario de “catastrofismo vs crisis orgánica” de PO. La Conferencia de la FT discutió como caracterización que puede haber crisis capitalista como la que estamos viendo desde 2008, de carácter histórico -económica, política y social- aunque aún lo que prime no sea un ascenso obrero, si no a nivel mundial al menos en los principales países del centro y la periferia, como fue por ejemplo en el período 1968-81. Esto no es producto del fatalismo sino de condiciones que se gestaron en las últimas décadas de ofensiva neoliberal, y en particular, del rol de las burocracias sindicales y las direcciones políticas reformistas del movimiento obrero que llevaron a las derrotas o retrocesos de las primeras respuestas de los explotados a la crisis capitalista: los 30 paros generales en Grecia contra el ajuste que terminaron en impotencia, con el gobierno de Syriza aplicando el plan de la troika. Para no hablar de la derrota de los procesos de la primavera árabe.
Neorreformismo y contrarrevolución
Heller nos dice que embellecemos al nuevo reformismo como Podemos o Syriza porque les decimos “reformistas”, aunque sin el peso en el movimiento obrero del reformismo tradicional socialdemócrata y estalinista, y no contrarrevolucionarios.
En cuanto a su contenido social, no tendríamos diferencias: el reformismo tiene un contenido contrarrevolucionario porque su objetivo es la reforma del capital y el compromiso de clase. Sin embargo, como ya sabemos, entre fascismo y reformismo hay una pequeña gran diferencia. Y estas son formaciones de centroizquierda, pequeño burguesas en su mayoría, surgidas como desvío de movimientos de lucha como los indignados en el Estado español. O como fenómenos políticos novedosos como la juventud que le dio el triunfo a Jeremy Corbyn frente a la derecha blairista en el Partido Laborista. O los millones de jóvenes que encontraron en la “revolución política” de Bernie Sanders un vehículo para expresar su odio a los partidos patronales.
El problema es que si alguien en algún momento embelleció estas formaciones neorreformista fue el propio PO, que en 2012 se prendió a la tendencia internacional de voto por Syriza, incluso plateando la analogía con la “táctica de gobierno obrero”, en contra de sus propios camaradas griegos que la yugaron en soledad en las elecciones de mayo de 2012 para sostener aunque sea una idea de independencia de clase y luego llamaron a votar críticamente por Antarsya.
El gobierno de Syriza finalmente no fue un “gobierno de izquierda”, ni siquiera un “gobierno antiajuste”. Como ya sabemos a los cinco meses de haber asumido capituló a la troika y aplicó un plan de ajuste brutal.
La diferencia entre una Conferencia internacional y una reunión fantasma
Que el capitalismo como sistema social está condenado es una verdad histórica. Tan cierta como que tampoco va a desaparecer por sí solo y si no es derrocado por la revolución proletaria, la catástrofe con seguridad adquiriría dimensiones de barbarie.
Por esto, la tarea de los revolucionarios no es predecir catástrofes inexorables -para eso ya existen infinidad de sectas y gurús- sino impedir que el capitalismo en su crisis descomponga las filas de la clase obrera, la única fuerza social que puede dar una salida progresiva junto con sus aliados explotados y oprimidos (los pobres de las ciudades y el campo, las mujeres, los jóvenes que constituyen el grueso del “precariado”) y preparar las condiciones para la lucha ofensiva por el poder. Es decir, evitar la catástrofe mediante la revolución proletaria en algunos países que por su importancia puedan torcer el curso.
Para eso hace falta construir partidos obreros revolucionarios internacionalistas que actúen en las organizaciones de masas, a través de fracciones clasistas en los sindicatos, en el movimiento de mujeres, en la juventud. Y avanzar con fundamentos sólidos y una práctica política común hacia la construcción de una organización revolucionaria internacional, la IV Internacional.
Ese fue el eje de la X Conferencia de la FT de la que participaron además del PTS de Argentina, compañeras/os del MRT de Brasil que se plantaron contra el golpe desde una posición independiente del PT y de la derecha golpista (a la que le capituló el PSTU) mientras intervenían en la huelga de los trabajadores de la USP como parte de la dirección del sindicato. Compañeros que hoy presentan cinco candidaturas en las elecciones de octubre para levantar una tribuna de la izquierda obrera y llegar a millones con una propuesta clara de independencia de clase. Los/as compañeros/as del MTS de México que vienen de presentar la candidatura independiente anticapitalista de Sergio Moissen en el Distrito Federal, después de décadas en las que no ha existido ninguna candidatura de independencia de clase porque la izquierda que se decía revolucionaria se diluyó en el zapatismo, el PRD o ahora el Morena. Entre los integrantes de la delegación del PTR de Chile estaban compañeros como Bárbara Britos, que fue reconocida por los medios como una de las 10 principales referentes de la lucha estudiantil de 2011. Estuvieron presentes compañeros/as de la Corriente Comunista Revolucionaria de Francia, que combaten dentro del NPA por una estrategia revolucionaria, y que fueron protagonistas de la imponente lucha del movimiento estudiantil y el movimiento obrero contra la reforma laboral, y del movimiento Nuit Debout en el que Revolution Permanente (como parte de la Red Internacional de Diarios que durante la lucha llegó a registrar 600.000 entradas en un mes) jugó un rol muy importante, como reconocen revistas de izquierda como New Left Review, que lo ponen entre los principales sitios donde los jóvenes que despiertan a la vida política pueden debatir y conocer las posiciones de la izquierda. Un compañero de la CCR, Guillaume Vadot, se ha transformado en una de las voces públicas contra la brutalidad de la policía francesa, envalentonada con el estado de excepción.
