Una ciudad desarrollada como Madrid, “referencia nacional en el marco financiero y empresarial”, como dicen, lugar de encuentro cultural, artístico y de ocio, alberga en sus calles y parques más de dos millones de árboles, concretamente, según la “Auditoria extraordinaria del arbolado de Madrid” presentada el 21 de septiembre de este año, 2.073.265 unidades.
Es crucial que entendamos la importancia de la presencia de esta parte de la flora urbana más voluminosa, que no solo ornamenta Madrid con sus colores o aromas embelleciendo un entorno hostil para ellos, sino que aporta multitud de elementos positivos a un espacio urbano que lo maltrata sistemáticamente. Debemos entender los beneficios imprescindibles que los árboles ponen a nuestra disposición en un ecosistema artificial como el de las ciudades, dotándolas de humanidad natural al servicio de los vecinos y vecinas. Son seres vivos que interactúan para mejorar la calidad del aire reduciendo el CO2 y aportando oxígeno, favorecen la sombra y reducen el ruido, fijan el suelo y aportan materia orgánica para su formación, crean microclimas agradables, favorecen la habitabilidad de las aves y, para terminar, difuminan la imagen gris y hacen más coloridas las calles de las ciudades gracias a su ornamentabilidad.
El Medio Ambiente urbano, depende en gran medida, de la sostenibilidad de la propia ciudad y para ello se necesita una gestión apropiada. Madrid carece de ese tipo de gestión, y el arbolado en general, sufre por una gestión equivocada. Si no se es una persona cercana a la ecología o al medio ambiente, solo retendrá en su retina los casos de los últimos tres años de caídas o roturas de ramas o árboles, algunos de esos accidentes con consecuencias mortales para algunos vecinos de Madrid. Por eso creo necesario, profundizar un poco más en las causas que dan lugar a esas consecuencias y denunciar, a mi juicio, uno de los problemas que hacen que nuestro arbolado sufra casi siempre, desde el primer momento de su plantación en un alcorque viario o en algunos de nuestros parques o zonas verdes.
Me auto exijo a mí mismo, rigor en la objetividad al escribir este artículo. Por eso creo necesario agradecer las políticas de información y actuación que ha puesto en marcha la concejalía de Medio Ambiente y Movilidad desde el comienzo de esta legislatura en lo que se refiere al arbolado. Creación de la “Mesa del Árbol” el “Plan extraordinario de poda” o el “Plan extraordinario de plantaciones”, “Plan Estratégico de zonas verdes, arbolado y biodiversidad” al igual que la auditoría anteriormente citada, pero también, intentando ser justo, debo poner en conocimiento de los lectores, como se llevan a cabo estas actuaciones, bajo qué tipo de gestión y qué tipo de políticas respaldan la gestión que es incapaz de dotar de una vida natural al arbolado madrileño.
Nuestros árboles son víctimas de un entorno que no es el natural, el arbolado viario carece de un suelo óptimo para el desarrollo de la vida de un sistema radicular que se enfrenta a suelos poco fértiles, a suelos compactados, a poco espacio para el crecimiento radicular, a la falta de humedad del terreno y a las continuas obras públicas que no protegen el sistema de anclaje y obtención de alimento del árbol. A esto unimos el alto grado de contaminación que sufre Madrid, el cual afecta al arbolado en general, debilitando especies arbóreas que sucumben al ataque de plagas y enfermedades. Los criterios de poda en actuaciones lejanas (y no tan lejanas) que hieren a los árboles debilitándolos, impidiendo que los cortes infligidos compartimentalicen apropiadamente. El estrés hídrico que sufren, en muchas ocasiones, desde su plantación en alguno de esos planes o políticas de dotar de arbolado a la ciudad sin preocuparse de una conservación adecuada de los mismos.
La desacertada elección de las especies en algunas ocasiones, el inadecuado marco de plantación (muchos árboles en poco espacio) y el tratar como elementos de mobiliario urbano a seres vivos, es parte del problema. Pero la gestión de nuestro patrimonio arbóreo, que se une a nuestros arbustos, subarbustos, praderas de césped, macizos florales y todo lo relativo al medio ambiente urbano, es el principal desencadenante de que hoy por hoy, Madrid cuente con un 46% del arbolado dañado (según el último estudio de 2009).
