Este jueves, el alcalde de Phoenix, Arizona Greg Stanton, rechazó la política de deportaciones masivas de Donald Trump y afirmó que su administación no cooperará con las autoridades federales en materia migratoria. El alcalde afirmó:
“Es escandaloso, y es precisamente por eso, que mientras yo sea alcalde, Phoenix no participará en el programa 287 ni celebrará ningún otro acuerdo con la administración de Trump que tenga como objetivo avanzar en sus planes de deportación masiva.”
La estrecha relación económica, social y comercial entre Arizona y México, hoy se ve amenazada por la llegada de Donald Trump y sus amenazas de deportaciones masivas. Éstas se enmarcan en la ofensiva de su gobierno contra las Ciudades Santuario, pues en ellas se recibe a migrantes como mano de obra barata y sin denunciarlos a las autoridades migratorias.
Las declaraciones del alcalde no son fortuitas. México es el principal socio comercial de Arizona: de esta relación comercial dependen más de 100 mil empleos vículados a las exportaciones -tanto a México como hacia América Latina- y se generán ganancias por más de 9.2 millones de dólares. El 25% de los productos electrónicos fabricados en Arizona se exportan directamente a México.
También puedes leer: Cae comercio en estados fronterizos
Más allá de las declaraciones del alcalde de Phoenix, lo cierto es que las deportaciones de migrantes son una realidad desde la administración de Barack Obama. De 2007 a la fecha han sido deportadas 3.8 millones de personas, es decir 250 mil personas al año. De 500 mil deportados, solamente 27 mil tenían algún delito grave en su expediente, según indica Eunice Rendón, ex titular del Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME).
Los migrantes mexicanos generan 11% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos. En el norte de México, en las máquilas de Cd. Juárez y Tijuana, un enorme ejército de obreras y obreros industriales producen a diario ganancias multimillonarias para empresarios como Donald Trump o Carlos Slim. En ambos lados de la frontera, el enemigo es el mismo: los patrones y sus gobiernos.
Por ello, ante la ofensiva racista del multimillonario Donald Trump y sus amenazas de deportación y construcción de un infame muro, que pretende separar a miles de familias migrantes como lo hizó su antecesor demócrata, urge la unidad internacionalista de las trabajadoras y trabajadores en ambos lados de la frontera para impulsar la lucha por imponer la agenda de los explotados y oprimidos: una federación de los estados socialistas del continente americano. |