Las últimas noticias del caso tienen que ver con que el intendente Martin Soria se rehusó a que la bendición de la Fiesta de la Manzana la realizara el obispo Cuenca, defensor del Padre Grassi y ahora de Bergliaffa. En el último mes se dio a conocer en varios medios nacionales que un sacerdote cordobés acusado de abuso sexual y separado de sus funciones ministeriales por la misma Iglesia, vive en Fiske Menuko (Gral Roca) y publica fotos en su cuenta personal de facebook paseando por las calles de la ciudad.
Bergliaffa tiene una sanción impuesta por la Iglesia Católica que le impediría ejercer el sacerdocio por 10 años, tras trascender en el 2014 que abusó sexualmente de una niña en Córdoba en 2011. El sacerdote mantiene hace tiempo profundos lazos con el Obispo Cuenca, quien lo mantiene bajo su protección en la sede del Alto Valle, ya que su designación en el obispado fue entregada por Bergliaffa en 2010.
No se trata de la protección de un sacerdote hacia otro sino de la Iglesia a los curas pedófilos. El resguardo del obispo hacia el sacerdote no es una excepción, mas es bien es una regla en la Iglesia, que traslada curas violadores cuando ya no es posible ocultar los abusos a que someten a niños y niñas. En este caso en 10 años Bergliaffa será habilitado oficialmente otra vez para ejercer el sacerdocio, lo que implica que volverá a tener la impunidad de abusar nuevamente mientras ejerce sus funciones.
El Obispo Marcelo Cuenca, en la última semana, defendió su accionar alegando que si bien el Vaticano había sancionado a su colega, no hay sanción penal porque los padres de la niña no hicieron la denuncia. Un descaro sin límites de una institución impune sostenida desde el Estado. |