Desde la llegada de Cambiemos al poder, ciertos sectores se sienten liberados. La forma en que empezaron a expresar sus ideas sin eufemismos, despojados del corsé de la corrección política, da cuenta de su envalentonamiento.
Las empresas mediáticas, las cámaras empresariales y la Iglesia, acostumbran a impartir siempre y donde pueden, lecciones sobre sus concepciones ideológicas, éticas y morales. El hecho es que ahora estos sectores impulsan una avanzada ideológica en este sentido, bajo el ala del Gobierno de los Ceos que les da tranquilidad y mayor soltura para hacerlo.
Mirar los noticieros y programas periodísticos puede ser insoportable. La catarata de enunciados, opiniones, calificaciones y observaciones de sentido común, abruma. Esta semana fue Pamela David y su evocación admirada de la familia “blanca y pura” de Macri saludando desde el balcón, quien ocupó el puesto número uno en el ranking de comentarios derechosos de la televisión. Pero también se destacó Enrique Pescarmona, uno de los 40 empresarios más ricos del país, quien sostuvo que las nenas de 14 años se “hacen preñar” a propósito para que les den unos pesos. El señor, encabeza sin dudas el ranking del comentario misógino de la semana y posiblemente del año. El premio de La Bolsa de Comercio de Córdoba a Agustín Laje, joven misógino y homofóbico, que ataca a la izquierda con argumentos que solo la Iglesia y las patronales pueden aplaudir, va en la misma sintonía.
Estos ejemplos muestran un avance en el intento de derechizar la agenda, en el que más abiertamente se afana desde el primer día de la gestión de Cambiemos, el diario La Nación. Luego apareció Lanata con su nueva temporada de PPT, en canal 13 del Grupo Clarín y sus informes antiinmigrantes.
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Innumerables veces se ha definido desde este diario que Macri es todo lo neoliberal que le permite la relación de fuerzas en el plano económico y político. En el plano ideológico y cultural, también avanza según esta fórmula y junto con él, el arco mediático, empresarial y eclesiástico que más de una vez, se encuentra más a la derecha que el propio oficialismo.
¿Cómo pudo pasar esto?
“A la pobreza no la inventó Macri”, sostuvo recientemente Fernando “Chino” Navarro, en una entrevista a La Nación PM. De la misma forma, al racismo, la xenofobia y la misoginia tampoco. Los discursos e imaginarios sociales que hoy circulan con más fuerza no surgieron súbitamente el 10 de diciembre. Los sectores de la población que los hacen suyos y los reproducen, tampoco son gente fascista que de golpe descubrió que le cabía la derecha.
Nunca falta, ante las denuncias de este diario por las políticas ajustadoras y de derecha de Cambiemos, el comentario de algún lector que reflota la discusión del voto en blanco propugnado por el Frente de Izquierda, no sin altas dosis de ironía: “¿Macri y Scioli eran lo mismo?”. De acuerdo a esta lógica, de haber ganado Scioli, ¿las personas que hoy le echan la culpa de sus problemas a los inmigrantes de los países limítrofes, estarían señalando a las corporaciones y al imperialismo como los responsables de sus penurias?
Lógicamente, como ya se dijo, el espíritu de Cambiemos hace que la situación sea propicia para que proliferen nuevos voceros de ideas reaccionarias o que incluso, viejos conocidos como Baby Etchecopar, se desboquen más de lo acostumbrado. Pero sin dudas, algo de continuidad en estos cambios tiene que haber para que sus discursos calen de manera particular, en este momento particular.
La pregunta entonces es ¿cómo puede ser esto luego de tantos años de “batalla cultural” en pos de una “cultura igualitaria?” Aquí claramente, el nombre Miguel Ángel Pichetto puede aportar alguna clave para comprender los límites y la profundidad de dicha batalla.
¿Cómo olvidar al que fuera secretario de Seguridad del kirchenrismo, Sergio Berni, quien reprimió salvajemente a los trabajadores de Lear y también arremetió contra los inmigrantes? ¿Cómo no recordar a Alejandro Granados, “el mata guachos”, quien también estaba en lista para conformar el gabinete Sciolista y aseguraba que había que meter bala a los delincuentes? ¿Cómo no pensar en el mismísimo Daniel Scioli, quien en algún reportaje que muchos prefieren no recordar, reivindicó lo actuado por los militares en la dictadura? La derechización había llegado hace rato.
Como se expresó en este artículo, publicado poco después del ballotage, el supuesto “giro a derecha” de las masas populares que votaron a Macri, en realidad no fue un giro propiamente dicho, abrupto o sorpresivo. La gente que votó a Macri no votó los ’90, no votó el neoliberalismo.
Sin embargo lo que se constató con el voto a Cambiemos, fue un cierto triunfo del neoliberalismo en el plano ideológico y cultural, que sobrevivió más o menos solapado en el período de bonanza económica que gobernó el progresismo kirchnerista. Cuando las papas queman y la situación económica es de ajuste, los ánimos se exaltan, el sentido común se exacerba y los prejuicios instalados cobran otra notoriedad.
La “ética protestante”, individualista, meritocrática, que reivindica la cultura del esfuerzo para denostar “al que quiere vivir de los planes del Estado”, eso que emerge con más fuerza hoy, no fue alcanzado por ningún embate certero de la batalla cultural del progresismo. |