Uno de los primeros decretos de Donald J. Trump al llegar a la presidencia de EE.UU. consiste en reactivar dos megaproyectos de oleoductos, uno de ellos en Dakota del Norte como parte del proyecto petrolero Dakota Access Pipeline.
Fue paralizado por el ex presidente Barack Obama producto de la organización y movilización del pueblo sioux –o lakota–, pero los intereses son demasiado grandes y cercanos a la administración de Trump, que busca convertirlos en un ejemplo de disciplinamiento.
Según Dave Archambault II, jefe sioux, el agua de millones de pobladores estadounidenses está en peligro si se continúan las obras del oleoducto. Además, el oleoducto atraviesa territorio sagrado, cuidado milenariamente por el pueblo sioux e implicaría devastación para la flora y fauna, así como severa contaminación de los mantos acuíferos.
Te puede interesar: Pueblos Sioux y Tohono O’odham contra el muro de Donald Trump
El oleoducto pretende pasar por debajo del lecho del Río Missouri, cuenca que con 3,800 kilómetros de longitud es la más grande de EE.UU. y abastece a 17 millones de personas, por lo que cualquier ruptura y derrame petrolero –EE.UU. tiene un promedio de 300 derrames anuales– podría afectar severamente las reservas de agua potable. Se extenderá por cuatro estados, abarcando 1,900 kilómetros y tiene un costo estimado de casi 3,800 millones de dólares.
El objetivo es comunicar la zona centro-sur de EE.UU., donde hay miles de puntos extracción por fracking y desplazarlo al sur del estado para su distribución en Illinois. También trasladará gas de esquisto. Para todo esto el oleoducto atravesará una parte importante de la reserva natural de Standing Rock, donde habita el pueblo sioux y 200 tribus más en pie de guerra.
Las protestas contra el oleoducto han cobrado ya más de cien detenidos y han sido reprimidas brutalmente por la fuerza pública, sobre todo a partir del triunfo de Trump. Y es que Trump ha invertido fuertemente en la empresa responsable de operar el ducto, manteniendo un 25% de las acciones de una de las empresas implicadas, Phillips 66, tras vender su participación por casi millón y medio de dólares en Energy Transfers, la otra empresa operando el proyecto.
Aun así los pobladores así como organizaciones, artistas, intelectuales y espacios solidarios siguen oponiéndose al oleoducto. Está prevista una movilización de Resistencias Nativas este 10 de marzo en Washington en defensa del agua, del territorio y contra los ataques del gobierno de Trump.
Te puede interesar: La agenda de la resistencia: científicos, migrantes y pueblos originarios contra Trump |