1984, una caricatura distópica
Si en nuestra anterior entrega habíamos asegurado que “Rebelión en la Granja” aún seguía siendo tierra fértil para la crítica y la hermenéutica, debido a su frescura polisémica como texto literario, en cambio de “1984” no podemos decir lo mismo; enmarcada en la importante tradición de la narrativa distópica del siglo XX (“Un mundo feliz” de Aldous Huxley o “El Señor de las moscas” de William Golding), la obra constituye una caricatura hiperbólica de la degeneración del Estado obrero y del régimen de partido único.
A diferencia de “Rebelión en la granja”, “1984” ha sido un infértil terreno para nuevas relecturas críticas e interpretativas. Al estar muy viciada por la referencialidad histórica y propagandística a los regímenes de las burocracias del este, se ha caído inevitablemente en las interpretaciones antisoviéticas y rusofóbicas de siempre, mil veces repetidas en la prensa capitalista de Occidente y en el conjunto de su aparato de dominación cultural.
Bola de Nieve, el cerdo valiente
Sin lugar a dudas lo mejor de la vanguardia de la granja insurrecta, el cerdo Snowball (Bola de Nieve), el principal artífice del levantamiento animal contra Jones, el animal más destacado y consecuente contra la ofensiva reaccionaria de los propietarios, protagonista indiscutible de la defensa de la granja de animales libres atacada por más de catorce ejércitos de granjeros; ahora sin embargo tiene que correr por su vida muy lejos, con los perros asesinos de Napoleón pisándole los talones.
En breves líneas esta es la historia que se nos cuenta en la obra de Orwell sobre uno de los líderes animales más destacados de la granja revolucionaria, cualquier semejanza con alguno de los dirigentes bolcheviques perseguidos por el stalinismo en los años treinta, es pura coincidencia.
El molino de viento y la Revolución Permanente
Pero las cosas no hubiesen llegado a tomar un cariz tan complejo, si Bola de nieve no hubiese desarrollado una lucha inclaudicable por la construcción del molino de viento hasta sus últimas consecuencias, o sea la industrialización de la granja; así como por su firme convicción de mandar palomas mensajeras para incentivar el desarrollo revolucionario en las granjas circundantes, contra la política del cerdo Napoleón del “animalismo en una sola granja”.
Reiteramos que cualquier semejanza con el debate y la lucha política en el movimiento comunista entre la revolución permanente y el socialismo en un solo país, es pura coincidencia… O no?
Abrigamos la plena confianza no obstante, en que la granja convulsionada de nuestro tiempo protagonizará nuevos levantamientos contra los Jones explotadores de este mundo, pero que también sabrá evitar el triunfo burocrático de los Napoleones que aún andan en la vuelta… la suerte de nuestra granja depende de ello. |