El plan del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) bajo la promesa de mejorar las condiciones de los trabajadores de su país no estaría exento de consecuencias para su gobierno, ya que Canadá y México están preparando su propia lista de demandas.
El TLCAN, con 22 años de vigencia, y otros acuerdos comerciales se convirtieron en un imán para muchos votantes irritados en los estados industriales de Estados Unidos, que llevaron a Trump hasta la Casa Blanca este mes.
Desde la entrada en vigor del TLCAN, el comercio total de Estados Unidos con Canadá y México se ha cuadruplicado, hasta los 1,3 billones de dólares anuales, pero el déficit comercial combinado de bienes estadounidenses con ambos países ha crecido de 9.100 millones de dólares en 1993 a 76.200 millones de dólares en 2015.
Trump -quien dijo el lunes que comunicará su decisión de abandonar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) en su primer día en el cargo- indicó que dejará el TLCAN si no puede mejorarlo a su gusto. Sin embargo, ha dicho poco sobre sus objetivos, más allá de detener la migración de fábricas y empleos hacia México.
Expertos comerciales, académicos y funcionarios gubernamentales afirman que Canadá y México buscarían también duras concesiones y que el arancel cero del TLCAN sería extremadamente difícil de alterar. Asimismo, es probable que cualquier renegociación dure varios años.
"En una renegociación, una parte puede venir con peticiones, pero la otra parte va a esperar concesiones", dijo Wendy Cutler, ex número dos del Representante de Comercio de Estados Unidos. "Debemos saber qué vamos a pedir y qué podemos dar".
Trump, quien calificó al TLCAN durante la campaña como "el peor acuerdo comercial de la historia" y amenazó con imponer un arancel del 35 por ciento a los autos ensamblados en México y otros bienes, pasaría momentos complicados si eleva las tarifas sin abandonar el acuerdo, indicaron expertos.
"No hay precedentes en negociaciones de libre comercio en que una parte suba las tarifas más que la otra", dijo Chad Bown, del Peterson Institute of International Economics de Washington. "Si los trabajadores estadounidenses son más caros que los mexicanos, la única forma de nivelar la cancha es hacer cosas que suban los costos en México", agregó.
Una manera de hacerlo sería negociar protecciones medioambientales y laborales más estrictas, que aumentarían los costos de manufactura en un país de menores ingresos como México.
El jefe del equipo de transición de Trump para asuntos comerciales, Dan Dimicco, declinó las peticiones de Reuters para comentar la situación.
El presidente de México, Enrique Peña Nieto, dijo el sábado en la cumbre del Foro de Integración Económica Asia Pacífico (APEC) que está dispuesto a discutir el TLCAN con Trump para "modernizarlo", pero no para "renegociarlo".
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, que se reunió con Peña Nieto en los márgenes de la cumbre APEC, indicó que "mantiene abiertas las opciones" sobre las discusiones comerciales con el presidente electo.
Por el lado mexicano, cualquier concesión que favorezca a los productos industriales estadounidenses podría encontrarse con demandas de incrementar las cuotas de importación de Estados Unidos para el azúcar mexicano y protecciones para la cosecha de papas de México. Por la parte canadiense, se abordaría una antigua disputa sobre exportación de madera.
Asimismo, ambos países exigirían probablemente un mayor acceso para competir en el proceso de compras del sector público de Estados Unidos, muy protegido por las leyes de "Compre Estadounidense". Un gran programa de gasto en infraestructuras del Gobierno de Trump lo convertiría en un objetivo más apetecible, señaló Cutler.
Fuente: Reuters/La Izquierda Diario |