Reproducimos el artículo A Green Revolution, publicado originalmente en Left Voice, parte de la Red Internacional de La Izquierda Diario
El descontento popular sin precedentes con los dos candidatos del establishment político norteamericano ha creado una de las oportunidades más importantes en la historia reciente para los candidatos del “tercer partido”. Mientras que la derecha insatisfecha apoya al libertario Gary Johnson, para la izquierda Jill Stein y el Partido Verde han sido la principal alternativa.
Aunque Stein y Johnson fueron en gran parte ignorados por los medios masivos de comunicación, han recibido una cobertura crítica. La proliferación de medios alternativos y redes sociales ha expandido considerablemente su alcance entre las generaciones más jóvenes. Recientemente Stein ha medido en las encuestas entre 2% y 3%, generalmente con resultados más altos en la población entre 18 y 25 años. Los resultados reales pueden ser significativamente menores; mientras midió 1% en 2012, sólo recibió 0.36% del voto popular.
El apoyo a Stein no sólo proviene de los sectores descontentos del Partido Demócrata y de los Verdes, sino también de amplios sectores de la izquierda socialista que consideran que es útil apoyar su candidatura. Tanto la International Socialist Organization (ISO) como Socialist Alternative (SA) han visto en Stein la oportunidad para canalizar por fuera del sistema bipartidista el descontento representado por Bernie Sanders.
Un editorial de Agosto de Socialist Worker explicaba el apoyo de la ISO a Stein de la siguiente manera: “Un voto a Stein, por otro lado, no será un voto para el candidato que gane en 2016. Pero enviará un mensaje…y será un pequeño paso hacia la construcción de una posición independiente más eficaz en el futuro”. Más recientemente instaron a los lectores a “apoyar a Jill Stein y al Partido Verde”.
Para Kshama Sawant de Socialist Alternative votar a Stein “será un anticipo de un tipo de política totalmente nueva en los años venideros, y un nuevo partido basado en los movimientos sociales y la gente común-un partido de, para y por el 99%”.
Ambos comprenden que la idea de apoyar a Stein representa un avance hacia la constitución de un partido político independiente del duopolio corporativo bipartidista. Sin embargo, mientras se realiza este “pequeño paso” o “anticipo” para apoyar una candidatura independiente, no se encuentran muchas elaboraciones sobre del camino más amplio que representa.
¿Cómo puede el apoyo de un partido socialista a un partido no socialista, policlasista, conducir a la real independencia? ¿Cómo hará la campaña del Partido Verde para quebrantar el poder de los Demócratas o del establishment político norteamericano? Se da por hecho aquello que es más importante de demostrar.
Dar pequeños pasos graduales hacia adelante sin ningún mapa o guía en general conduce a los viajeros díscolos a un círculo o a un callejón sin salida. En política ha conducido a destinos mucho más graves.
Para trazar las posibilidades de la candidatura del Partido Verde, es mejor empezar por tomar sus palabras: la plataforma política que Jill Stein ha estado promoviendo y que es avalada por ella.
El “New Deal” Verde
La pieza central de la campaña del Partido Verde es su propuesta de un “New Deal” Verde, un camino para salir de la crisis económica a través de la sustentabilidad y la justicia social. Una serie de reformas que contrasta fuertemente con la continuidad neoliberal de los Demócratas. Garantiza el derecho al pleno empleo con salarios dignos. Un sistema de salud universal, un plan de viviendas accesible y el uso de las ganancias del estado democrático.
En las reformas ambientales defiende la “inversión de negocios verdes… con énfasis en las pequeñas compañías locales”. Promete un gran presupuesto para la investigación de energía renovable y afirma que los trabajos verdes serán la fuente del pleno empleo.
La plataforma defiende desarmar a los grandes bancos (muy parecido a lo que Sanders prometía). Y mantener una fuerte regulación sobre el resto. Quieren establecer bancos públicos federales, estatales y municipales como una alternativa, y ayuda estatal para los créditos estudiantiles e hipotecarios. Finalmente, incluye una cantidad de reformas democráticas para abrir las elecciones a otros partidos y un recorte del presupuesto militar del 50% que incluye el cierre de las bases de ultramar y las ocupaciones.
