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15 de enero de 2017 Twitter Faceboock

OPINIÓN
Alfredo Leuco y la defensa del imaginario machista
Kobe Nikoláyev | Estudiante de la Facultad de Filosofías y Letras (UBA)

Una respuesta a la columna radial del periodista en Radio Mitre.

Link: https://www.laizquierdadiario.com/Alfredo-Leuco-y-la-defensa-del-imaginario-machista

El periodista Alfredo Leuco hizo unas “reflexiones” sobre el movimiento de mujeres y lo que, según él, diferencia a “un grupito zarpado” de la verdadera lucha: acabar con el femicidio. Pero su preocupación real no va más allá de lloriquear porque ya no puede ver el desfile de colas de la empresa Reef en la tele.

Una larga cita de un texto de Osvaldo Pepe sobre los movimientos que se “radicalizan” y se convierten en una “mala copia de sí mismos”, Leuco se aferraba al texto como si fueses sus propias palabras. Cita una canción inspirada en una mujer que los autores veían pasar. El texto intenta mostrar determinada adhesión a los reclamos del movimiento de mujeres, que si se escucha directo del audio suena un poco forzada e incómoda. Como si no se entendiese hasta el final la profundidad de los conceptos: “femicidio”, “acoso”, “misoginia”, incluso “patriarcado”.

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Dice que al femicidio “hay que denunciarlo, hostigarlo y castigarlo hasta el destierro final”. Sin embargo, no podía faltar: “si detrás de ese escudo indispensable se combinan cuestiones “de género” de espesura menor, quizá la prédica originaria resigne su eficacia”. Estaría bueno saber desde qué punto de vista infantil se puede resignar la eficacia de una denuncia, ¡no una “prédica”!, sobre las problemáticas actuales de las mujeres.

El texto sigue, incansablemente. Se enoja de que “la cosificación de la mujer tiende a ocupar el centro del debate”. Y es que, en realidad, no. Todas las problemáticas de género, desde las masivas movilizaciones de NiUnaMenos, lograron alcanzar los oídos (la mayoría de la veces sordos) de los medios masivos de comunicación. No hubo forma de tapar la organización de las mujeres, ni su espontaneidad en el paro del 19 de octubre del año pasado. ¿No será que lo que molesta, además de que las mujeres cuestionen la cosificación, es que ya no se callan y se organizan? Presentar a la problemática de género como “enfermado de corrección política” es una de las muchas formas que tienen de intentar derechizar la conciencia de quien escucha el vómito verbal de Leuco que se lamenta desconsolado “los concursos de colas playeras, ya se rindieron”. No se puede imginar cómo la debe estar pasando.

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Como si el machismo fuese poco, el texto hace referencia al mito de ficción sobre Dios, Adán y Eva (sin mención alguna a Lilith, por supuesto). Insiste en ir más allá del machismo ya explícito diciendo que la mujer fue hecha de la costilla del hombre para que este no esté sólo. “No es bueno que el hombre esté solo” remata. No se sabe si eso es cierto o mentira y es algo que escapa al punto. Pero lo que sí no puede hacerse es negar que se cosifica a las mujeres y a la vez decirles que sólo existen como mascota de compañía de los hombres creadas de una costilla. Para tomar una frase muy popular en el movimiento de mujeres: “yo no salí de tu costilla, vos saliste de mi útero”.

El texto termina denunciando que si fuese por este “grupito zarpado” no tendríamos la canción que citó al principio. Lo cual, si uno lo piensa, es cierto. Tampoco tendríamos “Cuatro Babys” de Maluma explicándonos cómo cuatro mujeres le sirven en todo sentido. Sería un mundo gris (¿o no?).

Leuco empieza a hablar por él mismo, halagando el texto. Denunciando a “un grupito zarpado” que “se mete cruces en la vagina” y “ensucia la Catedral” (como si no estuviese sucia desde hace ya tiempo). Todavía no sabe en qué grupo calificarlas; si “libertarias”, “anarquistas”, “de izquierda revolucionaria” así que, por las dudas, las encasilla en todos.

Pero lo que molesta de todo esto, lo que enoja, no es tanto las palabras que pueda decir Leuco en algún programa de radio de derecha. Si no que parece ignorar completamente (y adrede) la situación de las mujeres: muertas o presas por abortos clandestinos, las redes de trata, las mujeres trabajadoras precarizadas, femicidios, violaciones, violencia de género, y tantas otras cosas que sufren las mujeres que sin embargo no se quedan calladas y salen a lucha. En vez de mencionar esto, Leuco prefiere decir que le “hacen mal al colectivo NiUnaMenos” por (atención) no pelear por lo que “tienen que” pelear. La pregunta es: ¿quién es Leuco para decirle al movimiento de mujeres por qué demandas debería pelear mientras llora porque ya no puede ver las colas de Reef? Citando al mismísimo Leuco: “de todos lados se vuelve, menos del ridículo”.

Las mujeres, contrario a lo que cree Leuco, no “pelean porque esos cuerpos se oculten”. Pelean, entre muchas otras cosas, para que sea cada mujer la que pueda decidir sobre su cuerpo y no estar atada a la mirada de los hombres todo el tiempo. Leuco dice que “a algunos nos gustan más flacas, a otros más rellenas (...) hay diversidad y es una diversidad que hay que celebrar”. No, Alfredo. Entendiste mal el concepto de “diversidad”. La diversidad no es que a los hombres le gusten diferentes “tipos de mujeres”, la diversidad sería si las mujeres pudiesen elegir sobre sus cuerpos y sus vidas. Parece tragicómico que no te des cuenta de que hablás de diversidad, pero en toda la nota lo único que hiciste fue explicar por qué es más importante la mirada del hombre sobre la mujer que la de la mujer sobre sí misma: “mujeres robustas y los rollitos que tanto nos justan”, “a algunos nos gusta (...) a otros” y así.

Nada del otro mundo. La organización de las mujeres, sus masivas movilizaciones, su militancia nacida de una época en la que ya no se da lugar al silencio son los hechos fundamentales que logran romper en mil pedazos las lógicas de Alfredo Leuco y muchos otros que hasta el día de hoy, asquerosamente, siguen preguntándose qué tan larga era la pollera de Melina.

 
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