El ultraconservador Mike Pence, conocido por su perfil homofóbico y opositor al derecho de las mujeres a decidir, se convirtió el viernes 27 en el primer vicepresidente de EE. UU. en funciones en encabezar la llamada “Marcha por la Vida”, que se realiza todos los años en la ciudad de Washington con un mensaje de rechazo frontal al aborto.
Pence pronunció el discurso principal de la convocatoria para luego movilizarse desde el obelisco del Monumento a Washington hasta el Tribunal Supremo, por el centro monumental de la capital. El recorrido no es casual, tanto Trump como Pence han declarado que buscarán ocupar la vacante abierta en la Corte Suprema con un juez provida para intentar revertir el fallo Roe v. Wade que garantiza el derecho al aborto en todo el país.
Tras su discurso, Pence expresó en su cuenta de Twitter que “Fue un honor hablar hoy en la Marcha por la Vida, junto a mi familia, y compartir el compromiso del presidente Trump para restaurar la cultura de la vida en América”:
El presidente Donald Trump había llamado a movilizarse y expresó mediante su cuenta de Twitter que los manifestantes tienen todo su apoyo. Trump no fue el primer presidente en saludar la marcha de los sectores denominados “provida”. Otros presidentes republicanos, como Ronald Reagan (1981-1989) y George W. Bush (2001-2009), participaron con un mensaje no presencial en esta marcha, que celebra este año su edición 44. Tampoco fue el primero en firmar una orden ejecutiva que prohíba el destino de fondos a organizaciones que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero.
Apoyo institucional
La marcha contra el derecho al aborto, del que participan sectores de la derecha conservadora y cristiana, saludó a esta nueva administración porque vuelven a contar con un presidente que respalda sus convicciones reaccionarias y se ha comprometido a avanzar sobre derechos de las mujeres. “Ahora sí tenemos un Gobierno que nos escucha y nos defiende”, aseguró una participante.
Durante los últimos años, sin embargo, las medidas reaccionarias han avanzado en varios estados donde las legislaturas votaron restricciones y leyes que obstaculizan el acceso de las mujeres a este derecho básico, especialmente a jóvenes, pobres y trabajadoras, que dependen de los programas federales de salud. El gobierno de Obama, así como el partido Demócrata, aunque decían apoyar el derecho de las mujeres a decidir no tomó ninguna medida para garantizar su aplicación ni defenderlo de las restricciones y ataque de la derecha conservadora.
Te puede interesar: Miles marcharán por los derechos de las mujeres en Washington.
Una de las primeras órdenes ejecutivas que firmó Trump como presidente, el lunes pasado, fue una que prohíbe el uso de fondos del Gobierno para subvencionar a grupos que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero, una política republicana que data de la década de 1980 y que Obama había cancelado.
Trump dejó clara su postura sobre el derecho al aborto durante su campaña. Esta fue una de las piezas clave para ganarse el apoyo de la base cristiana, con la promesa de nominar jueces contrarios al derecho al aborto para la Corte Suprema y eligiendo a Mike Pence como vicepresidente.
Te puede interesar: Mike Pence es designado compañero de fórmula de Donald Trump.
Su historial como congresista y gobernador de Indiana muestran con creces sus convicciones ultraconservadoras. Como gobernador firmó una ley criticada por permitir la negativa a brindar servicios a personas homosexuales por motivos religiosos y otra que prohíbe abortar por múltiples motivos (entre ellos problemas de salud del feto).
Trump, en una entrevista con la cadena ABC, había pronosticado que habría “una gran multitud” de manifestantes contra el derecho al aborto e incluso dijo que quizás “sería mayor” que la multitudinaria “Marcha de Mujeres” del sábado 21 en Washington y las principales ciudades del país, que congregó a más de 3 millones de personas según indicaron las organizaciones una vez que se conocieron los datos de todas las movilizaciones simultaneas. |