No ha pasado un día de la semana en el que no se registrara la llegada de nuevos telegramas de despidos. Todos los días algún compañero es notificado para que abandone su puesto de trabajo, aunque esté de franco o trabajando. Lamentablemente, cada vez más equipos dejan el campo y ya los representantes de la operadora YPF dicen abiertamente que no van a regresar.
Un amigo del campo me relataba: “ya llevo más de tres años sin equipo, me tenían haciendo relevos donde hiciera falta. En el último mes sólo trabajé tres día. Era casi normal para mí, pero cada vez se quedaba más gente en la casa. Hasta que no salí más. El 10 de diciembre me llegó el telegrama a mi casa, en Cutral-Co. Ya estaba enterado de la otra tanda de telegramas, pero pensé que había zafado por lo de la conciliación obligatoria. Pero no, me llegó igual. Y a la tarde me llamaron diciendo que estaba desafectado porque la empresa pasaba un mal momento. Para que ellos no pasen un mal momento, lo tenemos que pasar yo y mi familia”.
Los delegados insisten en que no es posible que sigan enviando nuevos telegramas, pero acá nadie respeta a los trabajadores. Todo parece indicar que no va a haber buen puerto para esta negociación. Hoy circulaba la misma noticia en todos los grupos, escrita por distintos medios: para los que tuviéramos la suerte de no ser despedidos, bono de $15.000; para los menos afortunados, indemnizaciones en doce cuotas de $15.000 a $20.000. ¿El uno a uno, como dice la ley? Bien, gracias. ¿Una broma? Pareciera. ¿Éstas son las indemnizaciones que iba a pelear el sindicato? Muchos compañeros creen que el ‘Caballo’ Pereyra tiene un as en la manga, y que a último momento va a sacar su inefable capa de Superman y se va a aparecer con una propuesta superadora que va a hacer temblar a estos empresarios canallas. Pero lo cierto es que a medida que pasa el tiempo, se aleja del camino del héroe y más bien se parece al de un Guasón supervillano, el cual sólo posee como arma secreta una triste pistola de agua.
Los mismos medios de información relatan: “Como esta alternativa fue objetada por los gobernadores (hablando del fallido intento de bajar el precio del barril criollo, NR), se intenta disminuir el desagrado social de la medida con la indemnización en doce cuotas, con lo cual los efectos recién se sentirán en los primeros meses de 2018, es decir después de los comicios de renovación parlamentaria que pueden dejar a Cambiemos y el presidente Mauricio Macri en serias dificultades si se produce un revés político”. Estos paladines de la información, continúan: “Lograr avanzar con los 2.000 despidos que se plantean en esta coyuntura implicaría también que la actividad, de ahora en más, volverá a reducir puestos de trabajo con indemnizaciones más económicas y menos traumáticas, de acuerdo a lo que mande el mercado en cuanto a niveles de actividad."
O sea, vamos para una conciliación de un mes de duración, que terminará consolidando los despidos, con indemnizaciones por debajo de lo que la ley indica, despidos baratos y en cantidades a gusto del empresariado, con la sonrisa cómplice del sindicato que sigue las negociaciones tratando de salvar la poca credibilidad que le queda.