Según los cálculos de la prensa y algunos asistentes, en Zaragoza, la capital aragonesa, acudieron 400 personas, a lo que se suma un centenar de trabajadores de Huesca y Teruel, 50 personas respectivamente. Según los sindicatos, acudieron “más de un millar de personas”.
Pero estas no son las únicas manifestaciones. La convocatoria lanzada por las ejecutivas sindicales de UGT y CCOO en solitario, son una Jornada que dura desde el jueves 15 hasta el domingo 18, en diferentes ciudades en distintos días. Sin embargo, estas primeras movilizaciones en capitales menores como Zaragoza no parecen ser un buen augurio para la futura manifestación del 18 de diciembre en Madrid.
La próxima manifestación convocada por Toxo y Alvarez en Madrid, si quiere utilizarse como moneda de cambio con el gobierno, tendrá que ser como mínimo, igual de multitudinaria que las anteriores (y ya lejanas) manifestaciones convocadas el 14 de noviembre de 2012. Y que llegaron alcanzar, según la Guardia Urbana, más de 110.000 trabajadores en Barcelona, y 35.000 personas en Madrid, según la Delegación de Gobierno.
Después de 3 años sin movilización alguna por parte de las Ejecutivas sindicales, siendo garantes de la estabilidad y la paz social de un gobierno que venía aplicando duros ataques contra los trabajadores, es una posibilidad no muy remota que este próximo domingo no sea la movilización esperada por la burocracia sindical. Y es que el rol jugado por la burocracia sindical durante este tiempo es una piedra de mucho peso para millones de trabajadores que ven como han ido empeorando sus condiciones de vida.
El secretario de organización de CCOO, Fernando Lezcano, previendo y excusándose en esta baja participación a las primeras manifestaciones del día 15, declaro que “las movilizaciones serán dilatadas en el tiempo y de intensidad creciente”. Pero la realidad es que no solo las negociaciones mantenidas con el Gobierno y las movilizaciones previstas estos días por los sindicatos no entusiasman a los trabajadores, sino que la estrategia de las principales centrales sindicales es desgastar las posibilidades de movilizaciones que pudieran existir.
Y es por esta razón que no se han propuesta la convocatoria de Huelgas Generales para este curso, que pueda, de algún modo, canalizar por la positiva, la acumulación de cabreo entre los sectores populares que vienen padeciendo despidos, precarización, bajos sueldos, reformas laborales, etc...
Las propias declaraciones de Toxo y Alvarez sobre la necesidad de movilizarse ante un gobierno deslegitimado y “en minoría”, pone en entredicho las jornadas de protesta y las negociaciones mantenidas por el Gobierno. Precisamente por estos argumentos que esgrime la burocracia sindical, es paradójico que no aprovechen esta situación de debilidad para imponerle un plan más duro de movilizaciones que tumbe las contrarreformas laborales. Pero el hecho de que no se propongan este plan es precisamente porque la burocracia es plenamente consciente de que un llamado a las huelgas generales es un instrumento muy peligroso que podría poner en peligro la estabilidad de un Gobierno en minoría.
Y es totalmente lógico, pues en esta situación de minoría en la que se encuentra el gobierno, por ninguna razón, la burocracia sindical pensaría la posibilidad (si es que no existe una crisis social mayor) de poder echar a un Gobierno de su cargo en plena legislatura. Un hecho con consecuencias imprevistas de difícil control. Un acto totalmente legal por otra parte (visto la renuncia de Renzi en Italia), pero un acto que, a ojos de millones de trabajadores, asestaría un magnifico precedente al ser el primer gobierno depuesto y sustituido por movilizaciones de masas sin haber podido acabar la legislatura.
El objetivo de la burocracia sindical es hacer pasar los principales ajustes del Gobierno sin que con ello desestabilice y deslegitimice aún más su actual rol como el principal sostén del régimen político. O, como otra variante, se prepara para un recambio de gobierno lo más tranquilo y pacifico posible, apostando a una alianza Podemos-PSOE, a través de un desgaste paulatino, pero no excesivo del partido de Mariano Rajoy.
Está por verse como se desarrollan estas manifestaciones y futuras manifestaciones, pues la clase obrera tiene en sus seno numerosos sectores que podrían hacer estallar las crisis social por otros medios. |