Como plataforma representa una alternativa radicalmente diferente al consenso neoliberal de los partidos dirigentes, mientras por otro lado se mantiene dentro de los límites imaginables de las reformas capitalistas. Esencialmente defiende la trasformación de EEUU en un estado de bienestar al estilo Escandinavo. Se posiciona como el ala izquierda dentro de las posibilidades capitalistas.
Stein incluso ha llamado a una sociedad más socialista, en el modo particular americano en el cual “más socialista” se entiende como más bienestar social Escandinavo. De todas formas, las propuestas y la retórica se mantienen dentro de una sociedad capitalista defensora de la propiedad privada. El problema no es el capitalismo, el problema es que las corporaciones y la elite han llevado el capitalismo muy lejos. Los negocios verdes, amigables con el medioambiente son la alternativa. La plataforma trata de salvar al sistema de sí mismo, curando sus problemas a través de un keynesianismo súper cargado de verde.
Imaginando la implementación
¿Cómo sería la transición a esta plataforma en la práctica? Después de todo, la plataforma del Partido Demócrata también incluye el pleno empleo y rechaza el Taft-Hartley (una notable ley anti empleo). Esto nunca evito que ignoraran esas posiciones después de cada elección.
Si el partido verde estuviera en una posición de poder implementar sus propuestas, muchas de ellas llegarían mucho más lejos de lo que sería tolerado por el capital o sus defensores en los aparatos judiciales y políticos. Es casi más fácil imaginar la revolución socialista que la trasformación completa del sistema estadounidense que están proponiendo. Perseguir el pleno empleo constantemente -por no mencionar varias reformas verdes que amenazarían el lento crecimiento capitalista- amenaza al sistema capitalista. Además, una de las peores prácticas del sistema bancario y financiero es precisamente crear las burbujas que evitan que la economía de EEUU se estanque. Habría una resistencia furiosa por parte de la elite que llegaría mucho más lejos que la arena electoral.
Como se ve claramente con el ejemplo de Syriza y otros experimentos reformistas, cuando estas reformas progresistas entran en conflicto con la realidad del poder capitalista, son forzados a elegir entre la capitulación o la revolución. Un liderazgo reformista llevara a las masas a la conciliación y la rendición. Incluso si están dispuestos a pasar los límites del capitalismo, los cimientos para una lucha revolucionaria no van a estar listos y el desafío parecería imposible, una profecía auto cumplida. Un programa transicional sin una organización revolucionaria consciente es meramente una ilusión.
De todas maneras, es bastante difícil que los Verdes sean puestos a prueba en la práctica. El New Deal verde es una plataforma de propaganda; no hay expectativas ni siquiera de que puedan ganar un solo congresal. Toma una posición teórica en el ala de la extrema izquierda dentro de las posibilidades del capitalismo en los Estados Unidos. La imposibilidad de implementarla va más allá de su función: está ahí para aplicar presión y llevar el debate y al partido demócrata a la izquierda.
La realidad del poder, la implementación o la traición de su plataforma, está más allá de las perspectivas del Partido Verde. La pregunta central es entonces, si este tipo de propaganda Verde es efectiva para la izquierda socialista. Y si nosotros debemos -como han hecho algunas de las organizaciones socialistas más grandes en los Estados Unidos como la ISO (International Socialist Organization), Socialist Alternative (SA) y Solidarity, defender, votar y participar en la campaña del Partido Verde.
El Rol de los Verdes
Ya que es difícil poder ver directamente lo que es la plataforma del Partido Verde, o compararla con otros partidos similares en el mundo, lo importante es que podamos verla como un producto del sistema político estadounidense y analizar la función que juega en él.
Dentro de este sistema, el Partido Verde juega varios roles. A nivel local se las arregló para ganar algunas oficinas. De todas maneras, donde han ganado, muchos de ellos las han usado de plataforma para trabajar con, y en última instancia unirse, al Partido Demócrata.
