Obviamente el guiño hacia la población de origen latinoamericano se da porque en el New York Times (NYT) están volcados a hacer campaña por Hillary Clinton y faltan pocos días para que se cierre el proceso de registro de votantes que deseen participar en las elecciones de noviembre.
Saben que 27 millones de latinos elegibles para acudir a las urnas son una gran tajada en disputa para definir el sentido del voto en los “estados claves”, (los que otorgan más delegados electores en el Colegio Electoral, el cual termina eligiendo al futuro presidente). Fue así como el comité editorial del periódico tomó esta inopinada decisión.
El poder del voto latino
¡A votar! Es el encabezado del editorial dominical donde alientan a los latinos a votar por Hillary Clinton, centrando su discurso en las posiciones de Donald Trump, quien significaría una amenaza para 11 millones de latinos inmigrantes pendientes de legalización y que están atorados en las entrañas del centro imperialista, trabajando duramente y con la espada de Damocles de la deportación en tanto no se resuelva su situación.
Por eso el editorial magnifica el poder del voto latino y asegura que acudiendo a votar por Clinton “dejaría muy claro que los latinos están ayudando a forjar el destino de una nación que siempre se ha fortalecido dándole la bienvenida a nuevas generaciones de inmigrantes”.
La mano de obra barata de los inmigrantes latinoamericanos, sometida con bajos sueldos, sin prestaciones y ejerciendo las actividades que los blancos, y los negros inclusive, detestan hacer, es muy apreciada por los grandes empresarios y, por esta vez, también por su potencial participación electoral.
Por eso muchos activistas blancos clasemedieros y del partido demócrata se están sumando a las brigadas para convencer a los latinos elegibles que se registren para votar, y es común verlos apostados junto a los puestos de tacos para abordar a los comensales y convencerlos.
Otra campaña demócrata, Mujeres in Politics, es un programa bilingüe que forma brigadas que detectan a las “comadres”, mujeres con cierto reconocimiento en sus barrios, para alentarlas a que vayan con sus conocidos a tocar puertas en las barriadas de hispanoparlantes para hacer proselitismo por el partido demócrata, incluso les ponen el objetivo de ganar a cinco vecinos para la jornada electoral, similar a lo que hace Morena por estos lares, orientando a sus activistas para que se aseguren de que sus contactos sean sujetos políticos por un día.
“Killary” es la medicina
Hasta nos chantajea el NYT cuando dice que “Aunque una reforma migratoria sin duda implicará una batalla política ardua, los latinos podrían darle un espaldarazo a ese objetivo si votan de manera masiva en noviembre. Si no lo hacen, una victoria de Trump sería más probable, lo cual podría conllevar deportaciones masivas y más ataques contra inmigrantes”.
El voto masivo de nuestros migrantes podría cambiar el panorama político nos dicen. Ya Obama había sembrado esta enorme ilusión en las masas que votaron por él hace ocho años, y la lección de sus dos períodos de gobierno es que no se pudo sacar del limbo a los migrantes indocumentados, salvo los programas de excepción DACA y DAPA de corto alcance, que impiden, se supone, la deportación de los que llegaron solos (sin sus padres, que los esperan allá) o los que llegaron con sus padres como menores de edad, programas que intentar ser sólo un paliativo que posterga indefinidamente la solución del problema.
La conclusión que sacamos es que la política de Obama no pasó de las promesas y, por el contrario, se ha ganado el sobrenombre de “deportador en jefe”, pues la persecución de indocumentados no cesó bajo su mandato.
A pesar de los pobres resultados del partido demócrata en el poder, el NYT asegura: “Hillary Clinton tiene propuestas coherentes y sensatas para abordar los asuntos que más afectan a los latinos, incluyendo el manejo de la economía, el acceso a la atención médica, la seguridad nacional y la educación”;
Pero tiene que reconocer: “su récord (de Hillary) en políticas migratorias no ha sido consistentemente progresivo. En el 2007, como senadora, se opuso a que se le expidiera licencias de conducir a inmigrantes indocumentados. Sin embargo, ha cambiado su posición sobre ese tema y ha prometido que dará prioridad a reformar el disfuncional sistema migratorio”.
Promesas, al igual que Obama hace ocho años y, como era de esperarse un poco más de “Obamismo”: “También ha asegurado que continuaría y extendería el programa que el presidente Obama creó para autorizar temporalmente la presencia de millones de inmigrantes indocumentados que tienen fuertes vínculos en Estados Unidos.”
Noviembre 8: un día sin mexicanos…y demás latinos
Además del NYT, decantado públicamente por Hillary Clinton, hay otros importantes periódicos que, sin hacer proselitismo por ella, dirigen sus baterías contra Trump, como el Washington Post o el USA Today. Tienen que buscar incidir con su opinión porque la campaña está muy pareja. aunque las encuestas normalmente ponen a Hillary de tres a cinco puntos porcentuales por arriba de su contrincante, no se puede definir nada aún. Y en este marco le piden a los latinos ser el fiel de la balanza. Pero, ambos contendientes no presagian nada bueno, ni para los migrantes indocumentados ni para los mexicanos y demás latinos en sus respectivos países.
No hay por quien votar para la clase trabajadora multiétnica en ese país. Con uno u otro, no se vislumbra un futuro mejor. Bajo esta perspectiva, los migrantes que ya se registraron para votar, deberían reconsiderar y anular su voto porque no hay en las próximas elecciones una alternativa que sea independiente de las grandes corporaciones. Ambos, Hillary y Trump coinciden en las principales cuestiones políticas, hacia dentro y fuera de EE. UU.
La diferencia es la forma alocada y vociferante de uno y la sonrisa taimada de la otra. Pero ambos intentarían reflotar la hegemonía estadunidense y su economía a costa de los recortes al nivel de vida de todos los trabajadores. Disfrazan con diferentes matices sus intenciones para atraer a uno u otro sector del electorado. pero para ambos lo primordial será salvar la crisis de la banca y respaldar a la injerencia imperialista en favor de la industria armamentista yanqui. Los que paguen por sus proyectos serán los trabajadores y el pueblo pobre estadunidense e inmigrante.
Hay que romper con el bipartidismo en EE. UU.
Hoy más que nunca está al orden del día para la izquierda, la clase trabajadora, multiétnica, la juventud, los intelectuales críticos y todos los sectores oprimidos, la tarea de dar pasos para forjar un instrumento político que luche por sus intereses, claramente independiente de los partidos al servicio del capital imperialista y de sus candidatos.
Para poner en primer plano la movilización por el fin de todas las intervenciones militares de Estados Unidos en el exterior, plenos derechos para los inmigrantes -incluyendo el libre tránsito a través de los países de la región-, y hacer que la crisis la paguen los grandes capitalistas con la nacionalización de los bancos y el comercio exterior bajo control obrero y popular, y para hacer que sean las comunidades quienes se encarguen de la seguridad en las calles, con organismos de autodefensa para correr a la policía de las comunidades latinas y negras.
El ejemplo de varias experiencias recientes ayudarán a impulsar esta perspectiva independiente del bipartidismo tradicional: el movimiento que impulsó la campaña de aumento de salario a 15 dólares la hora, de los trabajadores de Verizon, de los maestros de Chicago y California contra la privatización educativa, del movimiento democrático contra la violencia racial, de las acciones solidarias de trabajadores y población migrante con Ayotzinapa y el magisterio en lucha en México, en fin, apuntando a la unificación de las luchas de los trabajadores a ambos lados de la frontera que divide a Estados Unidos de su patio trasero latinoamericano. |