Muchos trabajadores y jóvenes celebraron el comunicado de los senadores del PT, y después también de los diputados del PSOL, que anunciaba que ambos pedirían el impeachment (juicio político) de Michel Temer. Hay claros indicios de que el presidente cometió delitos de responsabilidad al favorecer a su “amigo de larga data”, el ministro de gobierno Geddel Vieira Lima.
El impeachment de Dilma mostró que la “oposición al PT”, en ausencia de la clase trabajadora como sujeto independiente, fue canalizada por la derecha más reaccionaria que aplicó un golpe institucional, fortalecida por los escándalos de corrupción y los ajustes de los propios gobiernos petistas. La bronca que compartimos por librarnos del actual presidente golpista y aplicador de importantes ataques sobre nuestros derechos como la jubilación, la salud y la educación y laborales puede ser canalizada para recomponer el actual régimen político en crisis, fortaleciendo aún más al poder judicial y a la derecha.
Por eso, aunque consideramos progresivo el sentimiento de muchos trabajadores que ven como ilegítimo a este gobierno, resultado de un sucio juego político del golpe institucional, necesitamos comprender que el problema de Temer no es solo un delito de responsabilidad (entro otros vínculos con la corrupción brasilera). Tampoco consideramos que la solución pase por un juicio político al gobierno a través del parlamento actual, es decir, un nuevo impeachment, pues solo fortalecería a nuevos sectores de la derecha y a los jueces privilegiados con cargos vitalicios, que hoy actúan como verdaderos “coroneles de la política”.
Necesitamos ligar la caída de este gobierno con una respuesta más de fondo, que cuestione al conjunto del régimen, sus mecanismos reaccionarios, sus esquemas de privilegios y corrupción. Por eso queremos discutir en esta nota que el impeachment de Temer no puede ser nuestra bandera. Debemos luchar contra el conjunto de la derecha, los golpistas y este régimen corrupto y de ataque a los trabajadores, a través de la imposición de una nueva Constituyente Libre y Soberana. Esa es la única posición de fondo e independiente de los trabajadores, contra todos los partidos que buscan maquillarlo para mantener con distintas tácticas al régimen corrupto. Esa es la única manera de luchar contra la nefasta derecha sin trabajar por la recomposición del PT, que le abrió camino.
En el caso de una eventual salida de Temer, sectores de la derecha disputan un espacio para continuar con una política ajustadora, con la legitimidad de la operación judicial “Lava Jato”, que investiga los entramados de corrupción en Petrobras. Los diarios Folha de S. Paulo y O Globo, elevaron el tono crítico en relación al atraso de Temer en la aplicación de los ajustes. El PT, por su parte, que no resistió el golpe y en los estados (como Minas Gerais) y municipios donde gobierna implementa los mismos ajustes neoliberales, busca recomponerse con miras al 2018.
Por eso, separar un enemigo (Temer) de otros (derecha, Federación de Industrias de San Pablo-FIESP, etc.) de los métodos para derrotarlos, lleva al desvío de un potencial movimiento en función de imponer una nueva salida ajustadora, de desgastar a la derecha esperando los resultados en 2018, mientras vamos sufriendo los ajustes. Vale recordar que derrotar un enemigo por las manos de otros, no lleva a fortalecer nuestras posiciones.
Al sacar al expresidente Fernando Collor a través del Congreso y con el apoyo de la corporación mediática Globo y buena parte de la elite, no logramos un fortalecimiento de los trabajadores. Por el contrario, lo que vimos como resultado fue una gran coalición neoliberal. Lo que está en juego es cómo los trabajadores aprovechan la crisis entre los de arriba, para levantar su posición, con sus métodos de lucha y programa, para poner fin a los ajustes y abrir un cuestionamiento al capitalismo.
¿Derrotando a Temer, derrotamos a los golpistas y a la derecha?
A quién no le gustaría que el problema de los trabajadores fuera tan simple. Que no existiese la corporación de medios O Globo cuestionando en televisión y en artículos de sus editores que Temer ya no tiene legitimidad para seguir aplicando los ajustes.
Veamos el ejemplo de Rio de Janeiro. ¿La misma Globo no está a favor de “castigar” al gobernador Luiz Fernando Pezão del PMDB carioca? Y entonces ¿qué quiere? Al vicegobernador Francisco Dornelles, del PP, partido heredero del Arena de la dictadura, en el gobierno para aplicar los profundos ataques que quieren descargar sobre el pueblo carioca.