San Francisco es tal vez una de las regiones donde el Partido Verde estuvo más cerca de tener el poder. En el 2003, Matt Gonzalez del Partido Verde, se convirtió en el candidato a la alcaldía de la segunda vuelta y perdió con el demócrata Gavin Newaom por solo algunos puntos porcentuales. Esta estrecha derrota se logró con la ayuda de toda la estructura nacional del Partido Demócrata, incluidos Bill Clinton, Al Gore, Jesse Jackson y otros.
La victoria de hecho era posible. Aun así las políticas de González, aunque tradicionalmente progresivas, hubieran sido muy diferentes al socialismo. Un capitalismo progresista medioambiental, con negocios verdes, policías verdes, que llevan adelante arrestos y condenas verdes. Sería una amenaza para la corrupción local del establishment demócrata, pero no para el capital. González de todas maneras ha defendido el apoyo, por ejemplo, de reformas de derecha en las pensiones. Cualquier activista socialista que apoyara a González tendría que explicar eventualmente porque confrontan con la Policía Verde de su Alcalde en cada lucha popular y de los trabajadores en la ciudad.
Las fuerzas policiales Verdes se volvieron una realidad al poco tiempo. Mientras que González se retiró de la política local, Ross Mirkarimi tomo su lugar en la planilla de supervisores. Hizo historia prohibiendo las bolsas de plástico, y luego avanzo en ser elegido como comisario. Bajo su mandato en ese departamento, los prisioneros fueron torturados y obligados a pelear entre ellos al estilo de las batallas de los gladiadores. Mirkarimi fue arrestado por violencia doméstica. Fue defendido por el Partido Verde de San Francisco en una declaración en la que se redujeron los cargos a "conflictos interpersonales" y elogiaron a Mirkarimi por "asumir la responsabilidad públicamente de la salud y el bienestar de su familia". Sería muy difícil encontrar ese tipo de disculpas por violencia doméstica, incluso entre las filas de los republicanos.
¿Cuál fue el resultado del poder Verde en San Francisco? La defensa de la violencia doméstica y un departamento de policía que se volvió famoso por racismo y tortura a los presos. Esto ni siquiera reforzó la lealtad de Mirkarimi, quien -más allá de ser uno de los fundadores del Partido Verde de California- cambio su afiliación al Partido Democrata para avanzar en su carrera política, como hicieron muchos otros miembros del Partido Verde que llegaron a cargos públicos.
Mientras que se podría descartar como un caso único, San Francisco fue esencialmente la plataforma de lanzamiento para el Partido Verde, como un partido capaz de gobernar en el poder. Si así es como gobiernan donde la pasividad de llegar al poder está a mano, entonces es lo que debemos esperar que hagan en el poder. Nunca hubo un repudio del Partido Verde en esta sórdida historia, la declaración de apoyo a Mirkarimi todavía sigue online.
Solo desde la mirada de la liberación de las mujeres, los socialistas revolucionarios no podemos formar parte de un partido que defiende y glorifica a aquellos condenados de violencia doméstica.
Elecciones Nacionales
A escala nacional, más allá de cualquier perspectiva de poder o influencia, el Partido Verde ha jugado un rol diferente, uno que sigue siendo principalmente funcional al sistema. Las condiciones excepcionalmente restrictivas del sistema de los Estados Unidos, en el cual el que gana se lleva todo, ha transformado a cualquier tercer partido en una fuerza marginal de la política.
Actualmente, su principal objetivo es conseguir el 5% de los votos, y con ellos, cumplir con los requisitos para el financiamiento de las elecciones federales. Estos fondos serían suficientes para competir con los partidos más grandes, pero no significarían nada para resolver las contradicciones del sistema electoral. Les permitiría difundir su mensaje más eficazmente, recibir más atención de los medios y crear una mejor imagen pública para sus ideas. Sin embargo, como ya hemos afirmado, las ideas que promoverían están bastante lejos del socialismo.