También estuvieron las delegaciones de Clase contra Clase del Estado español, que intentan poner en pie una alternativa obrera en el marco de que gran parte de la izquierda local e internacional le ha capitulado a Podemos. Y los jóvenes compañeros de RIO de Alemania que construyen en uno de los corazones del capitalismo una organización revolucionaria en la que integran compañeros de origen kurdo que sostienen una sección en turco de su diario. Además participaron los jóvenes que han tomado la tarea pionera de abrir un trabajo político en Estados Unidos que tiene como eje el desarrollo de Left Voice, el periódico en inglés de nuestra corriente. Además de las delegaciones de Bolivia, con Javo Ferreyra que polemiza incluso con el vicepresidente García Linera, de Venezuela y Uruguay.
Todas las organizaciones que integran la FT, incluso en aquellos países donde el trabajo político es más inicial, sacan un diario digital, dando la posición desde la izquierda a hechos políticos, nacionales, internacionales, de la lucha de clases, de la cultura de masas, de género, etc.
Esquerda Diário editado por el MRT de Brasil se ha convertido de lejos en el principal diario digital de la izquierda superando ampliamente los sitios del PSOL y del PSTU (con un promedio que supera las 250 mil vistas mensuales), expresando la voz de quienes enfrentaron al golpe desde una posición independiente del PT.
La Izquierda Diario de México se transformó en una gran herramienta para los docentes que lo utilizaron para difundir y debatir en torno a la feroz resistencia contra la Reforma Educativa neoliberal de Peña Nieto, contra la represión y para expresar la solidaridad internacional avanzando hacia las 200 mil vistas mensuales. Conflicto en el que nuestros compañeros y compañeras de México tuvieron un intensa intervención.
Pero sabemos que esto es solo el inicio de una política que tienen una gran potencialidad para desarrollar un verdadero leninismo 2.0. Por eso, entre las resoluciones más importantes de la Conferencia está la ampliación de nuestra Red Internacional de Diarios, que hasta el momento consta de 11 diarios en 5 idiomas tanto como herramienta de difusión y debate de las ideas revolucionarias como de organización de nuevas camadas que se acercan a la militancia. Aspiramos a confluir con sectores del movimiento trotskista que se orientan hacia la izquierda y empiezan a enfrentar las políticas oportunistas de sus direcciones.
Heller trata de contraponer a nuestra conferencia la reunión fantasma de Montevideo, llamada de manera rimbombante Conferencia Latinoamericano de la izquierda y el movimiento obrero, pero de la cual no participó ni la izquierda latinoamericana (salvo que Heller considere que la izquierda latinoamericana son el PO, el PT uruguayo, y algunos amigos en Brasil) ni el movimiento obrero. Las tesis que aprobó esta reunión le dedican páginas a promover al PO y criticar al PTS pero solo cinco líneas (400 caracteres con espacios) a las tareas que serían… distribuir las tesis (¡!).
Evidentemente, PO no se está concentrando sus esfuerzos para construir el “estado mayor revolucionario” del proletariado internacional. Ni siquiera parece haber sido capaz de mantener la sociedad que había fundado con el EEK griego y el PCL de Grisolía en Italia. Ya en el congreso del PO de 2012 Altamira se quejaba de la parálisis de esta corriente.
Nada de esto nos sorprende porque hace a la historia misma del PO y su escandaloso nacional trotskismo, lo que explica que en décadas de existencia solo tenga para aportar su participación en el Foro de San Pablo en los ’90 (sí con el PT de Brasil, el PC Cubano y otros estalinistas varios para los que no se acuerdan) y el intento fallido de la CRCI que hace años se propuso refundar “inmediatamente” la IV Internacional, pero a juzgar por su sitio web y por la falta de cualquier acción internacional, o aunque más no sea a nivel de la UE, uno de los epicentros de la crisis, hace rato que dejó de existir. Por todo concepto de “novedades” se pueden encontrar una declaración del año 2010 y el último número del Obrero Internacional, de 2007 (un detalle de color, la tapa en título catástrofe es: “Bancarrota capitalista”).
Por más que se esfuerce Heller, la única verdad es la realidad, parafraseando a un argentino famoso que se apropió de las palabras de Aristóteles. |