"No queremos que nos persigan, que nos prendan, ni que nos discriminen, ni que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen, ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos deseen". Néstor Perlongher (1949-1992)
En otro nuevo aniversario del golpe cívico-militar se comparte una entrevista realizada a uno de los miembros del Frente de Liberación Homosexual de Argentina. Porque no hay olvido, ni perdón, ni reconciliación.
En el 2019 la Undav publicó una novela llamada "La Penumbra".
Además de la.publicaión del libro, Marcelo fue muy reconocido por su muestra de obra plástica durante noviembre de 2017 en el Centro Cultural Mercado de Avellaneda.
En primera persona
Sin dudas encontrarse con la historia es darse cuenta de que la hacen las personas. "Nada de lo humano me es ajeno”, citaba Karl Marx. Marcelo Benítez fue uno de los miembros más destacados del Grupo Eros dentro del Frente de Liberación Homosexual (FLH), cofundador del Grupo Federativo Gay, integrante de la CHA en sus inicios y colaborador de GaysDC, entre otros. Vivió la represión de los 70, la democracia de los 80 y el neoliberalismo de los 90.
En un encuentro exclusivo con La Izquierda Diario, Benítez nos abrió las puertas de su casa, sitio histórico donde se pensaban las ideas para la edición de la revista clandestina Somos, (órgano oficial del FLH), se cantó por primera vez el Himno Nacional Marica y se debatía sobre la sexualidad. Entre anécdotas y risas, relató cómo fue ser amigo del genio de la pluma barroca, Néstor Perlongher. Y como mensaje final recuerda que para que exista la liberación hace falta sacar lecciones de la historia.
¿Cómo conociste a Perlongher?
Fue a través de Mónica Giraldez. Yo estaba en crisis con la izquierda, no con el marxismo, pero sí con la izquierda, había estado militando en el PST que participó de las elecciones con la fórmula Juan Carlos Coral-Nora Ciaponi a presidente y vice. Entonces era muy difícil ser homosexual en la izquierda. Pero Mónica Giraldez, la amiga de Néstor, era muy amiga de mi tía Mercedes. Fue ella quien invitó a Mónica y a sus amigos a una casa de fin de semana que tenía mi tío José, en las afueras de Glew. Allí mi primo me comentó que había entre los amigos de Mónica dos o tres homosexuales, uno era Perlongher, pero eran homosexuales desembozados.
Entonces, con Mónica, nos citamos en el bar Británico frente al Parque Lezama, ahí yo le hablé de mi homosexualidad y de mis miedos de sentirme enfermo por serlo y ella me convenció de que la homosexualidad no era una enfermedad y me dijo que me podía conectar con amigos del FLH, como yo había dejado la militancia en el PST quería conectarme con el Frente.
Mediante Sara Torres – amiga íntima de Néstor - conozco finalmente a Perlongher que en ese momento tenía 23 años y yo 21. Me sentí realmente contenido, no me sentí cuestionado ni por puto, ni por nada. Me trataron como una persona por primera vez. Cuando conozco a Néstor fue en una cita en su casa a comienzos del año 1973. Enseguida fui invitado a una reunión del FLH que se hizo en la casa de Ernesto Quesurera, estaban Néstor Latrónico, Eduardo Todesca y otros compañeros.
Me recibieron con trompetas voluntariosas, con música del siglo XVIII. Yo concentré mucho la atención de todos porque era el nuevo y, modestia aparte, era lindo y joven.
En ese momento conté lo que nadie en otros ámbitos quería escuchar: mi historia. Mis primeros amantes, mi vida. Esa noche fui invitado a un “party” del Grupo Eros. Los “parties” eran fiestas que se hacían en la casa de alguien, esa noche fue en la casa de Jorge Álvarez, que era sociólogo e integraba el grupo de Profesionales. Era la primera vez que iba a una fiesta de homosexuales, vi a dos hombres besándose y quedé muy shockeado por la positiva, dije “este es mi lugar”. Yo era marxista y leninista, venía de la universidad, no tenía mucha experiencia pero entendí que no estaba enfermo y esa noche tuve mi primer amante, Néstor Latronico del Grupo Eros.
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¿¿Qué demandas levantaban los diversos grupos que conformaban el FLH??
