Los pasados 27, 28 y 29 de octubre, se realizó en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario (U.N.R.), el autoproclamado Primer Congreso Internacional de Psicoanálisis. Fue organizado por la gestión de la Facultad de Psicología de la U.N.R. y que contó con la presencia de profesionales de todo el país y algunos (muy pocos) expositores del exterior. Se hicieron presentes profesionales como Claude Rabant, Juan Carlos Volnovich, Diana Kordon, Lucila Edelman, Isidoro Vegh, entre muchos otros.
En cuanto al contenido y organización el Congreso estuvo dividido en paneles centrales, mesas de trabajos libres y entrevistas. Los ejes prometían ser tan variados como interesantes: salud pública, educación, criminalidad, cultura, política, infancia, adolescencia entre otros. Sin embargo, la pluralidad de ejes no se acompañó de riqueza en las discusiones. Los paneles funcionaron con la lógica de exposiciones eruditas cerradas más que con un genuino fomento de la discusión. En algunos casos lo único que quedó del eje fue el nombre, como fue el caso de psicoanálisis y política, donde la articulación por parte de los expositores fue simplemente una lectura de la política, en abstracto, desde el psicoanálisis, sin un verdadero intento de diálogo con otros discursos. El perfil que se impone es el de un profesional aislado de la realidad cotidiana de la inmensa mayoría de la sociedad.
En este sentido fue notorio y alarmante que dos temas centrales de la política actual como son la discusión sobre género y la Ley de Salud Mental quedaron completamente por fuera del programa.
En cuanto al primer punto, estuvo prácticamente ausente la reflexión desde la perspectiva de género o tan siquiera alguna lectura sistemática de las multitudinarias movilizaciones por #NiunaMenos, del Encuentro Nacional de Mujeres o los crímenes brutales del último tiempo. Más allá de alguna opinión individual de los expositores centrales, vertida fuera del congreso, no hubo referencias al tema en las mesas centrales. Como agravante, uno de los “invitados de honor” fue J. B. Ritvo, psicoanalista conocido por reaccionarias declaraciones respecto a las miles de mujeres que salen a la calle a reclamar por sus derechos.
En cuanto a la Ley de Salud Mental y la avanzada del macrismo, que promueve las empresas privadas de salud mental y los manicomios, el silencio fue aún mayor. Directamente, no hubo referencia alguna, seria y fundamentada, a la progresiva medicalización que se erige fundamentada en las Neurociencias locales. Tampoco hubo una referencia concreta a la ley de Dificultades Específicas del Aprendizaje, de neto corte biológico individualista. Este silencio, sumado a que en la letra de los proyectos actuales para convertir los neuropsiquiátricos de la Ciudad de Buenos Aires en modernos neuromanicomios se excluye a los psicoanalistas de la práctica pública, vuelve extraño el silencio en torno al tema. Silencio que sólo podemos comprender si asumimos que los psicoanalistas apuestan a dejar su práctica relegada al ámbito privado y que están dispuestos a dejar que el reduccionismo biologicista y farmacológico haga su plaza fuerte en el sector público.
A pesar de que el congreso se desenvolvió en un espacio público, el mismo fue restringido para aquellos que abonasen el respectivo arancel. La recolección del dinero fue centralizada por la cooperadora de la facultad.
Esto aparece como una contradicción cabal cuando se trata de una gestión que asumió con un discurso progresista, la cual está integrada por el ALDE (PCR) y fue apoyada por Patria Grande y Tupac (Tendencia 29 de mayo). Sin embargo continúa la línea de sus políticas anteriores, como los despidos de dos trabajadores de seguridad comunitaria, pocos meses después de asumir como gestión.
Esta situación se da en el marco de una mercantilización de los espacios de formación de los profesionales de la salud mental, sobre todo a partir del avance de la CONEAU (órgano de revisión de la menemista Ley de Educación Superior) sobre todos los espacios de formación. En la Facultad de Psicología de la UNR este organismo fue recibido con los brazos abiertos en el año 2014.
Una pregunta que surge es: ¿debe la universidad pública financiarse por medio de actividades aranceladas o es el estado quien debe hacerlo? Nosotros sostenemos que el financiamiento de la Universidad pública debe ser garantizado por el estado y no mediante actividades aranceladas en cada facultad. En el marco de un ajuste generalizado del gobierno macrista se hace más urgente que nunca organizarse y luchar por un financiamiento integral de la educación pública por parte del estado.
Una verdadera discusión de la teoría y la práctica se impone hacia adentro del psicoanálisis y en su diálogo con otras prácticas. Creemos que el Congreso hubiera sido una buena oportunidad de abrir esa discusión. Pero, lamentablemente, fue una oportunidad desaprovechada. |