Hace unas semanas atrás una noticia conmovió al Perú, la niña Kiara de 11 años de edad, falleció por un cuadro de infección y desangramiento después de haberse sometido a un aborto clandestino con 6 meses de embarazo, producto de una violación. Quien la agredió sexualmente fue su primo de 18 años, ya que la niña hace tres años vivía con sus tíos y sus dos primos; porque su madre falleció cuando ella tenía 8 años y su padre por motivos laborales no podía quedarse al cuidado de su hija y es por ello que decide enviarla con sus tíos maternos.
En junio de 2015 el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, publicó un registro de violaciones sexuales de los últimos 5 meses de ese año, en el cual se señala que de 1,327 casos, 946 eran niñas y adolescentes entre 0 y 17 años. El antropólogo, Jaris Mujica en su libro “Violaciones sexuales en el Perú 2000-2009” nos muestra también que en solo diez años, se registraron 68 mil violaciones, además señala que 8 de cada 10 víctimas de violación sexual son niñas y adolescentes.
Como vemos entonces, el caso de Kiara no es un hecho aislado, refleja dos grandes problemas sociales; por un lado las violaciones sexuales a menores y por otro lado el aborto clandestino.
En el Perú el aborto es considerado ilegal y por tanto sancionado penalmente, pero ello no impide que se realicen de manera clandestina poniendo en riesgo la vida de las mujeres. Según el Ministerio de Salud, el aborto causa el 7 % de las muertes de las mujeres. Cabe mencionar que las muertes por hemorragias y por infección que representan el 60% y 13% respectivamente (información proporcionada por la ONG Pronsex) no son consideradas como consecuencias de un aborto clandestino al momento de su registro, ya que las mujeres tampoco manifiestan haberse practicado un aborto al momento de su ingreso a los hospitales por temor a ser procesadas penalmente debido a que el código penal vigente establece penas privativas de su libertad que van de los 2 a los 5 años.
Según el Centro Flora Tristán, en el Perú anualmente en promedio se realizan 352 mil abortos inducidos. Asimismo, aproximadamente 65 mil mujeres son hospitalizadas por complicaciones de aborto cada año.
Las violaciones sexuales tienen que ver con el arraigado machismo que existe en nuestra sociedad, el cual se potencia con la cultura sexista que promueven los medios de comunicación, quienes obedecen a la lógica del mercado y de cosificación de la mujer que es impuesta por el sistema capitalista. Por otro lado, los miles de casos de mujeres muertas cada año por practicarse abortivas clandestinas, son responsabilidad del Estado y del gobierno de turno al no permitir la legalización del aborto ni siquiera por violación.
Casos tan lamentables como los de la niña Kiara, actualizan la necesidad de luchar porque el estado peruano apruebe de una vez el aborto seguro, legal y gratuito; así mismo es necesario que se implementen mecanismos de control social sobre los medios de comunicación para acabar con los contenidos sexistas que son promovidos por las grandes empresas y sus publicistas para poder comercializar sus productos. Debemos luchar también por una educación laica y no sexista que parta por incrementar el presupuesto a la educación y el salario a los docentes, asegurando también su capacitación gratuita en temas de educación sexual. De nada sirve hacer modificaciones cosméticas en la programación curricular anual, si el presupuesto público para la educación y para el magisterio se mantiene congelado y los docentes son los trabajadores públicos peor pagados del país y del continente. |