Había 5 puntos en común: entre ellos luchar por la derogación de los edictos policiales antihomosexuales, por la libertad de los compañeros homosexuales presos, solicitamos que para fin de año se envíen telegramas y cartas de solidaridad a la cárcel de Devoto, lo más urgente era devolver a los homosexuales el gusto por la vida.
Había mucho activismo en los baños públicos, comunmente llamado teteras. ¿Cómo era la forma en que se organizaban para repartir volantes?
Ibamos a Florida y Lavalle y los repartíamos. Los que habíamos aceptado la tarea nos reuníamos en un bar, uno, al que le decíamos “el control” se quedaba ahí, y los demás íbamos a repartir los volantes, ese “control” se quedaba hasta que llegaba el último, cuando terminábamos la tarea íbamos al bar a decir que estábamos bien.
Si había algún ausente, enseguida llamábamos a un abogado amigo y empezaba el recorrido por las comisarías. Hubo algunos episodios violentos, a veces nos detenían. A Latrónico le hicieron una causa por repartir volantes. A mí sólo me agarraron cuando militaba en el PST.
¿Cuáles eran los principales debates hacia el interior del FLH?
Una polémica era con la izquierda, aunque el PST no postulaba a la hoguera a los homosexuales, a diferencia del resto de la izquierda que decía que la homosexualidad era una lacra del capitalismo. Yo tenía una conocida del PC que decía que en el socialismo no iba a haber homosexuales, por ejemplo.
el otro debate era sobre "el hombre afeminado", la marica. Había una frase que repetían mucho los homosexuales, que era: “No por ser homosexual hay que dejar de ser hombre”.
¿Cuál era la postura del Eros en ese debate?
En el Grupo Eros pensábamos que la marica – igual que la mujer masculina -era una heroína que venía a romper la verdad establecida de que el hombre era masculino y la mujer era femenina. Porque los roles se establecieron con el fin de controlar la sexualidad y para que ésta sea reproductiva. Y nosotros empezábamos a reivindicar a la marica que era la depositaria, el chivo expiatorio, alguien que asume la homosexualidad y entonces se lo castiga a él porque castiga a su propia sexualidad. Cuando se hacían los “parties” todos los grupos del FLH debatíamos estos temas.
El FLH promovió un acercamiento a Montoneros y fue incorporado en sus columnas en la asunción de Héctor Cámpora con una bandera que decía: “Para que reine en el pueblo el amor y la igualdad. FLH”. Luego, por esto, la derecha peronista se les fue encima a los Montoneros “acusándolos” de homosexuales y de drogadictos, y ellos reaccionan con la consigna: “No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y Montoneros”. ¿Cuál fue tu postura?
Yo recién me incorporaba al FLH. Esa fue una idea de Perlongher y de Eduardo Todesca (Grupo Eros) que, aprovechando un momento reflexivo de los Montoneros, tuvieron un diálogo con algunos de sus militantes de base. Es por eso que Montoneros nos incluyó dentro de su columna. Esto fue fotografiado y la derecha loperreguista lo aprovechó para acusar a los montoneros de homosexuales y drogadictos. Enseguida ellos reaccionaron con esa consigna machista. Mientras que la derecha pedía nuestras cabezas. Nuestra lucha fue a oscuras y en soledad.
El FLH realizaba distintas actividades contra la opresión que sufrían los homosexuales durante los años ’70. Contanos como fue aquella volanteada contra el papa Pablo VI
Ese fue el último acto militante del FLH, en enero de 1976, organizado por el Grupo Eros en repudio a la “declaración acerca de ciertas cuestiones de ética sexual” aprobada por Pablo VI. Pero sólo nos animamos Perlongher y yo, que junto con Eduardo Todesca fuimos los últimos activistas del Grupo Eros que seguíamos en la lucha. Los volantes decían: “Abajo la represión y la moral de la Iglesia Católica. No queremos Santos Padres, queremos gozar”. Era peligrosísimo hacer eso, fue una cosa de locos. Toda la izquierda estaba ya en la clandestinidad y desde la revista El Caudillo, órgano oficial de la Triple A, se llamaba a colgar a los putos de los árboles y a reducirnos a campos de reeducación.
Un testimonio del libro publicado en 1987 por Carlos Jáuregui (La homosexualidad en la Argentina, editorial Tarso) donde el fundador de la CHA cuenta que el rabino Marshal Meyer, miembro de la Comisión Nacional de los Desaparecidos, le aseguró que unos 400 homosexuales figuraban en una lista de la dictadura. A raíz de esto Alex Freire organizò el Archivo de la Memoria LGTB. ¿Qué opinas de esta teoría?
