Finalmente, ayer en horas de la tarde el Ministerio de Trabajo de Nación dictó la conciliación obligatoria en el conflicto abierto tras el anuncio de YPF de dejar sin trabajo a más de 1600 trabajadores petroleros. En virtud de esto, el senador y dirigente del Sindicato del Gas y del Petróleo, Guillermo Pereyra, se apuró a desmontaron el paro de 48hs iniciado ayer lunes, en tanto que Manuel Arévalo hizo lo mismo en lo que respecta al personal jerárquico de la actividad hidrocarburífera. Ya desde las 20hs se comenzaron a normalizar las tareas en los yacimientos de Neuquén, Río Negro y La Pampa, por lo que la medida no alcanzó a cumplir ni un día.
Si bien la parte gremial acató la medida -dictada por 15 días-, no está dicho que la voluntad sea la misma por la parte empresarial. De hecho, si bien fue YPF quien anunció los despidos, son distintas empresas privadas las que van dando de baja al personal, según se van cayendo sus contratos con la compañía semi estatal que dirige Miguel Ángel Gutiérrez. Esto será motivo de negociación en la mesa de negociación que el Ministerio de Trabajo convocó para estos días.
La magnitud del anuncio realizado por YPF la semana pasada, sumado a los constantes despidos que se vienen sucediendo en la industria petrolera, removieron el avispero y en los yacimientos hay estado de deliberación permanente, que las 12hs de paro realizadas no alcanzaron para acallar. Si bien el paro fue contundente, las declaraciones de Pereyra anunciando que su plan era negociar mejores indemnizaciones, sublevó no sólo a quienes iban recibiendo los telegramas de despido, sino a quienes mantienen sus puestos de trabajo pero ven en esta avanzada la incertidumbre que se cierne sobre su futuro.
Este será uno de los grandes costos que deberá pagar la conducción gremial, que es vista cada vez más como una aliada del gobierno nacional y las empresas. En el año han sido varias las ocasiones en que grupos de trabajadores realizaron manifestaciones, cortes de ruta, e inclusive tomas de depósitos, por fuera del amparo gremial. No pocas veces las autoridades sindicales tuvieron que salir a apagar incendios, a la saga de sus bases.
En este contexto, si bien la conciliación obligatoria abriga la esperanza para varios trabajadores de ser reincorporados, no oculta que el veloz acatamiento por parte de la dirigencia tiene el objetivo de desmontar cualquier proceso que pudiera gestarse entre los trabajadores por la base. Esto, que sería una condición indispensable para enfrentar verdaderamente los despidos en el petróleo, es vivido como una pesadilla por Pereyra y Arévalo. |
