El jueves 29 de diciembre de 2016 falleció la destacada historiadora política Olga Ulianova a los 53 años de edad, aquejada de un cáncer que la mantuvo en una clínica de Santiago varios días. Desde La Tercera, el Desconcierto o Radio UChile se ha destacado su trayectoria y capacidad productiva, pero ¿cuál fue el aporte de esta mujer historiadora?
Por Gabriel, profesor de Historia, militante de Nuestra Clase
Olga Ulianova nació en 1963 en la ex Unión Soviética y estudió historia en la Universidad de Lomonósov durante la década de los ’80. Ya en esa época había escogido su principal tema de investigación: la historia social y política chilena.
Ayudó como traductora a varios líderes comunistas exiliados en Rusia por la dictadura de Augusto Pinochet. Es así como en 1992 se traslada definitivamente a Chile en donde se dedica exclusivamente a la historia de los movimientos políticos de izquierda y principalmente el “movimiento comunista”. Su capacidad investigadora fue muy provechosa: autora de siete libros, once capítulos y 26 artículos en revistas tanto nacionales como extranjeras. Dentro de su obra destacan dos volúmenes de “Chile en los archivos soviéticos”, “Rusos en Chile” y el libro “1912-2012: El siglo de los comunistas chilenos”. Éste último trabajo la colocó a la altura de historiadores como Rolando Álvarez.
Hacer historia política crítica en el apogeo del neoliberalismo
El actual director del IDEA (Instituto de Estudios Avanzados de la USACH), instituto que fue dirigido por Olga entre 2010 y 2015, señaló algo clave cuando se le hizo reconocimiento en la universidad: “En los años 90 estaba de moda la historia de las mentalidades, la historia de género, sin embargo, Olga re posicionó a un muy buen nivel la historia política e hizo una historia política crítica”. La derrota del proyecto socialista a nivel mundial con la caída del muro de Berlín, la desintegración de los “socialismos reales” y el fracaso de los procesos revolucionarios entre los ‘60 y los ’80, repercutió fuertemente en las ciencias históricas donde la “historia política y social” perdió terreno y atractivo ante visiones más posmodernas y culturalistas de los procesos históricos. En ésta época ya no se trataba de estudiar el lado político de los sectores sociales. Ante esto Olga insistió en el valor de conocer científicamente la construcción histórica de los movimientos políticos de los trabajadores, estudiando principalmente al Partido Comunista y la relación del estalinismo soviético con los movimientos comunistas latinoamericanos.
La historiadora que desclasificó documentos inéditos del estalinismo que comprueban que el PC chileno es hijo de Stalin y no de Recabarren
Olga no estudió la historia del Partido Comunista chileno desde las monografías y estudios oficiales que el mismo PC ha escrito. Más bien lo hizo críticamente. Se interesó por esclarecer el grado de influencia que tuvo el PC ruso sobre “la sección más lejana de la Internacional” (Chile). Es así como escribió “Chile en los archivos soviéticos” publicado en dos tomos, una recopilación de fuentes: cartas, informes y planes, alojados en el archivo del Estado bajo llave y sin acceso al público durante la era de la URSS. Tradujo decenas de documentos del ruso al español y permitió que muchas interrogantes e hipótesis fueran aclaradas a la luz de los documentos oficiales y no oficiales.
Éstos documentos vinieron a confirmar las afirmaciones hechas por los “expulsados del PC” como Humberto Valenzuela, destacado dirigente trotskista chileno de los años ’40, que decían que el PC chileno fue burocratizado y puesto al servicio de los intereses de la camarilla estalinista y su estrategia de traición a la revolución y los principios del bolchevismo. Los documentos muestran cómo en el momento leninista de la III internacional (Komintern) la relación con Chile era esporádica y de ayuda para luego en un momento estaliniano la internacional interviene en el partido expulsando a Manuel Hidalgo y su sector por oponerse a la disciplina autoritaria extranjera y a la estrategia de ultra-izquierdista de “clase contra clase” que permitió el ascenso del fascismo en Alemania. En éste sentido hay documentos que explican el envío directo de delegados internacionales para fraccionar a la organización y darle el viraje hacia el ultra-izquierdismo sectario y luego hacia el Frente Popular (de conciliación de clases).*
El PC chileno reivindica hoy la figura del fundador político del movimiento obrero chileno Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Obrero Socialista y luego PC, pero, ¿siempre fue así? Los archivos desclasificados identifican que la intervención estalinista vino a sepultar la herencia recabarrenista en el partido, por eso se pierden hilos de continuidad con el viejo partido de los ’20, pues, la tradición de Recabarren habla de un partido más democrático y de una política de independencia de clase frente a la burguesía. La Internacional, que pasó de ser un partido mundial de la revolución a una oficina de correo que impartía órdenes, con sus encargados latinoamericanos llamaron abiertamente a olvidar la influencia de Recabarren al cual tildaban de “argentino pequeño-burgués”.
El valor de historiadores e historiadoras que hagan historia política de los trabajadores
En momentos en que el consenso neoliberal de la globalización (que se basó sobre la fragmentación de la clase trabajadora y el divorcio del marxismo con los movimientos sociales) se empieza a cuestionar por la crisis económica orgánica que sufre Europa, con nuevos fenómenos políticos por izquierda y por derecha, investigar la historia política de los trabajadores adquiere jerarquía.
No se trata de volver a la vieja “historia política” de los grandes hombres ilustrados, no, más bien de cómo los trabajadores forjaron su intelectualidad militante que organizó fuerzas materiales al calor de la lucha de clases y el convulsionado siglo XX. Olga sin ser militante permite fortalecer el conocimiento del pasado de los movimientos comunistas para aprender de los errores y rescatar los aciertos, esto con el objetivo de crear un partido de trabajadores revolucionarios en Chile que pueda hacer frente en este siglo XXI para reposicionar las ideas del socialismo de los trabajadores como un proyecto que puede ser puesto en práctica en reemplazo del capitalismo.