La gestión privada de la conservación de nuestro arbolado es una causa directa del estado de nuestros árboles, así como las políticas que la ensalzan y desarrollan. El gobierno municipal anterior del PP, capitaneado por Ana Botella puso en marcha los conocidos contratos integrales. Divididos en 7 grandes contratos que unifican diversos servicios gestionados por empresas privadas, los contratos integrales 5 y 6 comprenden las unidades arbóreas en zonas verdes, arbolado de alineación, parques forestales, singulares y bosques urbanos (1.146.760 unidades), todos ellos con la conservación y mantenimiento realizada por empresas privadas. Estas empresas que pujaron a la baja en los concursos de adjudicación de los diferentes lotes en los que se dividen los contratos integrales de “Gestión del Servicio Público de Limpieza y Conservación de los Espacios Públicos y Zonas Verdes” y “Gestión Integral del Servicio Público de Parques y Viveros Municipales”, con la intención de apoyar una política de recortes en el gasto público municipal y que argumentaban un sobredimensionamiento de las plantillas y prometían una modernización mecánica de la conservación, así como un plan de sinergias entre diferentes sectores de plantillas (es decir, que los jardineros barran y los barrenderos poden), no les importó presentar un ERE, que terminó en ERTE, con el resultado de una gestión deplorable de los espacios verdes y entre ellos nuestro arbolado.
Los Contratos Integrales significaron una reducción drástica de los recursos económicos destinados a la conservación y mantenimiento acabando, además, con una gestión específica de la conservación del arbolado viario donde existía una plantilla profesionalizada que se ocupaba únicamente del arbolado viario y su conservación. La intervención del Servicio de Extinción de Incendios en el arbolado de Madrid por roturas o caídas de ramas o árboles pasó de 1.142 en 2008 a 3.549 en 2015. La Auditoría Extraordinaria del arbolado de Madrid, destaca entre otras cosas, la evolución de los importes de conservación de zonas verdes anteriores y posteriores a los contratos integrales, reduciéndose la inversión en un 39,21%:
Anteriores a 2009 —> 103.838.751€/año
En 2011 —> 89.942.534€/año
De 2014 en adelante (C. Integrales) —> 63.124.598€/año
Mientras se reduce la inversión en gastos de conservación y mantenimiento del arbolado de Madrid, los beneficios empresariales siguen intactos, sufre el patrimonio natural de la ciudad, sufren las condiciones laborales de las plantillas, se reduce el número de profesionales, aumenta la carga de trabajo y aumenta la responsabilidad política (si los vecinos y vecinas lo creen oportuno) de los legisladores. Las empresas nunca pierden.
Se han establecido unos lazos de complicidad entre el mundo empresarial, que arrastra dinero público a sus cuentas de beneficios, y los políticos que ponen en práctica políticas neoliberales que atentan contra el control fiscal, los servicios públicos, el sindicalismo y los sueldos de los trabajadores y trabajadoras. Y en esta coyuntura, nuestros árboles también son víctimas, y queda claro que el primer objetivo de la empresa privada no es la correcta y exigente conservación de nuestro arbolado, sino el beneficio económico. La propia auditoría que estoy comentando, habla de la modificación de los contratos integrales, pero la voluntad e iniciativa política (que ya no es la del PP, sino la de Ahora Madrid) debería ser la rescisión del propio contrato por incumplimiento continuado de la responsabilidad de la concesionaria a la que se comprometió.
Mientras no se apueste por una gestión directa municipal, mientras no se proteja al funcionariado de jardinería, mientras no se profesionalicen las plantillas, mientras no se dote de recursos económicos la conservación del arbolado, mientras no se cree una conciencia general de sensibilidad y protección de nuestros árboles, estos seguirán siendo víctimas.
Si se ahonda en las políticas neoliberales, si se cede el control al mundo empresarial, si se apuesta por dejar desaparecer a los funcionarios de jardinería del Ayuntamiento, si no se pone fin a la corrupción en los procesos licitadores, los árboles seguirán siendo víctimas.
La responsabilidad, por tanto, no es solo de las empresas concesionarias, ni del PP en su gobierno municipal anterior creando los contratos integrales, también lo es de este equipo de gobierno actual y de la concejalía de Medio Ambiente y Movilidad, que bajo mi punto de vista, da continuidad a las políticas conservadoras y no apuesta por un cambio claro y concreto defendiendo el programa electoral de Ahora Madrid.
Necesitamos a los árboles, les necesitamos vigorosos y cuidados, necesitamos una ciudad más avanzada y humanizada y para conseguirlo, deben cambiar las políticas. |