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La Izquierda Diario
18 de noviembre de 2014 Twitter Faceboock

Mendoza
Entrevista a Claudia Vera, a días de una nueva marcha por su libertad
Valeria Gatica
Virginia Villarroel

Claudia Vera tiene 43 años, vive en Tunuyán (Mendoza), y su causa fue injustamente caratulada como “Homicidio Agravado por el Vínculo”. La Justicia ha decidido ignorar la situación de violencia a la que sometió su marido durante veinte años

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El caso

Con su marido, Aloise (52), habían discutido por plata y él sospechaba que Claudia le enviaba dinero a su madre en San Juan, lo cual llevó a varias peleas, y la noche del 26 de junio él estaba fuera de control. Durante la noche se levantaba y la golpeaba hasta que Claudia pudo defenderse con un cuchillo de 10 cm que estaba en la mesita de luz de su marido y le dio una puñalada, lo cual produjo el fallecimiento de Aloise.

Desde esa noche Claudia se encuentra detenida; estuvo en la Alcaldía de Tunuyán, de allí la trasladaron al hospital psiquiátrico El Sauce, posteriormente al penal de mujeres El Borbollón, del que fue retirada tras dos marchas en el pueblo de Tunuyán pidiendo por su libertad. Hoy ella está con prisión domiciliaria hasta que se resuelva el caso.

Desde ese momento Claudia contó con la solidaridad de sus compañeros de estudio del Terciario de Tunuyán, de sus profesores y los directivos. Se realizaron dos marchas pidiendo por su libertad con más de 200 personas, un festival en la plaza departamental con la participación de bandas de rock, artistas locales y provinciales, ballet folclórico de niños, cientos de jóvenes y familias. Fue una campaña en la que se pidió por si libertad donde también se juntaron cientos de firmas, venta de bonos contribución para ayudarla económicamente, murales, intervenciones artísticas en el centro del pueblo. Esto caso movilizó a la comunidad tunuyanina y se continúa con esta campaña de solidaridad convocando una nueva para el viernes 21 de noviembre a las 18 horas desde la plaza departamental.

La abogada, Carolina Jacky, acaba de presentar la apelación a la reciente ratificación del Juez Balmes sobra la carátula y pide se cambie a “Defensa Propia”, considerando la situación de violencia a la que fue sistemáticamente sometida durante años por su marido. La disputa legal sigue así como también la movilización de la comunidad pidiendo por su absolución.

Hola Claudia sabemos de tu caso, queremos compartirlo y difundirlo: ¿Podrías contarnos tu historia?

En un principio la relación fue buena y armoniosa, al año de estar viviendo en pareja, nos casamos y en junio del año siguiente llegó nuestro primer hijo. La falta de dinero y trabajo hicieron que mi marido fuera a buscar trabajo al sur, pero cuando regresó sus actitudes hacia mí no fueron igual que las que tenía antes.

¿Cuándo comenzó a tener reacciones violentas hacia vos?

C: Una tarde-noche fuimos en auto a comprar unas zapatillas para él, yo estaba con mi hijo José de casi 3 años y no me quise bajar ya que hacía mucho frío para el niño, empezó a insultarme y a reclamarme por mi actitud. Comenzó a pegarme trompadas y yo trataba de proteger a mi hijo mientras él seguía golpeándome, así pasó un rato hasta que se bajó del auto y realizó la compra. Después de ese episodio se sucedieron otros por cosas triviales.

Luego de este episodio, ¿cómo sigue la relación?

