Un grupo de presos subió en la mañana de este lunes al tejado de la Penitenciaria Estatal de Alcaçuz, en el estado brasileño de Río Grande do Norte, donde el sábado fueron asesinados 26 presos.
La cárcel de Alcaçuz alberga a más de 1.000 internos, pero su capacidad real es de solo 620 reclusos. Al hacinamiento al que es sometida la población carcelaria se le suman las malas condiciones de vida en las prisiones, que es una realidad a lo largo de Rio Grande do Norte. En ese estado cerca de 8.000 presos están recluidos en 32 cárceles, que en conjunto tienen una capacidad para sólo 4.400 personas, según datos del propio Departamento de Justicia.
La rebelión de la mañana de este lunes en la prisión de Alcaçuz se suma a una seguidilla que viene ocurriendo en distintos estados y en las que fueron asesinadas al menos 134 personas en lo que va del año.
El gobierno insiste en no hacerse responsable por los hechos ocurridos, mientras que la crisis penitenciaria se extiende por todo el país.
Los grandes medios también sostienen que el problema está más allá del gobierno y sus instituciones, aún cuando es clara la crisis provocada por la superpoblación de las cárceles brasileñas, la excusa a la "guerra contra las drogas" para perseguir, reprimir y encarcelar a la población negra y pobre de los suburbios, como así también las relaciones entre el crimen organizado, la policía y el propio Estado.
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Además de este nuevo principio rebelión en Alcaçuz, otra rebelión tuvo lugar en una prisión en Natal durante las primeras horas de este lunes. Allí no hubo muertos o heridos. |