Una vida a la que le quedaba toda una vida,
sus momentos más felices tenían cancha para rato.
Un sin fin de preguntas y sentimientos que se entrecruzan,
pero las más fuertes son el por qué y hasta cuándo.
Es que duele, duele perder a uno de los nuestros.
Bronca. Y asco al capitalismo.
Esa máquina infernal que devora vidas.
Esos empresarios y políticos cuyo cultura es el dinero.
Su lenguaje: el desprecio.
Los detesto.
Para ellos, primero están sus ganancias, sus negocios. . .
después, mucho después,
nuestras vidas.
En esta sociedad,
nos convertimos en expertos en hacer malabares,
en esa disputa por el tiempo para vivir,
es que hacemos de todo,
dormimos pocas horas
para vivir nuestros sueños despiertos,
y descansamos menos,
para hacer los que nos gusta,
escapando así, ponele, virtualmente de la vida laboral.
Matías me hace acordar al otro talento del mundo subterráneo,
Kike, quien entre baldes y escobas,
escribe novelas reconocidas internacionalmente.
¿Cuánto talento estará latente en la clase trabajadora?
¿Cuántos no podrán desarrollarse por el peso de sus trabajos?
Es que el mundo está al revés,
el trabajo es sinónimo de explotación,
dar tus brazos y tiempo a cambio de un salario,
el justo y necesario para que tengas que volver al otro mes.
Libres de ser esclavos modernos.
El trabajo debería ser un aporte,
una cuota de labor para que a la sociedad no le falta nada.
Queremos que abunden las horas y dias libres,
para que estalle el potencial de nuestras capacidades.
Una vida hermosa, libre de todo tipo de opresión.
Después de haber regalado tantas gambetas
se lo extrañará en los vestuarios y partidos,
luego de haber desparramado tantas sonrisas en horas de trabajo,
se lo extrañará también en los vestuarios y el descanso.
Bajaremos a la H y aún sin haberlo conocido,
lo extrañaremos en los vagones,
en las escaleras, en los andenes,
lo extrañeramos y exigeremos justicia,
no queremos más muertes obreras. |
