La escritora, traductora y albacea de Julio Cortázar, falleció a los 94 años en París, en el Centre Hospitalier Sainte-Anne, en el sur de la capital francesa. Se encontraba internada desde el jueves pasado, luego de sufrir un accidente cerebrovascular.

Nacida en Buenos Aires, el 23 de febrero de 1920, Bernárdez estudió Letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA), se graduó de licenciada en Literatura y conoció al autor de Rayuela a fines de los años 40.

En 1952, Aurora dejó Buenos Aires para instalarse en París junto a Cortázar. Por motivos económicos se trasladaron a Florencia y luego a Roma, para regresar a París un año más tarde y casarse en el barrio de La Mairie. La pareja se afianzó definitivamente el París legendario del «be bop», inmortalizado el célebre cuento de Cortazar, El perseguidor, inspirado en la vida del gran exponente del género y saxofonista Charly Parker.

Su matrimonio duró 14 años, de 1953 a 1967, pero una relación de amistad hasta la muerte del escritor, en 1984. Tal es así que Bernárdez asistió y acompañó a Cortázar durante toda su enfermedad, luego del fallecimiento de su segunda esposa, la escritora estadounidense Carol Dunlop, y se convirtió en la única heredera de su obra publicada y de sus textos.

Junto a Cortazar, Aurora realizó grandes trabajos como las traducciones de Poe, Yourcenar, Calvino y fue muy relevante en la escritura de sus libros mas destacados, incluyendo Rayuela. También tradujo a Camus, Sartre y Durrell.

Aurora Bernardez, esa mujer sonriente, vital y de una memoria prodigiosa, fue la encargada de revitalizar toda la obra del gran autor. Entre otras cosas, hizo publicar las cartas de Cortázar.