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2 de diciembre de 2024 Twitter Faceboock

Cultura
Breve Historia de la Marcha de los Claveles Rojos
Humberto Zavala | Venezuela | @1987_zavala

El presente artículo fue originalmente escrito y publicado para el portal web de Barricada Jra en el marco de la Trigésima Marcha de los Claveles Rojos, en 2015. En tres años de acrecentamiento de los rasgos más bonapartistas del Gobierno, ya ni sombra queda de lo que fuera un espacio de pluralismo y autonomía del movimiento popular.

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Primera Voz en off: [Ramiro Ruiz Primera] «Él (Alí Primera) entra (en la UCV) en septiembre de 1965, mes cuando se llevaron al profesor (Alberto) Lovera secuestrado desde la plaza Las Tres Gracias de Caracas, en su ruta a la universidad. En octubre apareció su cuerpo torturado flotando en Lecherías, estado Anzoátegui, con las manos y el rostro desfigurados; el hecho causó mucha conmoción en el país; así se estrenó Alí en la universidad.» [Encartado Nuevo Día (oct. 2013), Alí Primera, El Canto Vivo de la Patria; (p. 18)]

Aquí comienza esta historia. La Universidad Central de Venezuela (UCV), en la que cursara entonces la carrera de Química, le enseñaba las primeras lecciones de “democracia para ricos” al serenatero falconiano que será apodado en adelante “cantor del pueblo venezolano”.

Durante este período viviría también su primer presidio en la sede de la DIGEPOL (Los Chaguaramos) y la acostumbrada represión policial junto a otros 700 estudiantes, en un allanamiento a las residencias de la UCV el 14 de diciembre de 1967.

Fue detrás de estos “democráticos” barrotes del puntofijismo, que la solidaridad de Alí iría ejercitándose… cuenta su primo Ramiro, que el hermano de Alí –Alfonso Primera– fue a ponerlo en libertad al día siguiente de su detención, un policía llegó a su celda para notificarle, a lo que éste le respondió:

¡Dígale a Alfonso Primera, mi hermano, que se vaya pa’ la mierda; yo salgo de aquí cuando salga el último!

Un conjunto de caracteres se irían aglutinando en torno a la figura de este cantor melenudo y contestatario, y su guitarra serenatera: una voz áspera y grave, un diapasón flameante para calentar canciones panfletarias, que oscilando entre la rabia y la ternura introdujo a varias generaciones de la juventud latinoamericana a la sensibilidad de izquierda y a los principios de solidaridad con los pueblos oprimidos por el imperialismo.

La materia prima de sus canciones fue extraída de las múltiples y contradictorias tensiones entre su formación espiritual y los acontecimientos de la época, pero enfrentando constantemente la visión de Venezuela como “país piloto” y Show Window (“vitrina de exhibición”) de la democracia en América Latina, pues la ubicación de Alí fue siempre desde y dirigida hacia esa “otra Venezuela”:

La verdad de Venezuela
No se ve en el Country Club
La verdad se ve en los cerros
con su gente y su inquietud.

[Yo vengo de donde usted no ha ido; (1969)]

Era Alí Primera la voz de una determinada izquierda nacional, o mejor, una visión particular de la misma, entre dos períodos de importancia capital en la historia de la lucha de clases nacional: el 23 de enero de 1958 y el 27 de febrero de 1989.

Segunda Voz en off: [Alí Primera Rossel, exultante] “Les puedo jurar que nunca he escrito una canción adrede. Que jamás he cantado una canción como encargo visceral de mi posición ideológica. Algunas veces mi canción anda dando brincos en el pedregoso camino del panfleto, otras, tiene el humilde vuelo de una sencilla poesía, sin más pretensión que la de comunicar mi solidaridad con el ser humano.” [No Cantar es Perdernos (2007), p. 317]

No es el propósito de este texto litigar con los límites estratégicos del nacionalismo de izquierda ni con el unitarismo popular, ni mucho menos microbiografiar al cantautor, semblanzas abundan para todos los gustos y acomodos, y para conocerle nada habla mejor de sus ideas que sus más de 500 canciones, demos, entrevistas y sus siete LP’s. Lo que distinguía al personaje en cuestión era precisamente su honestidad obstinada, por cierto muy al desuso entre sus copartidarios de la época, por eso inclusive a la hora de exhibirse no había una pizca de doble discurso entre lo cantado y lo vivido: “Si el cantante no es militante de la misma lucha a la cual canta, se convierte en simplemente un comediante de su propio espíritu” –decía-.