A nivel nacional, la base de votantes del Partido Verde es mixta. La naturaleza del sistema electoral hace que para una gran cantidad de personas en los “estados asegurados”(safe states), sus votos no tengan incidencia sobre el verdadero ganador. Una gran cantidad de demócratas de izquierda vota a los Verdes con la intención de ejercer presión sobre el Partido Demócrata. La idea es forzar a los demócratas a que vuelvan a competir una vez más en la izquierda.
En el 2004, el partido capituló estrepitosamente nada más ni nada menos que ante la presión de Bush y llamó a una estrategia de campaña sólo en los “estados asegurados” (safe states). Esto fue un gran retroceso, que no han vuelto a repetir desde entonces. Sin embargo, esto demuestra los límites de su disposición a romper con el sistema bipartidista.
Incluso como partido minoritario, lo que la gente pretende al votarlos es un intento de presionar a los demócratas hacia la izquierda, así como forzarlos a recuperar el voto progresista. Esto explica en gran parte la brecha existente entre como miden en las encuestas los candidatos verdes y los votos que realmente obtienen (frecuentemente un tercio o menos de lo que miden). Los Verdes son vistos como una manera de ejercer presión e influencia sobre el partido demócrata desde afuera.
Nadie los engaña para que piensen que el Partido Verde va a ganar una elección presidencial. Por lo tanto, los simpatizantes de izquierda se salvan de haber sido traicionados. No obstante, la masa de votantes activos e indecisos no son ingenuos como para creer que los Verdes son una verdadera alternativa para ellos. La ausencia de estrategia, de un camino sobre el cual construir, en el cual la gente vea sus votos como una forma de establecer los cimientos de una mejor alternativa en el futuro ha dejado al margen a los verdes y a sus simpatizantes de izquierda.
¿Romper el sistema bipartidista?
¿Cómo hacemos para romper efectivamente el sistema bipartidista? La mayoría de la izquierda correctamente identifica esto como una batalla política clave en los Estados Unidos. Es un desafío que se da en distintos niveles – tanto en el plano de la política nacional como en el seno del movimiento obrero y los más amplios movimientos sociales.
Uno podría imaginar un cambio radical en el que el Partido Verde se enfrentara contra un eventual Partido Demócrata y Republicano en alianza. Por ejemplo, en el comienzo de la carrera política de Sanders tanto el Partido Demócrata como el Republicano apoyaron al candidato que se les oponía.
Sin embargo, la recomposición del sistema bipartidista en el 2003 en San Francisco alrededor de un eje Verde-Demócrata poco y nada hizo para acercarnos a la revolución o hacer avanzar las causas de los movimientos de los trabajadores y sociales.
Mientras el rechazo popular a los principales candidatos ha creado una brecha temporal para los Verdes, al mismo tiempo este año electoral ha creado un problema estratégico a largo plazo. Desde una posición de izquierda liberal, Sanders estuvo más cerca de lograr la victoria desde el interior del apañado Partido Demócrata, que los Verdes de superarlos desde afuera. Los Verdes, incluyendo a Stein, abiertamente apoyaron la candidatura de Sanders y simplemente se limitaron a transmitir que él nunca podría ganar desde adentro del Partido Demócrata.
El Partido Verde podrá mantenerse a flote temporalmente por los votos de los desencantados seguidores de Sanders, pero a la larga podría hundirse, como demostró con la lucha interna que éste dio para reformar a los Demócratas. Los Verdes carecen de una base clasista y del armamento político necesario para resistir la asimilación de su base. Uno no puede apoyar al candidato principal de un partido, y a la vez buscar romper de ese mismo partido.
Los Verdes no son si quiera un partido reformista de trabajadores que parta de fundamentos o análisis de clase. Su mayor apoyo se encuentra entre pequeños “Negocios Verdes”, el ala izquierda de las burocracias de las ONG y un sector policlasista de aquellos que están desilusionados con el sistema bipartidista.
Para realmente terminar con el sistema bipartidista, necesitamos bases inquebrantables y un compromiso de independencia política que sepa que no hay “mayor bien” que podamos esperar regateando por reformas bajo el sistema capitalista. Pocos arriesgarían reformas ya existentes por la promesa lejana de reformas mejores. Políticas audaces requieren de una visión audaz, un mundo nuevo en el cual terminarán las miserias de hoy y ayer.
