El titular de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena), general Salvador Cienfuegos Zepeda, y el general Vidal Francisco Soberón Díaz, titular de la Secretaría de Marina (Semar), sostuvieron una conversación con su homólogo el gral. James N. Mattis, jefe del Pentágono en la administración de Trump después de las declaraciones de éste sobre la posibilidad de enviar tropas a México.
A pesar del repudio al presidente Donald J. Trump que se ha expresado con multitudinarias protestas a nivel global y que se respira en el país, informaron que se reunirán en el mes de abril en Washington para discutir la relación entre las fuerzas armadas mexicanas con las yanquis en la era Trump.
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La reunión acordada será la Tercera Reunión Trilateral de Ministros de Defensa de América del Norte, pues también incluirá al ministro de defensa canadiense, Gordon O’Connor y se tratarán temas de defensa regional y los desafíos frente a la cooperación continental en esta tarea.
Según informaron los altos mandos nacionales, Mattis “resaltó el compromiso de la relación bilateral para fortalecer la defensa y mejorar la cooperación en áreas de interés mutuo”. Claro que se trata de la defensa y el interés de EE.UU. a costa de imponer la “cooperación” de México y Canadá como condición para preservar las relaciones económicas.
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México, enclave de EE.UU. para Centroamérica
Resulta escandaloso que el diálogo entre los altos mandos militares tuvo lugar precisamente cuando los jefes de los comandos Norte y Sur del Pentágono visitaron Tapachula, Chiapas para verificar el control fronterizo de México frente a los migrantes centroamericanos.
La disposición mostrada por los altos mandos militares para continuar con la “cooperación en materia de defensa” con el ejército estadounidense en el marco del profundo descontento que han generado las consecuencias de la guerra contra el narco en el país sólo demuestra cuáles son los intereses y de qué lado están los militares y el gobierno mexicano.
La política de militarización ha sido empujada y financiada por el bipartidismo estadounidense, tanto por republicanos como George W. Bush y demócratas como Barack Obama a través de la Iniciativa Mérida. Porque para EE.UU. es estratégico mantener la subordinación política y económica en su "patio trasero", expresada sobre todo en el terreno comercial y migratorio.
Por eso aunque hoy el gobierno mexicano llame a la "unidad nacional" contra los ataques de Trump y salga en defensa de los migrantes exigiendo “deportaciones dignas”, no olvidamos el Plan Frontera Sur ni el rol del Instituto Nacional de Migración para hostigar a quienes convierten en México en el mayor corredor migratorio del mundo.
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Alertamos del rol que han jugado las fuerzas represivas en el gobierno de Peña Nieto, garantizando la aplicación de las reformas estructurales mediante la represión, criminalizando a la protesta y a luchadores sociales y llevando a cabo desapariciones forzadas, como hace unos días en Guerrero por parte de soldados de la Marina contra integrantes de la Policía Comunitaria. O el caso de la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Hoy son esos asesinos y represores los que buscan se apruebe una nueva Ley de Seguridad Interior que otorgue “mayores facultades para combatir al narcotráfico”. No se puede depositar ninguna confianza en las fuerzas represivas ni en los partidos al servicio de los empresarios que votarán esta iniciativa para apaciguar la movilización y reprimir el descontento.
El repudio a Trump y a la subordinación al imperialismo hoy debe integrar la exigencia de desmilitarización inmediata y disolución de los cuerpos represivos del Estado, coludidos con el narco y las redes de trata y prostitución. |