Con temas como Yo no sé filosofar, Dispersos y El bachaco fondillúo fustigó la lucha teórico-fraccional –tan cara a los fundadores del marxismo y a los estrategas bolcheviques–, como también toda suerte de divisiones en la izquierda nacional, y en este mismo espíritu hacía extensiva su convocatoria de Unidad Popular a toda Latinoamérica: Junto a Mercedes Sosa, Víctor Heredia, Daniel Viglietti, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, y otros trovadores, protagonizó el Movimiento latinoamericano de la Nueva Canción.

En lo político se consideró hijo y militante del PCV, partido gracias al cual consiguió una beca para estudiar Tecnología del Petróleo en Rumania de la que desertaría egresando como cantor, fue co-fundador del Movimiento al Socialismo (MAS), colaboró con los distintos partidos de izquierda del país, un gran organizador de eventos de masas como el Festival de la Canción Bolivariana, creador de plataformas para el lanzamiento de nuevas voces de la canción, y además fue el arquitecto de una suerte de Frente Popular en forma de movimiento[1], denominado CUP (Comités de Unidaddel Pueblo) al que dedicó toda su energía vital en los últimos años; manifestándose por la defensa del Cerro Galicia (Falcón), La Puerta (Trujillo), el río Neverí (Barcelona), contra la Masacre de Cantaura, y otras importantes peleas del período.

En una de sus últimas entrevistas, fechada en enero del ’85, Alí expresa el contenido social y político de la situación nacional de este modo: “Resulta poco halagador el hecho de que aquí se deje podrir el tomate, ya que al productor le pagan un precio tan pequeño que le sale más caro cosechar; la leche se descompone en los sitios de producción, los huevos los tiran al mar y los pollos son incinerados. De aquí, de Paraguaná, sale un camión de pescados hacia el centro del país y el precio va aumentando por kilómetro recorrido. Y un gobierno que permita eso no va a resolver los problemas vigentes”. [Entrevistó Héctor H. Quero y Heberto León; Suplemento El Falconiano, mayo de 1985, (páginas centrales)].

Es la forma en que el cantautor describe la crisis que se abre en Venezuela hacia febrero del año 1983 con el llamado “viernes negro”, en la que se da un proceso inflacionario desconocido todavía para el país, la primera devaluación en muchos años, la deuda externa poniendo una soga al cuello del presupuesto nacional (¡llegándose al absurdo de cancelarla con la mitad del mismo!), mientras los sectores obreros y medios del país veían caer estrepitosamente sus ingresos, y también la calidad de los servicios. Esta crisis, para la cual compuso “La Canción caliente”, será la que encuentre su punto de inflexión en los acontecimientos que se darán a conocer como el Caracazo, a 4 febreros apenas de su deceso.

En cuanto al grado de subjetividad revolucionaria para la época, respondía en la misma entrevista: “el pueblo no tiene ningún tipo de reclamo y de gestión, por ello aquí hablo en la misma forma conque ellos groseramente nos han engañado a nosotros como pueblo. Por otra parte, los derechos humanos en Venezuela no existen más allá de las palabras.”, esto decía el cantautor a pocos días del accidente que le cegó la vida.

Tercera Voz en off: [Antonio R. Hernández] «En la madrugada del sábado 16 del presente mes de febrero, la tierra falconiana se estremeció de costa a costa y de mar a mar, como diría el español Antonio Machado en su verso inmortal. Había muerto el cantante y autor, Alí Primera, a manos de las máquinas asesinas y cuando él precisamente se desplazaba en una de ellas.» [Médano, 20/02/1985; p. 4]

Su testamento y su lapidaria no pudieron presentarse de otro modo que en forma de canción, por eso en lo que parece una paráfrasis de su alma gemela en poesía –el búlgaro Jristo Botev (“Quien por la libertad cae, no muere nunca”)– Alí cantará: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, al tiempo que imploraba a sus camaradas que no le llorasen. Con voz quebradiza seguía entonando su canción premonitoria:

Y al tener los cuatro metros
de mi tierra liberada
pido que mis camaradas
me despidan con canciones
flores rojas, puño en alto
y me prometan seguir luchando
por la alborada, que también es
Camarada.

