En esta segunda y última entrega repasaremos parte de algunas historias populares gatunas y ofreceremos algunas sugerencias para adoptar esta maravillosa mascota.
Estadísticamente se dice que de un perro en el planeta existen tres gatos, por lo que los gatos son populares, y además mayoría entre las mascotas domesticas aunque no se perciba tan así. Hasta finales del siglo XIX solían vivir mayoritariamente en aldeas, campos y lugares abiertos, hasta que de a poco fueron incorporados a la urbe, a la gran ciudad, y esto ayudó a acabar con inmensas plagas de roedores que traían enfermedades a la población, como por ejemplo la peste. Alrededor de 600 millones de esta clase de felinos abundan por todo el mundo según los datos de EGN (Ecology Global Network). Esta cifra comprende a los gatos domésticos, pero se eleva 100 millones más si incluimos a los gatos salvajes que abundan por diferentes rincones de la naturaleza.
Hacemos hincapié en que es muy importante la esterilización minimamente después de una camada de nacidos de la hembra, para que no abunden los mininos sin hogares, desprotegidos totalmente y abandonados en basurales, muchos de ellos asediados por jaurías de perros, maltratos humanos (envenenamientos, disparos con armas, etc.) atropellamientos y enfermedades de todo tipo que terminan con la vida del animal muy prontamente.
Algunas historias
“No estemos más separados”, parece decirle Cortazar a Adorno, nombre del filósofo alemán que el escritor le puso a este gato callejero, famélico y herido, que encontró en la puerta de su casa de vacaciones en Saigón. Cortázar lo describía como un gato sucio y canalla. Cortazar en Rayuela, su emblemática novela, la Maga recogía gatitos abandonados…
La historia de Hemingway con los felinos es novelesca. No solo porque llegó a tener más de 50 a los que consideraba parte del espíritu de su casa de Key West en Florida, sino que además escribió uno de los cuentos más bellos de este tipo. El gato bajo la lluvia. Aquí un extracto del mismo:
La dama americana lo observó todo desde la ventana. En el suelo, a la derecha,un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio. El gato tenía que estar a la derecha. Tal vez pudiera acercarse protegida por los aleros. -Voy a buscar ese gatito -dijo ella. - Iré yo, si quieres -se ofreció su marido desde la cama. -No, voy yo. El pobre minino se acurrucaba bajo el banco para no mojarse ¡Pobrecito! . El banco estaba allí, brillando bajo la lluvia, pero el gato se había ido. La mujer se sintió desilusionada. La criada la miró con curiosidad. -Ha perduto qualque cosa, signora? -Había un gato aquí- contestó la americana. -¿Un gato? -Si, il gatto. -¿Un gato? -la sirvienta se echó a reír -¿Un gato? ¿Bajo la lluvia? -Sí; se había refugiado en el banco -y después- ¡Oh! ¡Me gustaba tanto! Quería tener un gatito. Cuando habló en inglés la doncella se puso seria. -Venga, signora. Tenemos que regresar. Si no, se mojará. -Me lo imagino- dijo la extranjera. Volvieron al hotel por el sendero de piedra. La muchacha se detuvo en la puerta para cerrar el paraguas. Cuando la americana pasó frente a la oficina, el padrone se inclinó desde su escritorio.
Ella experimentó una rara sensación. El padrone la hacía sentirse muy pequeña y a la vez, importante. Tuvo la impresión de tener una gran importancia. Después de subir por la escalera, abrió la puerta de su cuarto. George seguía leyendo en la cama. -¿Y el gato? -preguntó abandonado la lectura. -Se ha ido. -¿Y donde puede haberse ido? -dijo él, descansando un poco la vista. La mujer se sentó en la cama. -¡Me gustaba tanto! No sé por qué lo quería tanto. Me gustaba ese pobre gatito.No debe resultar agradable ser un pobre minino bajo la lluvia.
George se puso a leer de nuevo. Su mujer se sentó frente al espejo del tocador y empezó a mirarse con el espejo en mano. Se estudió el perfil, primero de un lado y después del otro, y por último se fijó en la nuca y en el cuello. -¿No te partece que me convendría dejarme crecer el pelo? -le preguntó, volviendo a mirarse de perfil. George levantó la vista y vio la nuca de su mujer, rapada como la de un muchacho. -A mí me gusta como está. -¡Estoy cansada de llevarlo tan corto! Ya estoy harta de parecer siempre un muchacho. George cambió de posición en la cama. No le había quitado la mirada de encima desde que ella empezó a hablar. -¡Caramba! Si estás muy bonita -dijo.
