En una Editorial publicada ayer por el diario Río Negro, Aleardo F. Laría vuelve con sus reaccionarios y recurrentes ataques a la gestión obrera de Zanon, ahora recargados por su indignación frente a los cortes en la Panamericana por los despedidos de Lear, así como las acciones del pueblo mapuche contra el avasallamiento a su territorio. Con editorialistas capaces de justificar hasta el accionar del “gendarme carancho” (una “intervención desafortunada” o, a lo sumo, un “desacierto”), la derecha local no debe preocuparse si el próximo 30 de noviembre Sobisch pierde en la interna del MPN, ya que tiene en el diario Río Negro su “reserva moral” asegurada. |
Con un lenguaje propio de la dictadura militar, que nada se diferencia del procesista diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca, Laría se refiere a las luchas de Lear, Zanon y del pueblo mapuche como “El mundo del revés”, porque han logrado fallos judiciales que pusieron límites a la represión estatal. Totalmente desencajado por el fallo de la jueza federal Sandra Arroyo Delgado que ordenó a Gendarmería que no intervenga más en los cortes de la Panamericana producto de una presentación del diputado del PTS/FIT Nicolás del Caño luego de haber sido brutalmente reprimido en un corte de los obreros de Lear, el editorialista reivindica a esa fuerza que “intenta evitar que se produzca la interrupción de una importante vía de transporte”. Defendiendo el Artículo 194 del Código Penal, vigente desde la dictadura de Onganía, exige que se reprima cada corte de ruta o calle para terminar con esta “anomalía”.
Laría todavía se lamenta por el devenir de la lucha de los obreros de Zanon, a quienes en su imaginario derechista “acusa” porque, según él, todos “pertenecen al Frente de Izquierda de los Trabajadores”. Y como “algo habrán hecho”, se queja porque, allá por el 2002, una jueza “en vez de intimar al desalojo de la fábrica ilegalmente ocupada, autorizó la acción ilegal y además le endosó a la empresa la responsabilidad por la medida de acción directa tomada por los empleados”.
Según él, estos “episodios relatados (que) parecen cortados por la misma tijera” son producto de “grupos que sueñan todas las noches con la caída del capitalismo y la instauración de la dictadura del proletariado adoptan medidas de acción directa (usurpación de propiedades o corte de calles y rutas) con la esperanza de que con estas acciones se aproximan al objetivo final”. Nada tuvieron que ver una patronal norteamericana como Lear que despidió arbitrariamente trabajadores para descabezar una Comisión Interna combativa y desorganizar la fábrica, o un empresario como Zanon que despidió a todos los trabajadores para vaciar la fábrica en medio de la crisis. En el “mundo de Laría y el diario Río Negro” lo esperado es que los empresarios hagan grandes negocios, y los obreros sean sólo carne de explotación.
El otro “episodio” que desencaja al columnista del diario es la lucha de la comunidad mapuche Kaxipayiñ que se opone a la realización de un emprendimiento inmobiliario “de fin de semana” en sus tierras ubicadas a orillas del lago Mari Menuco. Defendiendo al selecto Yacht Club de Neuquén, denuncia que “grupos que se autoasignan la pertenencia a la etnia mapuche vienen cortando el acceso a un barrio de viviendas en Mari Menuco con la fundada expectativa de que van a conseguir algo a cambio de cesar en la conducta ilegal.”
Para Laría, este tipo de “prácticas” no son, por supuesto, la respuesta de distintos sectores explotados y oprimidos a un sistema completamente decadente, basado en la explotación y la desigualdad, como el capitalismo. Son una combinación de elementos psicológicos y de “tradición nacional”, moldeados por la “cultura populista”, que hay que desterrar de una vez y para siempre. “Obrerismo”, “pobrismo” e “indigenismo” se entremezclan con el “escaso aprecio al cumplimiento de la ley” para dar como resultado una gran “confusión mental” y un comportamiento “bobo”, que estarían por detrás de este tipo de “comportamientos anómicos”. Un “explicación” que parece sacada de los manuales del nazismo.
En tierra de Carlos Fuentealba, asesinado por la policía provincial de un disparo con una granada de gas lacrimógeno, ¿quién necesita la vuelta de Sobisch si la prensa “opositora” la dirige el diario Río Negro? |