Micaela, estudiante de Sociología, contaba: “Es mi primer experiencia en un Encuentro y con Pan y Rosas. Fui llena de expectativas y emoción sabiendo los motivos por los cuales las mujeres decidimos organizarnos y salir a hacer visibles nuestros reclamos. El primer día fue impactante ver la cantidad de gente que se hizo presente, desde Pan y Rosas ¡éramos tantas! En los talleres fui descubriendo quiénes realmente están dispuestas a luchar por las mujeres y aquellas que quieren imponer sus intereses sobre el resto. Desde un sector de la Comisión Organizadora han interferido de manera hasta violenta cuando las compañeras expresábamos que queríamos votar para salir con propuestas concretas del Encuentro, nos llamaron patriarcales por ello. Un espacio donde todas deberíamos luchar para obtener nuestros derechos, ellas querían convertirlo en espacios de autoayuda donde solo se podía contar las malas experiencias y volver a casa sin más”.
Acerca del acto de cierre, agregó: “El lunes, momento en que se tenía que elegir dónde se hacía el próximo Encuentro me ganaba la bronca de ver como no tenían sonido para que todas las que nos hicimos presentes pudiéramos elegir. Claramente nos dejaron sin la opción de elegir y entre unas pocas decidieron por todas, por las 70 mil que nos hicimos presentes. Eso me generó tanta bronca, sentí que todo lo que quería lograr se veía obstaculizado por estas mujeres de la Comisión Organizadora.
Luego de que hayan decidido sobrepasando lo que realmente quiso la mayoría, cuando se retiraron del lugar lo que pasó fue para mí, increíble. Estaba adelante de todo y logré subir a las escaleras desde ahí pude sacar un par de fotos y ver cómo avanzaban el resto de las mujeres. Era imponente. Me largué a llorar de la emoción que me daba ver a Pan y Rosas y al Frente de Izquierda en ese lugar luchando. Escuchar el discurso de Andrea D’Atri hizo que nuevamente me quebrara y sentí que se reforzaba todo lo que pensaba y quería lograr, ese fue un gran cierre para mí, un cierre de lucha para todas y cada una de las mujeres que queremos obtener el aborto legal seguro y gratuito. Me dejó la mejor de las sensaciones y espero con ansias el próximo Encuentro, que dicho sea de paso tiene que ser en Buenos Aires como eligió realmente la mayoría”.
Macarena, también estudiante de Sociología, señaló: “Viajé al Encuentro por primera vez con la idea de informarme, debatir, reafirmar o deconstruir mis posturas sobre el feminismo. Quería ver otras realidades y unir mis ganas de luchar con las de miles de mujeres. Había idealizado al Encuentro como un momento de sororidad y empoderamiento casi perfecto. En el transcurso del fin de semana lo fui descubriendo como algo mucho más real y falible que al mismo tiempo, y gracias a eso, es mucho más poderoso. Viajar con Pan y Rosas me dio una postura crítica y no simplemente contemplativa. Al Encuentro lo vi como un fenómeno inevitablemente político, hasta para los que creen estar por fuera. Creo que debemos viajar todos los años para transformar la Impotencia no sólo en solidaridad y empoderamiento momentáneo, sino en acciones concretas, en impulsos de cambio. Debemos viajar para transformar la impotencia en empoderamiento y lucha”.
Agustina, estudiante de Artes, relataba: “Viajé no solo para aprender más sobre las distintas problemáticas que atravesamos las mujeres sino también para luchar y defender nuestros derechos que se nos vienen negando desde hace años. Gracias a esta experiencia gane más confianza y empoderamiento, me fui con el grito en el cielo de miles de mujeres peleando por un objetivo en común, de todas y para todas, que es el de acabar con este patriarcado capitalista que como a las brujas nos quiere quemar y no puede porque somos la revolución que jamás dará el brazo a torcer. Estoy feliz por saber que esta lucha no va a parar y que todas mis compañeras seguirán dándole para adelante siempre contra este gobierno y esta sociedad. Simplemente gracias por esta oportunidad. ¡¡¡Y a seguir luchando!!!”.
Karen, también estudiante de Artes, reflexionó: “El Encuentro fue para mí el emocionarme escuchando el grito de miles de mujeres en una lucha común. Fue aprender y escuchar las voces de mis compañeras llegando de cualquier lugar del país para pelear por nuestros derechos. Fue afirmar que juntas somos poderosas, somos fuerza y también revolución”.
Ana, otra de las artistas, también viajó por primera vez: “Llegué con muchas expectativas ya que amigas y conocidas siempre insistían en que tenía que ir. Me parece increíble que suceda este encuentro masivo donde miles de mujeres se juntan haciendo "causa común" por problemáticas que nos afectan a todas. Por otra parte es claro que hay intereses políticos y en más de una oportunidad vi claramente como éstos pesaron más que los derechos que tanto defendemos.
Me desilusione un poco, la verdad. Más aún con el sistema de "votación" el que se prefiere evitar y reemplazar por el consenso entre unas pocas. El Encuentro es de unas pocas mujeres. Ahí es dónde pondría el acento. Los talleres son excelentes, en contenido, en la diversidad que hay por las experiencias de muchas mujeres, pero se queda ahí. No hay un cierre concreto, una estrategia a aplicar. Habría que poner el ojo ahí y seguir avanzando, dar una vuelta de rosca para que el Encuentro crezca y más mujeres se sumen cada año”.
Catalina, de Sociología, aseguró: “Viaje por primera vez porque me parecía una instancia única y admirable, en el sentido en que logra reunir una enorme cantidad de mujeres de distintos lugares del país posibilitando el diálogo y la discusión de temas que les conciernen y que no se tratan en ningún otro lado, al mismo tiempo en que se convierte en un espacio de deliberación y resolución colectiva- pues quizá para algunas sea la única situación donde además de poder denunciar la violencia e injusticia que sufren también la única donde plantear las medidas concretas que les parezcan adecuadas para combatirlas en unidad. La riqueza y profundidad del Encuentro se refleja para mi sobre todo ahí donde las mujeres logran vincular su situación individual con la de otras mujeres elevándola a un plano social, cuando dejan de concebirse como sujetos aislados y pasivos que las inhibe a pensar cualquier posibilidad de cambio. Cuando son capaces de reconocer la red de instituciones que trabajan de la mano reproduciendo y garantizando el orden patriarcal que se intenta combatir. En este sentido, el Encuentro Nacional de Mujeres colabora con la construcción y expansión de un movimiento de mujeres que se proponga realizar en la práctica lo resuelto”. |