[Camarada, (1984)]

https://www.youtube.com/watch?v=RuWXmA6jttM

No pasaría mucho tiempo, pero sí algunos atentados más tarde, que un accidente automovilístico en la autopista Valle-Coche, a la altura del Puente de la Nueva Granada, le cegara la vida dejando heridas a otras tres personas, “Un amasijo de hierro fue todo lo que quedó de la ranchera que conducía Alí Primera, quien murió víctima de polifracturas” [El Falconiano, suplemento de mayo de 1985].

Una nota del diario El Nacional del día miércoles 20 de febrero de 1985, titulada El sepelio de Alí Primera iniciaba: “Acompañado por uno de los cortejos más grandes que se hayan visto en la ciudad de Punto Fijo, fue sepultado al mediodía del pasado lunes (18), en el Cementerio de esta ciudad (Santa Elena), el cadáver del cantante y compositor Alí Primera Rossel (…) El velatorio se efectuó en la casa de habitación de su mamá y hermanos, ubicada en el sector norte de la ciudad, área marginal denominada La Vela (hoy Barrio Alí Primera), allí concurrió la manifestación de duelo más espontánea e inmensa que se recuerda.” (D, 19).

El cuerpo fue trasladado rápidamente a la Medicatura Forense de Bello Monte, luego a una funeraria ubicada en el sector El Rosal, de allí a la Universidad Central y al Barrio Marín, “donde cientos de personas tributaron un emotivo homenaje a su memoria”, fue en la UCV donde el entonces rector Edmundo Chirinos encabezó el cortejo fúnebre.

Finalmente se trasladaría por carretera hasta Coro, en cuyo Ateneo se le rindiera homenaje póstumo antes de partir a Punto Fijo, ciudad en la que quiso sembrar sus restos.

El ritual se daría por vez primera vez en el barrio suburbano La Vela (hoy Barrio Alí Primera), lugar de la última vigilia que tuviera el cantor, ese lunes 18 de febrero “millares de personas, infinidad de ellas, procedentes de las diversas latitudes del país” –reseñaba Marcos Villarreal Pérez– “siguieron el cortejo fúnebre, con los restos mortales del cantautor Alí Primera”.

La inmensa caravana de automóviles y “gente de a pié” inundaban la ciudad, el sol irradiaba con la fuerza torrencial del dolor del pueblo paraguanero. Por espacio de cuatro horas la ciudad de Punto Fijo fue testigo del más grande peregrinaje jamás visto en estas tierras, la juventud, los obreros petroleros, los militantes de las izquierdas más variadas, y los más diversos sectores marcharon ocho kilómetros desde el Barrio La Vela hasta el Cementerio Municipal de Santa Elena, “como consecuencia de la avalancha humana que se observaba deseosa de estar lo más cerca posible del féretro antes de la inhumación, el espacio físico del Cementerio, resultó realmente insuficiente”.

Los diarios se llenaron de obituarios, y éstos de “citas” de sus canciones, las condolencias se hicieron llegar en forma de poemas, imágenes y canciones. “Muere un poeta y la tierra se abre como las entrañas de la madre que parió el juglar que se nos marcha” escribía María de L. Devonish, luego Esteban Hurtado Arias exclamaba “Murió el asceta, dije para mis adentros (…) Quedan sus canciones convertidas en Himno para marcar el paso invencible de la lucha”, este sentimiento también trascendió las fronteras nacionales: “El Comité Internacional de la Nueva Canción, integrado por artistas como Joan Manuel Serrat envió un telegrama de condolencias a los familiares y al pueblo de Venezuela” [“Si se calla el Cantor, Adiós en dolor mayor”, Por: Graciela Beltrán Carias.]

Como una guitarra en llamas que no se consume ni deja de sonar, Alí sería sembrado. Así fue la primera manifestación popular de rabia y de ternura, que formó aquella primera alfombra de claveles rojos sobre el asfalto caliente de Paraguaná.

