¿Prohibido girar a izquierda?
Como decíamos la semana pasada la agenda política del gobierno nacional hace crujir su propia coalición. Una vez más nos encontramos a dos columnistas de Página12 en veredas opuestas. Mientras el sábado Luis Bruschtein sale a unificar en una misma crítica la derecha conservadora con la izquierda “sectaria” (deberemos suponer en alusión al FIT, única izquierda con peso en la vida política nacional), el domingo Horacio Verbitsky señala el retroceso obligado que tendría que realizar el gobierno con el proyecto de ley del Código Penal para evitar una crisis mayor con su propia ala izquierda. Incluso menciona como parte de este semi-retroceso el apoyo de la bancada del FPV a la moción de privilegio presentada por Nicolás del Caño, diputado del PTS.
Pero, a pesar de estas idas y vueltas, el gobierno sigue respaldando a Berni.
Como señala Julio Blanck en su columna de hoy, “Berni viajó a Francia para asistir en Lyon a reuniones de Interpol, cuyo Comité Ejecutivo aspira a integrar. La Presidenta puso a la Cancillería a trabajar a tiempo completo para sostener su postulación a ese alto puesto en el organismo policial internacional.”
Pero las críticas centradas en la figura de Berni sirven como medio de evitar las críticas a CFK. Fue ella la que señaló que la “seguridad” tiene “marketing” y abrió el camino a los dichos xenófobos de toda la semana del ex carapintada y actual Secretario de Seguridad.
El límite del progresismo latinoamericano
Varios editorialistas nacionales utilizan las recientes elecciones en Brasil y Uruguay para trazar todo tipo de paralelismos con la situación argentina.
Carlos Pagni, el pasado jueves, trata de establecer un paralelismo de estrategias entre las campañas de Rousseff y de CFK alrededor del miedo a lo conquistado “puertas adentro” (derechos y beneficios materiales que, aunque escasos, son bien tangibles) y los problemas “puertas afuera”:
“(…) la disputa es desigual (…) porque sobre la adquisición de beneficios materiales se puede transmitir con mayor facilidad una sugerencia chantajista.”
Y marca la diferencia entre una economía brasilera con problemas, pero incomparablemente más robusta que los vaivenes argentinos: “Entre 2010 y 2014 Brasil creció 1,6% y la Argentina, 1,3%. La tasa de desempleo brasileña bajó de 6,7% en 2010 a 5,4% en 2013, mientras que la del INDEC fue de 8,7% a 7,1%. En ese lapso, el empleo creció en Brasil un promedio de 2,1% anual. En la Argentina, 1,4%. Y lo más importante: los brasileños se quejan de una inflación del 6%, cuando los argentinos soportan una del 40%.”.
En la vereda opuesta pero con resultado funcional, se encuentra la columna de Luis Bruschtein de éste sábado. Una obra maestra de “realismo mágico”, más para Radar que para la sección Política. El novelista transforma los defectos en virtud. Así, el triunfo de Evo Morales en Santa Cruz no estaría vinculado a las negociaciones con la oposición derechista en el Oriente; el de Dilma Rouseff no vendría acompañado de un enorme desgaste por corruptelas y deudas sociales, que lo transformó en rehén de sus propios socios que acaban de vetarle una tímida propuesta de reforma política; y el de Tabaré Vázquez no significaría un giro a derecha en el país oriental, admitido incluso por los mismos frenteamplistas. En el “Macondo Latinoamericano” de Bruschtein son todas buenas noticias izquierdizadas.
Como el “relato” es endeble, el editorialista tiene que volver al latiguillo de unir a la derecha conservadora con la izquierda que lo mejor que recibió de gobiernos como el de CFK es represión, el procesamiento y encarcelamiento como se puede ver cada semana en la Panamericana ante el conflicto de Lear. Massa y Macri reciben críticas, la izquierda y los trabajadores, balazos de goma.
Bruschtein llega a la vergonzante mentida de que “en once años de gobierno kirchnerista no se mató, ni se encarceló ni se persiguió a nadie por un discurso”. Lejos de Macondo, en el gobierno K, se mató, encarceló y se persigue. Julio López, Luciano Arruga, Mariano Ferreyra, los petroleros de Las Heras; decenas de muertos y miles de procesados por luchar en todas las provincias, muchas con “gobernas” del arco oficialista.
“La Patria es del otro”
Título inteligente el de la última revista Crisis que sintetiza bien la realidad tras el relato y el slogan oficialista.
Otro periodista cada vez más afectuoso al género fantástico, es Cristian Carrillo, que el viernes hacia suyas frases pronunciadas por el Ministro de Economía Axel Kicillof: “El gran debate de cara al 2015 es si queremos seguir siendo un país industrial o no”.
Si así fuera, no tendríamos más opción que decir que cuanto menos, están mal conjugados los verbos. Si en 2001, entre las 200 empresas líderes, solo existían 47 de capital nacional, en la década K aumentó el peso y poder del capital extranjero sobre la Nación. Varios grupos pertenecientes a familias patricias vendieron sus compañías al mejor postor. Dentro de las que siguieron en el listado, incluso en alza, se encuentras los “amigos del Estado” que se beneficiaron con adjudicaciones de obras públicas y grandes “amigos” del gobierno como Techint y Clarín.
Pero (oh, paradoja) la mayoría de los verdaderos ganadores pertenecen al complejo agroindustrial. Lejos de la industrialización prometida, lo que se operó, junto a la extranjerización, fue una re-reprimarización de la economía con el consiguiente aumento de la dependencia nacional.
