El pasado lunes 10 de octubre el Intendente de Cambiemos Carlos Arroyo, junto a la vicecónsul honoraria de España Claudia Álvarez Argüelles, festejaron el “Dia de la Hispanidad” con un acto en el centro de la ciudad y una ofrenda floral a la Reina Isabel La Católica.

El acto fue realizado pocos días antes de cumplirse los 524 años de la conquista de América por los españoles y posterior genocidio de los pueblos originarios. Sin embargo, el acto no fue anunciado ni por el “Día de la Raza”, como estipulara Yrigoyen en 1917, ni por el “Día de la diversidad cultural americana” como se conmemora desde 2010. En Mar del Plata Cambiemos festeja como en el Estado Español el “Día de la Hispanidad”.

“Esta jornada representa el recuerdo de las bases de la ciudad, del origen de todo lo que es América, que fue descubierta por España”, señaló Arroyo. “Nosotros tenemos hoy una religión, un idioma y un estilo de vida gracias a España. Y así la recordamos, respetando las diversidades culturales, pero reconociendo y poniendo el acento en todo lo que España nos dio. Prácticamente nuestra esencia es española. Esta es la realidad”, concluyó.

Posteriormente, los festejos continuaron en la Plaza Colón -donde se colocó una ofrenda floral a la Reina Isabel La Católica- y luego finalizaron en un almuerzo en el Centro de Castilla y León. “Es una fecha muy importante”, declaró al respecto Álvarez Argüelles. “Celebramos la hispanidad en el marco de la diversidad cultural y en esta celebración queremos ser agradecidos con el país que ha sido tan generoso al recibir a nuestros padres y abuelos”, agregó.

Imitando la política de Mauricio Macri que invitó al presidente estadounidense al conmemorarse los 40 años del golpe de estado de 1976 y al Rey de España para el Bicentenario, Arroyo estuvo acompañado por la empresaria hotelera local y vicecónsul honoraria de España Claudia Álvarez Argüelles. Una ciudadana española-argentina que recauda $360 millones al año gracias a la precariedad laboral que impera en sus hoteles Costa Galana, Iruña y otros. Toda una señal cuando los pueblos originarios y sus descendientes viven en su mayoría en la pobreza, despojados de sus tierras y aún continúan luchando por sus demandas históricas.