La crisis abierta en el Gobierno por las declaraciones de Gómez Centurión sobre la última dictadura, provocó la reacción de Clarín que salió al cruce con varias publicaciones al respecto. Entre las 4 notas destacadas como editoriales o de opinión que salieron ayer en su sitio web, 3 tenían como eje la discusión sobre el negacionismo del ex carapintada.
Julio Bárbaro, ex diputado nacional que se autodenomina como un dirigente histórico del peronismo, firmó un artículo titulado “El debate sobre los ’70 sigue abierto”. “Gómez Centurión pateó el avispero, fue políticamente incorrecto, la verdad, no tengo nada que ver con lo que expresa. Solo me quedé con una duda, ¿tendrá derecho a expresarlo?”, se pregunta Bárbaro. Acto seguido asegura que, a pesar de no compartir su posición, no sabe si “por estar fuera del dogma kirchnerista no tiene derecho a ser funcionario”.
Bárbaro circunscribe el debate a una disputa con la concepción del kirchnerismo sobre los ´70 y omite mencionar que el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia por los 30.000 detenidos desaparecidos, es una bandera que preexiste a los gobiernos K. De hecho, su defensa consecuente quedó en manos de organizaciones que no se alinearon con el gobierno anterior.
El kirchnerismo mantuvo durante toda su gestión un doble discurso sobre la defensa de los derechos humanos, defensa que de su parte mostró alevosamente la hilacha al sostener al genocida César Milani al frente del ejército por mucho tiempo y por ser responsable de la impunidad ante la desaparición de Jorge Julio López. Bárbaro no reconoce que el repudio al negacionismo de Gómez Centurión, proviene de un amplio arco que excede los límites del kirchnerismo. Tampoco reconoce que la incompatibilidad entre su desempeño como funcionario y la emisión de sus opiniones, es remarcada por diversas organizaciones y personalidades. Nada que ver con salirse de un “dogma” instaurado por el kcirhnerismo. Negar lo que sucedió es ir incluso contra la Justicia que, aunque avanza a cuentagotas y garantiza impunidad, tuvo que considerar lo ocurrido como un genocidio y un plan sistemático. Todo gracias a la lucha de los organismos de derechos humanos independientes y las organizaciones de izquierda.
A pesar de separarse de la visión negadora del titular de la aduana, Bárbaro por otro lado insiste con la teoría de los dos demonios poniendo en un mismo plano el accionar guerrillero con el de las fuerzas armadas asesinas. En esto coincide sin disimulos con la visión que intenta instalar Cambiemos, no sin dificultad.
¿Opiniones a título personal?
La nota de Bárbaro contradice la visión que el diario ha expresado a través de las editoriales dirigidas “del editor al lector” a cargo del editor jefe, Ricardo Kirschbaum. El periodista publicó el martes un artículo titulado “El negacionismo no es una cuestión personal”.
“Anoche, se dijo que la aclaración de Gómez Centurión no era retractación pero que no le iba a costar el cargo. Si así fuera, el negacionismo habrá ganado otra batalla”, afirmó Kirchsbaum el martes. Ayer en la columna del editor, el caso de Gómez Centurión se enmarca en medio de las disputas electorales entre el Pro y la UCR al interior de Cambiemos. En esta oportunidad, Kirschbaum tampoco se priva de azuzar la destitución del funcionario. “Ya que Gómez Centurión se refirió a los nazis, hay que recordar que el negacionismo en Alemania es un delito grave. Aquí, donde todo se relativiza y se tiñe de pasión política sesgando la verdad, no cuesta ni siquiera un cargo de un Gobierno que se esmeró en demostrar que lo dicho por el jefe de la Aduana no es lo que el oficialismo piensa.”
Junto con la columna a cargo de Kirschbaum y la de Bárbaro, ayer también se pudo leer una firmada por Ricardo Gil Lavedra, ex camarista federal del Juicio a las Juntas y ex ministro de Justicia y Derechos Humanos. Allí Gil Lavedra se explaya contra la posición de Gómez Centurión y remarca el surgimiento del concepto negacionismo, ligado a la relativización del Holocausto y lo sucedido en los campos de concentración nazis.
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Retroceder, no más
Clarín juega en esta crisis abierta y hace sonar sus tambores de guerra. La crítica implacable a Gómez Centurión, no presenta el tono justificatorio con que el Clarín planteara sus críticas y señalamientos al oficialismo, al comienzo de la gestión M. Por un lado “salva” al Gobierno omitiendo que lo que Gómez Centurión dijo es, palabras más, palabras menos, lo que el mismísimo Mauricio Macri ha dicho en otras oportunidades. Por otro lado, insiste en la destitución del ex carapintada, en lo que constituiría para Cambiemos otro fracaso.
Vale aclarar que la crisis por estas declaraciones se dio al mismo tiempo que el escándalo desatado por el decreto que establecía la movilidad del feriado nacional del 24 de marzo. Como se sabe, Macri tuvo que retroceder y volver a establecer mediante un nuevo decreto el carácter inamovible de dicho feriado. Retroceder y destituir a un funcionario de su confianza y estima, como lo es Gómez Centurión, implicaría otra derrota y muestra de permeabilidad a las presiones de la oposición y de la sociedad en general ante el tema. Hasta el momento, Cambiemos banca al aduanero a pesar de que fue denunciado por apología del delito y de que varios funcionarios se separaron de sus dichos.
Cinismo a página desplegada
Clarín peca de altos niveles de cinismo al plantarse como un gran defensor de los derechos humanos y de la memoria por los 30.000. Clarín, al igual que las empresas de la familia Macri, es una patronal cómplice de los crímenes de la dictadura. El "gran diario argentino" vio crecer su poder como empresa periodística al calor de la última dictadura. Desde sus páginas apoyó a los genocidas; no podía ser de otra manera, ya que gracias a ellos pudo apropiarse de Papel Prensa bajo secuestros, torturas y amenazas a la familia que fuera su propietaria.
El multimedio hace gala de una supuesta defensa de los derechos humanos y dice repudiar el accionar genocida, pero no titubea a la hora de publicar versiones como la de Bárbaro que busca instalar la teoría de los dos demonios.
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Por otra parte, solo resta decir que todo esto sucede mientras 380 familias enfrentan los despidos ilegales y el lock out patronal de AGR – Clarín, en lo que constituye un capítulo más de su historia profundamente antiobrera y reaccionaria. Clarín y la defensa de los derechos humanos, de ninguna manera van de la mano. |