Era para mí la vida entera,
como un sol de primavera,
mi esperanza y mí pasión.
Sabía
que en el mundo no cabía
toda la humilde alegría
de mi pobre corazón.
Ahora,
cuesta abajo en mi rodada,
las ilusiones pasadas
yo no las puedo arrancar.
Cuesta abajo. Carlos Gardel
La sesión especial convocada por el oficialismo para modificar la ley de ART terminó siendo algo muy alejado de lo que suele llamarse un trámite. Un final con gritos y amenazas no fue más que el prólogo a los tonos altos que inundaron los pasillo apenas se apagó el tablero de votación.
Luego de más de 8 horas de sesión, el cónclave terminó con un Frente Renovador y un Bloque Justicialista absteniéndose. La aprobación de la norma tuvo escasos 88 votos positivos. Una cifra que dejó poco sabor a triunfo en el oficialismo.
Quienes fueron garantes de la gobernabilidad a lo largo de 2016 –como Massa y Diego Bossio- ayer volvieron a ocupar el lugar de oposición. El argumento fue la denuncia de una modificación en el mecanismo con el que se calculan los aumentos de las jubilaciones.
La modificación, que se conoció durante la jornada, implicaba subas menores en los montos que reciben jubilados y pensionados. Fue esa denuncia la que disparó el gatillo de la oposición peronista. No es para menos. Pocas horas antes el oficialismo había sorteado el pedido para que el mismo presidente Macri sea interpelado en la Cámara Baja por el escandaloso acuerdo entre el Gobierno y Correo Argentino S.A.
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Al cierre de esta edición, versiones periodísticas indicaban que la modificación en el cálculo de las jubilaciones sería dejada sin efecto. Sin embargo, a esa altura el golpe recibido en el Congreso ya estaba dado. Las magulladuras se podían ver en el rostro poco feliz de Emilio Monzó.
Ruidos internos
El final de la sesión también dejó en evidencia las crisis que atraviesan a la coalición oficialista. Si las críticas de la oposición y las abstenciones significaron un golpe para el Gobierno, lo más duro vendría cuando Elisa Carrió decidiera cerrar el debate en el recinto prometiendo una moción de privilegio “contra el Poder Ejecutivo” si la denuncia de la oposición era cierta.
Para la líder de la CC no debió ser una tarde tranquila. Pocas horas antes, había exculpado de toda responsabilidad al clan Macri por el escandaloso acuerdo celebrado entre el Gobierno nacional y la empresa de la familia del presidente. En un comunicado de su fuerza había acusado –con una demora de 13 años- al Gobierno kirchnerista por la estatización irregular de la empresa postal.
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Que las estatizaciones del ciclo K tuvieron bastante de farsa es, a esta altura, algo innegable. Allí está el recuerdo de la pseudo-nacionalización de YPF –que tocó apenas un 17 % del total de la producción petrolea- y que terminó en el pago de una suma vertiginosa que orilla los U$ 10.000 millones.
Pero el argumento de Carrió solo tiene por finalidad negar lo que es un verdadero escándalo. Poner en jaque a Gustavo Arribas tenía su pequeña dosis de rebeldía. Pero cuando lo que está en juego es la figura presidencial, el republicanismo de Carrió se guarda bajo siete llaves.
Cuando no se trata de prevenir
El escandaloso acuerdo del Correo intenta ser presentado por gran parte de la prensa hegemónica como un error de previsión por parte del macrismo. Una suerte de "falta de experiencia" que le impediría prever las consecuencias de estas decisiones. La definición suena a una simplificación absurda, solo apta para lectores ingenuos o capaces del auto-engaño hasta el final.
Lo actuado por Macri está dentro de la mecánica general con la que ha actuado el Gobierno de la llamada CEOcracia. Allí está la resistencia de Aranguren durante meses, cuando fue cuestionado por la posesión de $ 16 millones en acciones de Shell, en su carácter de ministro del ramo energético. La sumatoria de los Panama Papers, los beneficios por el dólar futuro y otros negociados vienen a evidenciar que los CEO y dueños de empresas que conforman Cambiemos dan continuidad en la función pública a lo que hacían cuando eran parte de la “sociedad civil”.
Traiciones
Ayer nuevamente salió a escena la fluidez de la política burguesa argentina en tiempos electorales. El mismo massismo que –hace poco más de una semana- había avalado la posibilidad de votar la ley de modificación de las ART, terminó inclinando la cancha en un sentido contrario.
La decisión de Massa y el Bloque Justicialista fue la de abstenerse. Se trata de una clara señal hacia las grandes patronales, que vienen festejando esta modificación de las ART desde que fue emitida por decreto hace semanas. El gran empresariado –que pide a gritos “bajar costos laborales”- no esperaba otra que cosa que la ratificación por medio del Congreso. Votar en contra no estaba permitido para estos sectores del peronismo.
Lo mismo ocurrió con el kirchnerismo que, a pesar de su discurso opositor, definió ausentarse en la votación. De haber votado en contra, el proyecto de ley hubiera caído. Los representantes del proyecto “Nac&Pop” volvieron a demostrar que, en su visión, los intereses del gran capital son sagrados.
Párrafo aparte merecen los dirigentes sindicales que también son diputados -como Héctor Daer o Alberto Roberti- que defendieron el proyecto en sus intervenciones, aunque el giro posterior los llevó a la abstención. Nadie debería sorprenderse. Son los garantes del avance de los convenios de flexibilización laboral y de la continuidad de la tregua con Gobierno y patronales.
Números rojos
Hace pocos días señalamos que los números de la economía empujaban hacia abajo los números de la marca electoral. El tiempo transcurrido está lejos de haber permitido que esas variables mejoren en algún sentido.
Al techo a las paritarias docentes se suma el rechazo gubernamental al acuerdo logrado por los bancarios en noviembre pasado. Ayer se conoció otro fallo judicial que vuelve e imponer al Estado y las patronales el pago del mismo. La suma de elementos que empujan el descontento social se completa con los anuncios de aumentos en la energía, los peajes y elementos esenciales como el pan, entre otras medidas.
Pero los días que corren también han profundizado la extendida visión social que ve a Cambiemos como el “Gobierno de los ricos para los ricos”. Este lunes se conoció un estudio de la consultora Analogías que, sobre la base de casi 2.000 encuestas en la provincia de Buenos Aires, resalta que más de 62 % considera que el acuerdo celebrado con el Correo Argentino representa un acto de corrupción. El resultado global del estudio da un diferencial negativo de 10 % a Macri. Y el año recién se inicia.
Gacetilla Acuerdo Gobierno Nacional y Correo by La Izquierda Diario on Scribd
Hace algunas semanas el Gobierno anunció que, de cara a la campaña electoral, saldrá a plebiscitar la marca “Cambiemos”. Ese eslogan ya tuvo una variante previa, aquella que decía que “el candidato era el proyecto”. No está de más recordar que candidato y proyecto terminaron derrotados.
Aún faltan muchos meses para las elecciones, pero cada día que pasa, el escenario para Cambiemos suma un nuevo escollo.
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