Stereo Track 3: [Alí Primera Rossel] «…y contó que en su pasado / no quiso ser dios ni héroe / en los dioses nadie cree / y a los héroes se condena / a convertirse en estatuas / que ante las aves dan pena. / De verdad que las estatuas / ante las aves dan pena.» [Zapatos de mi conciencia, (1979)]

En febrero del año 1986, y cada febrero en lo sucesivo, sería retomada la trayectoria desde la casa de su madre, Carmen Adela, hasta el camposanto en que fueron depositados sus restos. Cada año, militantes de todo el espectro de izquierda nacional acompañaban a los familiares y amigos de Alí Primera en este coloradoperegrinar.

La Marcha de los Claveles Rojos se convertiría en un espacio para entablar acalorados debates sobre la actualidad política, concordar en luchas comunes surgidas al calor de aquellos convulsivos años ochenta, encontrarse en las canciones de Alí de alguna manera para darle continuidad a las luchas por la emancipación social.

Alí Primera no viviría para ver el desplome del puntofijismo, la herida mortal que le asestó aquella rebelión espontánea y defensiva del pueblo pobre venezolano en el año 1989, en respuesta al paquetazo neoliberal de Carlos Andrés Pérez: devaluación del bolívar (liberación del control cambiario), aumento de tarifas (agua, luz, teléfono y transporte), duplicación del precio de la gasolina, liberación de precios, liberación de las tasas de interés, y algunos programas que en modo alguno amortiguaban el tremendo impacto social que tendría.

Alí no estaría presente para cuando partidos como el MAS y La Causa R, a quienes tanto respaldo ofreció, se colocaran del lado del status quo y por el restablecimiento del orden.

No se enteraría Alí del desplome de los regímenes estalinistas en Europa del Este. Pero tampoco de los fallidos golpes del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992 contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez.

Ni del Cacerolazo de nacional en su contra, ni de los enfrentamientos populares con las fuerzas represivas, ni del “Fuera CAP” ni del canto popular: “el 8 a las 8 sacamos al gocho”, ni de la destitución y enjuiciamiento del presidente que fuera catalogado por Fidel Castro: “un gran líder latinoamericanista”, ni de la convergencia electoral del PCV con el líder de la democracia cristiana devenido en neoliberal, Rafael Caldera, quien continuara los programas fondomonetaristas y privatizadores.

Este es el vacío político por izquierda que viene a llenar Hugo Chávez, líder del fallido golpe del 4 de febrero de 1992, luego de una feroz ofensiva neoliberal y del desgaste de todos los viejos partidos de izquierda.

Al asumir el poder político en 1999, con el apoyo del Movimiento V República, y una coalición de partidos de aquella izquierda, la Revolución Bolivariana, con Chávez como principal vocero, se manifestó repetidas veces continuadora de los ideales contenidos en la obra de Alí Primera, encontrando en sus canciones y declaraciones políticas, alguna justificación para su gestión y programa de gobierno.

La Marcha de Los Claveles rojos, como manifestación espontánea del sentir popular, que desde finales de los ochenta y durante la década de los noventa clamaba por una genuina dirección revolucionaria a la crisis y a su descontento, entregó sus esperanzas al proyecto del chavismo, identificándose con el mismo. Con esto, el tiempo de estas marchas como corriente popular autónoma frente a los gobiernos de turno acabarían institucionalizándose, sin embargo, cada año hasta el día de hoy, siguen concurriendo a ella los más diversos pensamientos y tendencias de izquierda con motivo de conmemorar la vida y obra del Cantor del Pueblo venezolano: Alí Primera.

Nota:

[1] Como Frente Popular denominamos a la orientación que parte del establecimiento de bloques políticos con las burguesías y pequeñas burguesías nacionalistas o democráticas, que varía según la forma política coyuntural que adquiera, pero parte de la renuncia a una estrategia de clase propia de los trabajadores en su autoemancipación, y que está inscrita en la tradición ideológica de los partidos estalinistas y socialdemócratas. En el caso de las concepciones de Alí, heredad de las viejas tradiciones de la izquierda nacional, la lucha por una unidad popular y nacional más allá de los programas cristalizada en las CUP, se nutre de la asimilación de liderazgos que desde la revolución cubana y vietnamita hasta la llamada “teología de la liberación”, procesos que marcaron la pauta de los partidos y liderazgos de izquierda en el país en el periodo.

Artículo publicado originalmente en: https://barricadarevolucionaria.wordpress.com/2015/02/19/breve-historia-de-la-marcha-de-los-claveles-rojos/

 
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