Fueron 35 años de espera que llegaron a su fin en plena crisis del 2001. Con un empate 1-1 ante Vélez en Liniers, la Academia de Mostaza Merlo y su “paso a paso” se coronaba campeón.
Era un karma: durante 35 años, uno de los clubes grandes de Argentina tuvo que esperar para gritar “Campeón”. Alguna vez en alguno de esos años a un hincha fanático declarado como Diego Capusotto le preguntaron “¿Cómo festejarías si sale campeón la Academia?”, a lo que Capusotto respondió “Los hinchas de Racing no iríamos al Obelisco a dar la vuelta como hacen todos, los hinchas de Racing arrancaríamos de raíz el Obelisco y lo tiraríamos al Riachuelo de la alegría”. Aunque eso no sucedió, el contexto estuvo bastante cerca.
Apenas unos pocos días antes sucedieron otros hechos inéditos: corralito, ajuste brutal, hambre, represión, saqueos, estado de sitio, 19 y 20 de diciembre, “piquete y cacerola, la lucha es una sola” que unía en el reclamo a los sectores más empobrecidos con pequeños ahorristas de clase media, un presidente impopular como De La Rúa huyendo en helicóptero –dejando un saldo de 39 asesinados por la represión- ante la irrupción de miles en las calles. Hay quienes esbozaban la teoría de que sólo en contextos así el sufrido Racing Club podía salir campeón.
El mejor retrato de esos días increíbles está en el libro “¡Academia, carajo!” del periodista Alejandro Wall, de lectura obligatoria para simpatizantes de la celeste y blanca y del fútbol en general. Se subtitula “Racing campeón en el país del Que se vayan todos”.
Fue el campeonato del “paso a paso” de Mostaza Merlo, que de a poquito iba construyendo esa ilusión de dar la vuelta. Y hasta la última fecha se extendía la incógnita porque River llegaba con posibilidades si la Academia tropezaba. Llegó esa situación extraordinaria en el país y se decretó la suspensión del fútbol.
Era aplazar la agonía, la ansiedad, el sufrimiento. Para los de Racing y para los demás. Especialmente para los de Independiente también, hay que decirlo.
Se organizaron multitudinarias marchas exigiendo que el partido final de Racing ante Vélez y el de River frente a Rosario Central se jueguen. Y el gobierno de turno (y los turnos duraban muy poco en aquellos días de diciembre, pero la decisión recayó en Ramón Puerta) y la AFA de Grondona consideraron que era mejor acceder, incluso para aplacar un poco los ánimos sociales.
Todo lo demás fue mérito deportivo. Llegar al Amalfitani a un paso de ser campeón fue posible por un arquero sólido como Campagnuolo, la garra del “polaco” Bastía, buenas actuaciones de Chatruc y Vitali, pero sobre todo el atrevimiento del petiso “Chanchi” Estévez. No fue el mejor equipo de Racing, el campeón de la Supercopa ´88 con el exquisito Rubén Paz quizás estaba algunos escalones más arriba. Pero ese Racing 2001 tuvo coraje, hambre de gloria y actitud.
En aquel partido se habrán quedado sin uñas quienes poblaron las tribunas en Liniers y también quienes fueron a vivirlo al Cilindro en Avellaneda. Recién a los 8 minutos del segundo tiempo se abrió el marcador y como por aquellos años para Racing era todo difícil, el héroe fue un muchacho de apellido impronunciable: Gabriel Loeschbor, que conectó casi de palomita un centro “a la olla” ejecutado por Bedoya de tiro libre. El “telebeam” se había tomado vacaciones y fue gol de Racing. El grito más fuerte -contenido por tres décadas y media, desde aquel “equipo de José” (el más grande de la historia celeste y blanca)- por fin se desató.
El empate del ignoto Chirumbolo para Vélez de nada sirvió para empañar la fiesta. En el este y el oeste, en el norte y en el sur, aquel 27 de diciembre de 2001 brilló -más que nunca- blanca y celeste la Academia, Racing Club.
Esa tarde Racing formó con Campagnuolo; Francisco Maciel, Loeschbor, Ubeda; Martín Vitali, Bastía, Bedoya; Gustavo Barros Schelotto (reemplazado por el “Chiche” Arano a los 90 minutos), José Chatruc; Maxi Estévez (salió por Viveros a los 85´)y Maceratesi (que salió para que ingrese el ascendente Diego Milito a los 21 minutos del segundo tiempo, jugador más adelante ídolo que logró los dos títulos de este siglo para Racing). En el banco, haciendo cuernitos, estaba el “Mostaza” Reinaldo Carlos Merlo.
¿Qué recuerdos tenés de aquella gesta académica? Esperamos tus comentarios.