Yo te voy a decir lo que yo viví, nunca escuchamos que había desaparecidos homosexuales. Lo hemos conversado con Zelmar Acevedo y Néstor Latrónico y llegamos a esa conclusión, y un trabajo de Joaquin Insausti lo prueba muy bien, no hubo un plan sistemático para hacer desaparecer homosexuales. A Perlongher le llegó el dato que lo que pensaban los militares de los homosexuales: no tenían remedio, no tenían cura.
¿Y de los ’80 que recordás?
Primero, en 1983, estuve en en el Grupo Federativo Gay (GFG) y en la Coordinadora de Grupos Gays. En el GFG que armamos con Zelmar Acevedo y Elena Napolitano editamos la revista Postdata, que solo tuvo dos números, después me integré a la CHA, que ya tenía un local, y ahí escribí en la revista Vamos a Andar. Pero luego me fui de la CHA porque no estaba de acuerdo con algunas cosas.
En los ’70 éramos clandestinos y combatimos en el ambiente homosexual la idea de los mismos homosexuales de que éramos enfermos y eso logramos cambiarlo, la sola existencia del FLH lo logró, había muchos suicidios, la psiquiatría tenía un rol fundamental para la patologización y las conductas autodestructivas.
En los ’80 cambió el proyecto porque ya había democracia. Con Jauregui vino otro proyecto que estaba más ligado al combate de las razzias que seguían vigentes y al lobby parlamentario, era más en el ámbito de la legalidad, había que “salir del closet”.
Por ese entonces en la CHA dio la batalla por la personalidad jurídica, que nos la negaron porque la “homosexualidad rompía la armonía natural de varón y mujer”. Y Menem, irónicamente nos da la personería jurídica después de que es interpelado públicamente en Nueva York y se le pregunta por qué nos la estaban negando y también porque un homosexual pide asilo en Suecia por sentirse perseguido y se lo conceden. Eso generó un escándalo que fue aprovechado para conseguirla.
¿Qué opinas de la Ley de Matrimonio igualitario?
Yo quedé estupefacto con la Ley de Matrimonio Igualitario, al los del FLH ni se nos pasaba por la cabeza pedirla, era tan absurdo en los años ’70 donde la pelea se desarrollaba en otro contexto social. Estábamos en una era primitiva, nos llevaban a una comisaría por querer levantarnos a alguien, había policías de civil actuando de anzuelo en las teteras, estaba el departamento de drogadicción y moralidad.
Aunque creo que ha sido un avance porque, por ejemplo, pone orden a la parte hereditaria de las propiedades. Cuando empezó la crisis del SIDA, las familias dejaban en la calle a las parejas de los enfermos cuando morían. Eso le pasó a Carlos Jáuregui.
¿Y qué opinas de Macri?
No va a derogar las leyes que conquistamos, pero va a hacer que la crisis la paguen los pobres. Yo creo, en el fondo, que va a terminar como De la Rúa. Pero la crisis de las empresas nacionales y extranjeras la quieren descargar sobre los pobres. Ojo que a Macri también lo votó gente de la clase trabajadora porque el kirchnerismo estaba desprestigiado. Creo que el kirchnerismo escuchó nuestros reclamos pero en lo económico fue terrible también.
Para finalizar esta entrevista, se comparte una de sus poesías inéditas.
Ifigenia
Podrás escupir esa piedra de tu corazón
manchando el cielo
y de allí callaras ese alivio con una sonrisa.
Recuéstate en el altar y espera el cuchillo
como hace el animal resignado al azote del dios que lo espera.
Descansa.
Muerde tu túnica y expulsa el cansancio como si bailaras,
déjate disfrazar por la noche con guantes oscuros y abanicos de flores transparentes.
Podrás deshacerte de ese espejo envilecido donde vive tu empecinamiento y abandonar
el odio,
la locura que aleja de tus ropas la memoria.
Haz triunfado,
durmiendo para siempre haz resistido la pelambre de la bestia
y su olor no te alcanza.
Podrás disparar tu proyectil de rosas
y atrever esa sonrisa tejida en la paciencia
para morir dichosa,
Ifigenia, construida de nuevo
al cerrar los ojos. |