El poder judicial, con jueces como Sérgio Moro y fiscales como Dallagnol, deja pasar la reforma laboral y de las jubilaciones vía la Corte Suprema (STF), ahorrándole el desgaste a Temer, y enriqueciéndose con la millonaria industria de premios por los testimonios de “arrepentidos”. Mientras, fortalece el autoritarismo contra los trabajadores y el pueblo. ¿No podría también embarcarse en esta aventura?
Aún no hay señales claras de que la elite adoptaría un “desembarco” del gobierno de Temer como hizo con Dilma (a pesar del claro aumento en el tono de la crítica hacia Temer por parte de Folha, de O Globo y la revista Veja). Pero si así lo deseara, ¿no lo haría justamente a través de un impeachment y nuevas elecciones, las mismas banderas esgrimidas por el PT y ahora por el PSOL? Es decir, por carecer de una política independiente podríamos estar junto a la Globo. Nada de progresivo puede venir por ahí.
¿Quién haría el impeachment? ¿Este Congreso de corruptos?
El impeachment, tal como lo vimos en el caso de Dilma, se daría mediante la aceptación (poco probable) de la denuncia contra Temer por parte del también golpista Rodrigo Maia del DEM, presidente de la Cámara de Diputados. Sin eso no comienza. Luego, se formaría la comisión para emitir un parecer, toda una guerra jurídica mediante, hasta que nuevamente la Cámara lo vote, y después ingresa al Senado. Ese proceso significaría que el reaccionario Congreso, el mismo que votó la destitución de Dilma en nombre de Dios, sus familias y propiedades, decida los rumbos del país.
Por ley, si el juicio político transcurriese en tiempo récord y terminase el 31 de diciembre, tendríamos nuevas elecciones. Si terminase a partir del 1° de enero, ese mismo Congreso reaccionario elegiría el nuevo presidente de la República. Exactamente, la misma institución que alberga a políticos como Eduardo Cunha (PMDB), a reaccionarios como Bolsonaro (PSC) y corruptos como Renan Calheiros (PMDB), elegiría entre ellos a quién presidiría el país. Lo mismo ocurriría con la destitución de Temer por la vía de la anulación de la fórmula presidencial Dilma-Temer a partir del 2017 por el Tribunal Superior Electoral (TSE).
Pero podríamos modificar la ley y tener nuevas elecciones
Nuevas elecciones relámpago, presididas por el juez de la Corte Gilmar Mendes en el TSE, sin tiempo de debate, con la izquierda censurada como en las elecciones municipales y con todos los privilegios a los políticos millonarios, solo podría resultar en nuevos ajustadores, “empresarios gestores” como Doria (actual intendente electo por San Pablo del PSDB), o incluso reaccionarios como Bolsonaro. Es a lo que apuestan, a partir de la elección del xenófobo y racista Trump en Estados Unidos.
No podemos separar la demanda política de librarnos de Temer de los métodos para hacerlo, y las demandas defensivas que tenemos como la lucha contra el ataque a nuestros derechos, contra los despidos que las patronales están implementando. Esas luchas tienen como enemigo no solamente a Temer, sino a los empresarios y los proyectos en el Congreso y principalmente el Supremo Tribunal Federal, que implementan ataques a nuestros derechos, como los descuentos a los huelguistas, la reforma laboral y la extinción del derecho a mejorar la jubilación continuando en actividad.
Tendríamos nuevas elecciones sin que la izquierda tenga garantías de participar en los debates televisivos, sin libertad para que los trabajadores puedan formar nuevos partidos si lo desearan. Es decir, con las antidemocráticas reglas de juego actuales (que están empeorando aún más con la reforma política de Aécio Neves-PSDB) los únicos favorecidos serán los millonarios y los empresarios.
Este es el programa de la reaccionaria Operación Lava Jato. Sérgio Moro y el poder judicial también están preocupados con el atraso en los ataques a los trabajadores. La Operación Lava Jato, aunque incida sobre un sector de la casta política corrupta, no busca acabar con la corrupción. Busca simplemente “limpiar” y relegitimar al régimen político corrupto para que implemente con más velocidad ajustes más duros que Temer –a pesar de los intentos- no logra imponer por su debilidad. Se trata de sustituir un régimen corrupto encabezado por el PT por un régimen corrupto liderado por la derecha.