Necesitamos de campañas que llamen a quebrar la hegemonía del sistema bipartidista, no solamente en la arena electoral, sino también en su base material dentro de la sociedad. El poder del PD (Partido Demócrata) no solo recae en la lógica del mal menor, sino también en sus bastiones, las burocracias sindicales y de las ONG. Su lógica de mediación, contención y control han llevado a nuestra clase sobre un sombrío camino hacia la evisceración en el altar de la ganancia capitalista.
No se puede dar la lucha por la independencia política sin la independencia de clase. No hay independencia de clase sin una lucha incansable contra las burocracias.
Las tareas de la izquierda
La izquierda marxista tiene acuerdo con esto, por eso es que principalmente se organiza como partidos independientes del Partido Verde. Sin embargo, para ellos, la situación política no estaría abierta para una campaña socialista, ni siquiera de independencia de clase. En Estados Unidos la conciencia de clase es muy débil, y por eso hay una concepción de que todo lo que podemos hacer es respaldar cualquier esfuerzo de los demócratas de romper esperando que esto nos lleve más adelante a un camino por la independencia de clase. Sabemos lo que es realmente necesario para alcanzar aquellas reformas de los Verdes, pero en nuestra intervención política sustituiremos lo que sabemos que es necesario, por lo que pensamos es más atractivo.
Ya sea bajo la presión de 30 años de reacción, o por la consecuencia de la debilidad política que causó ese período, la izquierda estadounidense se ha adaptado tanto a la marginalidad que no parece poder presentar su política honestamente.
El 2008 marcó un espectacular golpe al orden capitalista, sin embargo dejó la mayoría de las viejas costumbres intactas. Fueran o no justificadas en el periodo político anterior, la brecha abierta por la crisis ha creado una generación abierta a ideas anticapitalistas, socialistas e incluso comunistas.
Necesitamos que la izquierda diga la verdad. Para cualquier partido que aspire a ganar el apoyo de la clase trabajadora no hay principio más importante que siempre presentarle la verdad, un análisis real de los desafíos que enfrentamos. El cuento de hadas de las reformas del Partido Verde no convence a nadie. Subordinándonos a este relato, le estamos diciendo a las masas que existen puentes imaginarios en los cuales vamos a tener que depositar nuestras esperanzas de que algunos van a permanecer para permitirnos emprender esta larga marcha a través de las montañas.
La manera de abordar las elecciones pero también su trabajo en el movimiento obrero y los sindicatos es un problema recurrente de amplios sectores de la izquierda estadounidense. Permanece atrapada en una mentalidad profundamente defensiva, devorados por la idea de que nuestras ideas son demasiado marginales para hacerse valer.
Debemos romper con esta perspectiva derrotista. Para esto es clave un espíritu autocrítico y desafiante. Muy a menudo el oportunismo político ha sido justificado en respuesta a las continuas y repetidas derrotas de la izquierda. Se ha convertido en una sustitución de la inhabilidad de anclarse en la clase trabajadora y los trabajadores hispanos y afro descendientes. Nuestra política ha sido tildada de imposible o inalcanzable en la coyuntura política actual, en vez de reflexionar acerca de nuestros espacios de inserción, nuestra historia y nuestras organizaciones que deberían ser rigurosamente criticadas y mejoradas.
Respetar a nuestra clase, a nuestros aliados y a quienes aspiramos hacer camaradas comienza hablándoles con la verdad. Ningún marxista serio cree que algo menos que una revolución socialista o la inminencia de una pueda lograr reformas sustanciales y duraderas.
Abandonando el Partido Verde perdemos poco. La izquierda tiene la habilidad de organización, pero por sobre todo, las ideas para plantarnos y presentarle a nuestra clase el camino al poder. En una era donde millones votaron a un autoproclamado “socialista” dentro del PD, podemos y debemos aprovechar el momento para construir campañas electorales verdaderamente socialistas.
Traducción: Federico Gozzi – Maximiliano Ortiz – Romina Barbarini |