En Rosario contamos con un Código Contravencional de Faltas para aleccionar a quienes se alejen de la moral y las buenas costumbres. Pero, ¿la moral y las buenas costumbres de quién? Este Código fue sancionado en 1981 durante la dictadura militar que desapareció a 30.000 compañeros y que sometió a las mujeres a los peores tormentos y violaciones como forma específica de tortura a nuestro género.
Lo inaudito de este Código, que sufrió decenas de modificaciones durante la etapa democrática, es que mantuvo los artículos que sancionan las infracciones a lo reglamentado sobre acciones, actitudes, lenguaje, vestimenta, desnudez, entre otras cosas, en resguardo de la moral y las buenas costumbres y del respeto que merecen las creencias religiosas. Una herramienta para reprimir las libertades democráticas. Las mujeres y sectores LGTBQI quedamos sometidas entonces a una reglamentación policíaca sobre la forma de disfrutar nuestro cuerpo, nuestras opiniones, nuestra sexualidad. Para las fuerzas de seguridad y la justicia es una garantía que legaliza el abuso de su autoridad amparándose en estas legislaciones medievales.
La violencia de género y el patriarcado tiene valores concretos. Este Código de Faltas materializa el machismo al imponer una moral y forma de vida. Es el Estado a través de las instituciones el que facilita y reproduce el machismo y mantener un Código como este es el as bajo su manga listo para ser puesto en acción. Por eso pasaron los gobiernos, peronistas y socialistas, pero esta legislación queda inmutable.
Lamentable es leer como Concejales de la ciudad salieron a hablar de esto, desde la radical María Eugenia Schmuck, Norma López hasta Caren Tepp expresaron al diario “La Capital” que esta normativa en el Código de Faltas “se les pasó”. Un olvido selectivo de concejales que tienen, por otra parte, buena memoria para sancionar emergencias de seguridad que implican la militarización de las calles rosarinas. Sus afirmaciones parecen una salida para negar la realidad: que el concejo de la ciudad de Rosario deliberadamente se viene negando a tratar los problemas que nos atañen a las mujeres, manteniendo legislaciones reaccionarias, implementadas en la dictadura, vaciando de presupuesto la emergencia de género y sin avanzar en un programa de contención para las mujeres que sufren violencia de género.
Frente a las convocatorias del “Tetazo” nosotras vamos sabiendo que para avanzar en una lucha que sea el camino para conquistar efectivamente nuestros derechos, a estas legislaciones reaccionarias también tenemos que denunciar y enfrentarnos. Y con ello a todos los gobiernos que las mantienen y a la policía que reprime nuestras conductas “inmorales”: el disfrute de nuestros propios cuerpos y sexualidad, porque sabemos que es el Estado el primer reproductor de la misoginia. Por eso vamos a convocar con fuerzas al paro del 8 de marzo y exigirle a las centrales sindicales de la CGT y las CTA’s que llamen a parar en todos los lugares de trabajo: mujeres y hombres frenando el país por nuestros derechos en el Día Internacional de la Mujer. Preparemos una gran jornada de lucha contra la violencia machista, contra el ajuste de todos los gobiernos y por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. |