Pero hay quién piensa, como algunos grupos argumentaban antes del impeachment a Dilma que deberíamos tener nuevas elecciones para todos los cargos, y hasta incluso con nuevas reglas. Pero, si consiguiéramos tener un movimiento que le impusiera a la Corte Suprema y al Congreso para tener nuevas reglas electorales, ¿por qué frenarnos ahí? ¿Por qué, entonces, no cuestionar el legado de la dictadura que tenemos en la Constitución actual (que está siendo modificada con todas las contrarreformas golpistas)? ¿Por qué no cuestionar la criminal deuda que consume el 50% del presupuesto federal? ¿Por qué no revertir las privatizaciones de los tucanos (partidarios del PSDB) y del PT y poner todos los servicios y empresas públicas lejos de las manos de los corruptos, lejos de la rapiña imperialista, es decir, estatizadas y administradas por los trabajadores? ¿Por qué no cuestionar los privilegios de los políticos, jueces, para que todos sean electos y revocables, y que ganen el mismo salario de un trabajador? ¿Por qué no imponer que todos los crímenes sean juzgados por jurados populares para garantizar y confiscar los bienes en los casos de corrupción y el fin de la impunidad de los asesinatos policiales? ¿Por qué, en suma no luchar por una nueva Constituyente Libre y Soberana y, en el marco de esos cuestionamientos, contribuir a que los trabajadores vean cómo no hay forma de garantizar nuestras reivindicaciones en los marcos del capitalismo, cómo es necesario luchar por un gobierno obrero de ruptura con el capitalismo y el imperialismo?
El impeachment es para el PT una maniobra para prepararse para el 2018
Una parte de la respuesta a estas preguntas se encuentra en que la fuerza política más influyente - aun hoy en sectores de la juventud y de los trabajadores por la vía de las centrales sindicales como la CUT y la CTB y del movimiento estudiantil como la UNE - el PT no quiere ninguna ruptura con este régimen político. No quisieron siquiera combatir el golpe. Como dijo Lula en aquel momento se trataba de hacer un gran movimiento, pero “no incendiar el país”.
El PT defiende el impeachment y supuestamente nuevas elecciones, pero está solamente preparándose para el 2018. Quiere desgastar a Temer, a la derecha y ofrecerse como articulador de una “resistencia” que va desde sectores “éticos” de empresarios como la terrateniente anti-golpe Kátia Abreu, pasando por el agresivo cacique regional y extucano Ciro Gomes hasta los movimientos sociales.
Es necesario levantar un programa independiente de los empresarios, contra la derecha y que no repita la conciliación petista con la derecha y los empresarios. Podemos luchar contra Temer y toda la derecha y los golpistas, pero con un programa independiente al del sector de la elite, que comienza a diseñar, centrado en derrotar a Temer para poner en su lugar a otro ajustador con mayor legitimidad. No será de las manos de este Congreso que conquistaremos algo progresista para nosotros, sino contra él. Por eso el único programa independiente del poder judicial y la elite, es luchar por una Nueva Asamblea Constituyente Libre y Soberana.
Junto a ese programa es importante sacar las lecciones de cómo el PT preparó el camino a la derecha para levantar un programa y una fuerza política que sea socialista y revolucionaria, que saque lecciones de las derrotas del PT para poner en pie un partido revolucionario de los trabajadores.
Se trata de una tarea planteada por la crisis nacional. Que saque lecciones de cómo la estrategia de conciliación de clases, es decir que empresarios y trabajadores pueden ganar juntos (lo que nunca ocurre, y en la crisis solo ellos ganan), de conciliación con la derecha, de los ataques que comenzaron a implementar, de asimilar los métodos corruptos del gobierno de cualquier partido capitalista, y por no resistir el golpe es que llegamos adonde llegamos. Sacar esas lecciones es clave para no repetir los errores de confiar que junto a los banqueros, de la FIESP, avanzaremos.
El nuevo capítulo de la crisis política nacional ofrece nuevos desafíos y oportunidades. ¿Estas oportunidades serán aprovechadas por una nueva derecha que surge, por la reconstrucción de la estrategia del PT o por una nueva estrategia, socialista y revolucionaria? |