Foto: Concentración contra el acoso en la Universidad de Sevilla/ SAT
El 9 de enero se conoció la sentencia por la cual el Juzgado de lo Penal número 2 de Sevilla ha condenado a siete años de cárcel a un catedrático de la Universidad de Sevilla, por tres delitos continuados de abusos sexuales y un delito de lesiones psicológicas.
La universidad ha prohibido la entrada a la Facultad de Ciencias de la Educación a Santiago Romero en la que hasta la actualidad continuaba dando clases y de la cual fue decano durante 13 años. Sin embargo, el expediente disciplinario es temporal ya que no podrá exceder de seis meses, como señala la Ley de Función Pública (2007). Además, al catedrático no se le privará de la totalidad de su sueldo ya que seguirá percibiendo el 75% de su salario base hasta que se resuelva el expediente disciplinario abierto.
El juez que ha fijado la sentencia declara "responsable civil subsidiaria" a la Universidad de Sevilla. Los hechos de los que se lo acusa tuvieron lugar entre 2006 y 2010, y fueron denunciados por las víctimas hace 6 años. En ese momento, según las víctimas el que fuera rector de la universidad entonces, Joaquín Luque, se negó siempre a recibirlas. El equipo de Gobierno de la Universidad de Sevilla de aquellos años, del que formaba parte el actual rector Miguel Ángel Castro, decidió no investigar los hechos que se pusieron en su conocimiento por parte de las víctimas dando credibilidad al profesor.
El acusado, según la denuncia, amenazaba a las víctimas con perder su puesto de trabajo, y ponía trabas en el desarrollo de su trabajo impidiéndoles leer sus tesis, apuntarse a grupos de investigación y les exigía aparecer como coautor de lo que ellas publicaban.
La Universidad de Sevilla que en 2013 activó un protocolo contra el acoso ha registrado cuatro denuncias más por acoso sexual y laboral desde entonces, sin embargo, todas fueron cerradas sin llegar a tener consecuencias sobre los acusados.
Una universidad machista y patriarcal
La jerarquización y dependencia profesional y académica que se da en el ámbito universitario y la normalización de estas relaciones dependientes facilita la vulnerabilidad de las mujeres en el ámbito académico. Aquí también se expresa la situación de opresión que sufren las mujeres en esta sociedad patriarcal.
Los hechos ocurridos en la Universidad de Sevilla no son casos aislados, un estudio realizado por la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) (2014), señala que las mujeres con estudios universitarios son víctimas de acoso en un gran porcentaje, en España un 62%. Estos datos expresan la cruda realidad a la que se enfrentan las mujeres durante su paso por la universidad.
En el juicio de la hispalense, la universidad decidió no presentarse como acusación. A pesar de la prolongación en el tiempo de los hechos "nadie sospechó" nada en el interior de la universidad según los testigos que declararon en defensa del catedrático. Sin embargo, la pasividad del rectorado sorprende aún más cuando conocemos que tras hacerse pública la denuncia en 2011 una parte del profesorado y estudiantado de la hispalense inició una serie de movilizaciones y denuncias exigiendo al rectorado que apartase al agresor de su puesto. A pesar del estado público de la denuncia la actitud de gobierno universitario fue de complicidad.
En España solo el 13,7% de los catedráticos es mujer y solo 4 de los 72 rectorados los encabezan mujeres. Todo ello a pesar de que son más mujeres las que se licencian, el 59%, y con mejores resultados. El techo de cristal en la universidad o a la desigualdad laboral viene siendo denunciada por colectivos de docentes, pero esto esconde una brutal realidad. El informe antes mencionado habla de un altísimo porcentaje de acoso y abusos que quedan diariamente silenciados y ocultados. Una situación favorecida por la complicidad de una sociedad e instituciones patriarcales y por la propia estructura universitaria con relaciones jerarquizadas, que favorecen y silencian esta situación. |