La mujer dejó el espejo sobre el tocador y se fue a mirar por la ventana. Anochecía ya. -Quisiera tener el pelo más largo, para poder hacerme moño. Estoy cansada de sentir la nuca desnuda cada vez que me toco. Y también quisiera tener un gatito que se acostara en mi falda y ronroneara cuando yo lo acariciara. -¿Sí? -dijo George. -Y además quiero comer en una mesa con velas y con mi propia vajilla. Y quiero que sea primavera y cepillarme el pelo frente al espejo, tener un gatito y algunos vestidos nuevos. Quisiera tener todo eso.
¡Oh! ¿Por qué no te callas y lees algo? -dijo George reanudando su lectura. Su mujer miraba desde la ventana. Ya era de noche y todavía llovía a través de las palmeras. -De todos modos quiero tener un gato -dijo-.Quiero un gato. Quiero un gato. ahora mismo. si no puedo tener el pelo largo ni divertirme, por lo menos necesito un gato. George no la escuchaba. Estaba leyendo su libro. Desde la ventana, ella vio que la luz se había encendido en la plaza. Alguien llamó a la puerta -Avanti- dijo george, mirando por encima del libro. En la puerta estaba la sirvienta. Traía un gran gato de color carey que pugnaba por zafarse de los brazos que lo sujetaban. -Con permiso -dijo la muchacha- el padrone me encargó que trajera esto para la signora.
El gato solidario, Felix el vagabundo
Algunas sugerencias del autor
Si vas a adoptar un gato tené en cuenta que “no sos el dueño de él”; que ellos sienten al igual que vos y que lo único que precisan es que les des contención, amor, interacción en juegos por un ratito (15 minutos intensos por día alcanzan, te lo aseguro) y solo un poco de alimento, ya que al ser cazadores por naturaleza pueden llegar a conseguir comida para un día entero si se lo proponen (a diferencia del perro que no corre con esta ventaja) y agua.
Otra de las sugerencias es que si los vas a tener en departamentos lo ideal para que no se estresen es que los hagas jugar todo lo que puedas, y en lo posible por la noche antes de darles de comer (con bollitos de papel, linternas láser, cordones o hilos agarrados de un palito), eso ayudará al animal a disponer de toda esa energía concentrada y canalizarla para ese momento desestresandolos (son animales que se estresan con facilidad, una caricia en su lomo también colabora para que adquieran mejores actitudes de relajación).
Además es conveniente que al no tener suficientes espacios para andar en terrazas, patios, techos, baldíos y terrenos, estén liberados por el departamento y que hagan suyo cada rincón. El gato es un animal muy territorial y querrá hacer suyo cada espacio de la casa. De hecho las marcaciones territoriales que suelen realizar son de tres tipos: las visuales marcando cajas o muebles por ejemplo, las olfativas a través del pis y las táctiles con el roce sobre el cuerpo de una persona o de otro gato.
Si ellos hacen sus necesidades en cajas de piedritas o arena, se deberá limpiarla a diario, porque al no estar limpias se sienten incómodos y hacen sus necesidades en el suelo. Distinto ocurre con los gatos en la vejez (a partir de los 10 años aproximadamente), suelen tener problemas en sus huesos y articulaciones, así que prefieren hacer directamente en el suelo y no en cajas de piedras sanitarias que les produce dolor. También son bastante aficionados a las masetas de tierra.
Si encontrás alguna conducta rara en el animal al adoptarlo, no pienses que son agresivos por naturaleza, seguramente hayan sido maltratados, criados en la barbarie callejera, azotados por vaya a saber quién, o quizá tengan alguna enfermedad que los mal predisponga (sea de la piel, neuronal, o de su aparato urinario, algunas de las más comunes). Siempre es importante consultar con un veterinario al respecto. Que puedan vivir en un ambiente no hostil y tranquilo mejora rotundamente su calidad de vida.
Los dejamos con la mejor serie de gatos que existió en la televisión. Don Gato, es el líder de una pandilla de gatos callejeros que solo busca sobrevivir en una ciudad cosmopolita en medio de las riquezas. La banda integrada por Panza, Espanto, Benito, Demóstenes y Cucho vive en un basurero. Por su parte, el oficial Matute, policía del barrio, trata infructuosamente de atraparlos y llevarlos a la cárcel. Uno de los motivos para el arresto era que Don Gato trataba de utilizar un teléfono como propio pero que era propiedad de la policía.