Ayer se conoció que el Grupo Clarín quintuplicó sus ingresos por pauta publicitaria oficial desde 2015 a 2016. Entre los dos años, el multimedios recibió más de $600 millones de pesos por parte de la gestión de Cristina Fernández primero y, luego, por parte del Gobierno de Macri. Los aportes sustanciales corrieron por parte de Cambiemos, demostrando que la buena sintonía, a pesar de los roces, no es sólo política e ideológica, sino que se mide en valores.
Ayer mismo, el “gran diario argentino” protagonizó un duro ataque contra las condiciones de sus propios trabajadores, al cerrar su planta ubicada en el barrio porteño de Pompeya. Los trabajadores de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR) se encontraron con un cartel en el que se informaba del cierre de la planta y del despido del total de los trabajadores.
Hay que señalar que los mismos trabajadores habían advertido ya la maniobra de la empresa y ocupado durante el fin de semana la empresa para enfrentar el vaciamiento que la patronal ya venía llevando adelante.
El cierre es una clara medida para imponer condiciones de flexibilización laboral. Así lo confirma el comunicado que dio a conocer la patronal, donde se señalaba que “existen varios sectores industriales que han logrado atenuar dificultades económicas o cambios en la tecnología con acuerdos gremiales-empresarios que posibiliten un horizonte de futuro para las empresas. Incluso ha habido ejemplos en el propio sector gráfico”.
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Esta definición está a tono con la política que viene impulsando el Gobierno nacional de avanzar en modificaciones de los convenios colectivos de trabajo para “aumentar la productividad”. Bajo el discurso de la “modernización de las relaciones laborales” lo que se esconde es una política para avanzar en aumentar los niveles de explotación de la clase trabajadora.
Ese pedido de mayor productividad venía siendo el grito de guerra de las patronales desde hacía ya meses. Esto en un marco donde el ciclo económico está muy lejos de mostrar niveles de recuperación real. Los llamados “brotes verdes” brillan aun por su ausencia.
El acuerdo rubricado entre la burocracia sindical del gremio petrolero de Neuquén, el Gobierno y las patronales sigue siendo presentado como un modelo a seguir, que debe extenderse al conjunto de la economía. Según se confirmó ayer, este acuerdo que debe “reactivar” el yacimiento de Vaca Muerta, también se negocia ya en otro de los yacimientos más importantes del país, el de Cerro Dragón.
Para confirmar que se trata de un plan del conjunto del capital, este lunes el ex secretario de Energía de De la Rúa, Daniel Montamat, salió a defender ese acuerdo en el mismísimo diario Clarín. Allí escribió que “la importancia del acuerdo suscripto (…) es que se instala en la industria petrolera el tema de la productividad asociada a una nueva tecnología de producción con el foco de potenciar inversiones y generar más empleo”.
La CGT y una tregua al servicio del empresariado
El plan de guerra del Gobierno y las patronales tiene un aliado de hierro en la burocracia que dirige los grandes sindicatos. No está de más recordar el “saludo de fin de año” entre el titular del Poder Ejecutivo y los principales dirigentes de la CGT. En ese entonces, y cuando se conoció el acuerdo petrolero, Macri no tuvo más que palabras de elogio para esa dirigencia sindical a la que definió como “responsable”.
Por estas horas, cuando se conocieron los despidos y el cierre de AGR-Clarín, la dirigente sindical siguió brillando por su ausencia.
El plan de aumentar las condiciones de flexibilización laboral puede, sin embargo, terminar disparando conflictos sindicales que compliquen un año en el que el Gobierno nacional tiene su prioridad puesta en el calendario electoral.
Precisamente porque el intento de avanzar sobre las condiciones de trabajo de amplias capas de los trabajadores puede chocarse con luchas duras y resistentes en aquellos lugares donde los dirigentes burocráticos no pueden garantizar el cumplimento de esos acuerdos.
La izquierda y el sindicalismo combativo tienen un peso no menor en sectores de la clase trabajadora. Ahí, los ataques patronales pueden despertar resistencia. Ayer mismo esto se pudo ver, cuando la pelea de los trabajadores de AGR-Clarín recibió el apoyo de la izquierda y sectores del sindicalismo combativo.
Al cierre de esta edición, los trabajadores sostenían la medida de lucha en el marco de un fuerte operativo policial. Ayer, durante la tarde, la Gendarmería había protagonizando una verdadera provocación, intentando ingresar a la planta en el momento en que se realizaba el acto de apoyo a los trabajadores. Ese intento fue firmemente rechazado.
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Apoyando el reclamo estaban presentes militantes de diversas fuerzas políticas, organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles. Como fue señalado ayer por varios oradores del acto, esta es una pelea testigo. Si la patronal de Clarín triunfa es un avance del conjunto de las patronales. |