Es tal el fraude “nac&pop” que la política minera e hidrocarburífera pasará a la historia junto al pacto Roca-Runciman y la entrega privatizadora menemista. Tan obsceno es el cipayaje del kirchnerismo que estaría logrando lo impensado: que Clarín, La Nación y hasta Jorge Lanata los corran por “izquierda”. Tamaña entrega nacional se hace, además, prácticamente, a perpetuidad. Algunos contratos llegan al año 2065.
El bolsillo y el “parche chino”
Pero el relato hace agua también en el bolsillo del pueblo trabajador. Ismael Bermúdez sostiene el sábado que: “Según datos del INDEC, en septiembre la producción industrial retrocedió el 1,8% y ya suma en lo que va del año un retroceso del 2,7%. El bajón manufacturero arrancó a mediados del año pasado con lo que acumula 14 meses consecutivos de caídas interanuales, sin que se vislumbre un cambio de tendencia (…) redujo la cantidad de obreros ocupados un 2,2% con relación al tercer trimestre de 2013, lo que implica una pérdida de 28.000 puestos de trabajo industriales (…) por el recorte de horas extras y las suspensiones, la caída de las horas trabajadas es mayor: la baja interanual es del 4,3%. La baja del tercer trimestre completa un año entero de caída del empleo en el sector”.
El oficialista Alfredo Zaiat, hoy domingo, se preocupa por las estrategias para enfrentar las presiones devaluatorias, la sostenida inflación, la caída de la actividad económica, etc. “El salto cambiario de principios de año acompañado con un alza de la tasa de interés (…), no tuvo como resultado ninguno de los supuestos beneficios del ajuste de la paridad y, en cambio, sí absorbió todos los costos asociados a una devaluación: caída del nivel de actividad económica, estancamiento del empleo, shock inflacionario, retroceso inicial del salario real luego compensado en cuotas por aumentos definidos en paritarias. Además no impactó positivamente en las exportaciones por mejora de la competitividad cambiaria”. Pero su única conclusión es una verdad de perogrullo: una nueva devaluación repetiría y aumentaría el problema.
No está de más recordarle a Zaiat que fue el gobierno nacional el que devaluó en Enero, aceptando las presiones de los empresarios.
Este columnista quiere presentar ahora el swap (intercambio de monedas) con China como un mecanismo que puede ocupar un lugar en relación a la crisis de la escasez de dólares. Pero esto está más cerca del chiste que de la realidad. El primer tramo de divisas proveniente del swap con China alcanza tan solo al 54% de lo que el mercado minorista y legal compró en el mes de octubre. Así que el “golpismo de los ahorristas de a pie”, no demorará más de treinta días en comerse “el parche chino” que no alcanza ni para los vueltos. Si esta es la solución para frenar a los especuladores devaluacionistas, agarrensé los bolsillos.
Finaliza su columna con una dicotomía que debería ponerlo tan incómodo como para modificar sus afinidades políticas: “Además de la necesidad de presentar una oferta interesante para captar el ahorro en pesos, tarea que el ciclo kirchnerista desatendió, el precio del dólar es la exteriorización de la controversia estructural acerca de qué tipo de sendero de desarrollo se despliega en la economía argentina. La opción es uno basado en el endeudamiento, la lógica financiera con reprimarización de la economía y una industria subordinada en la estructura productiva con una regresiva distribución del ingreso, u otro sostenido con recursos propios, de endeudamiento para financiar infraestructura, de integración de la actividad agropecuaria en el entramado productivo, una industria dinámica y competitiva generadora de empleo de calidad y equidad en el reparto de la riqueza.”
Si esa es la dicotomía, no hay dudas de que el ciclo kirchnerista nunca estuvo en el segundo de los convites, y cada vez más, se acerca a pies juntillas, al primero de ellos. Esta debería ser su honesta calificación y no la falsa ilusión y cobertura de un giro emancipador, justo cuando el gobierno negocia su retirada con adalides del progresismo como el “compañero Scioli”
La pared, la izquierda y la derecha
Cada semana que pasa se evidencia que, a la derecha de Berni no queda nada en el terreno político. El Ministro de Seguridad de CABA Guillermo Montenegro señaló que, si hubiera dicho la mitad de las cosas que dijo el Secretario de Seguridad Nacional, Macri lo echaba por “facho”. Pero el verdadero problema para el progresismo kirchnerismo es que Berni sigue siendo una espada central en la política del gobierno nacional. Es la cara visible del kirchnerismo en su momento actual.
Por el contrario, la realidad muestra lo falso del -ya mitológico- discurso de que a la izquierda del kirchnerismo está la pared. Precisamente se halla una izquierda que unifica representación parlamentaria y un creciente peso en sectores combativos de los trabajadores. Lejos del discurso contra la “paleoizquierda”, las bancas del FIT y la del PTS en particular se han destacado por una constante presentación de proyectos políticos. En la última semana la izquierda presentó su propia normativa para la regulación de la producción hidro-carburífera local mostrando que no tiene nada de testimonial su presencia en el Congreso.
Para los sectores de la llamada izquierda kirchnerista se presenta la urgente dicotomía de acompañar un modelo donde “la derecha” se hace oficial y del relato solo quedan banderas en desuso, o avanzar hacia posiciones independientes para una política verdaderamente nacional que solo el movimiento obrero y el Frente de Izquierda hoy pueden representar.
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Subnota 1: Republicanos y aburridos
Subnota 2:Gatillo fácil, gatillo amotinado |