Como yo no tengo familia en Tunuyán le pedí ayuda a mi mamá quien vive en San Juan porque no quería seguir conviviendo con él, realicé otros intentos de escaparme pero cuando él los descubría me golpeaba y no quería que nos separáramos. Mi mamá me mandó el dinero para poder viajar así que me fui con mi hijo a San Juan. Debido a esto, mi marido me realizó una denuncia por rapto y me tuvieron detenida dos días en San Juan y dos días en la comisaría de Tunuyán, aquí me realizaron distintos estudios psicológicos en el Cuerpo Médico Forense y análisis, en los últimos me dio positivo en embarazo, así me enteré que esperaba a mi segundo hijo. Mientras estuve detenida, mi mamá logró conseguir un abogado y pude salir pero la tenencia de mi hijo se la dieron a mi marido, yo seguí quedándome en Tunuyán, con una vecina cerca de mi casa. Miguel, al saber dónde estaba, me venía a ver, pedía hablar conmigo, se disculpaba, me pedía perdón y por no perder a mi hijo, creí en sus palabras y arrepentimiento por lo que decidí volver con él.

Desde ese momento los hechos de violencia tanto física como verbal se sucedieron aun estando embarazada y después, me hacía cosas como dejarme afuera de la casa con mi hijo en el frío de la noche, su dominación llegó al punto de no querer que yo le enviase fotos de mis hijos a mis padres, por lo cual conocieron a mi hijo menor casi a los 3 años, además, ellos no venían por una cuestión de no causar malestar, ya sea a él o a su familia porque no les gustaban algunas situaciones de dominación que el ejercía en contra mía y para que no hubiese peleas entre él y yo, porque ellos le reclamarían sobre esos temas.

Por lo general, ¿cuáles eran los detonadores de las peleas?

Las peleas por nuestra mala situación económica eran constantes, no me dejaba trabajar por su excesivo machismo y el de su familia; ellos creían que las mujeres no debían trabajar y tenían que cuidar a sus hijos, tampoco estudiar, yo le planteaba el hecho de que si yo estudiaba nuestra situación económica podía mejorar, muchas otras veces traté de irme de la casa pero sin realizar denuncias. Hasta que él hace diez años atrás consiguió trabajo en la municipalidad, lo que mejoró nuestra situación económica pero acentuó las situaciones de dominación, por ejemplo, tenía que tener por escrito todos los meses cuanto se gastaba y en qué.

Entre tantas de las situaciones por las que tuve que pasar me quedaron marcadas, por ejemplo, cuando se enojaba y no me dejaba comer en la mesa con él y los chicos, siempre me rompía los celulares; una vez yo estaba horneando pan en el horno de mi patio por lo que no escuché el celular y se puso como loco al llegar del trabajo, luego comenzó a golpearme y a insultarme sin creer en lo que yo le decía, me rompió el tímpano del oído y el celular; tampoco creyó que me dolía el oído y el mismo fue a sacarme turno con el otorrino obligándome a entrar con él al consultorio del médico quién me dijo que tenía roto el tímpano y me preguntó qué había pasado, obviamente tuve que mentir diciendo que había recibido un almohadazo por lo que el médico se sorprendió mucho. Mi esposo se quedó conforme y me pidió perdón, después yo realicé algunas denuncias, el tema de dominación con el celular siempre fue una constante, el hecho de que fuera municipal también, porque si algunos de sus compañeros me veían en el centro se lo decían a él y si yo no se lo comentaba sobrevenía el reclamo al igual que los celos.

En determinado momento el empezó a reclamarme por el hecho de que yo no trabajaba, conseguí trabajo en una peluquería (yo estudié peluquería y cosmetología) obviamente en un horario donde no descuidaba a los chicos. Estuve trabajando dos años pero también significaba un motivo de pelea por celos o porque no ganaba bien, hasta que un día fue a hacerme escándalos a la peluquería, me maltrató y me quería sacar si o si pero tenía que maquillar a una chica que se casaba y no podía irme, esto él no lo entendía y me insultó en sobremanera y tuve que dejar de trabajar.

¿Alguna vez lo denunciaste?

Sí, a lo largo de estos años realicé seis denuncias. En una oportunidad en la que decidí adelgazar ante sus reclamos, él se puso celoso porque decía que quería salir de puta, por lo que me golpeó tanto que me desvió el tabique en presencia de mi hermana, realicé una de las denuncias pero no estaba el médico forense y me mandaron al hospital donde solo se me constataron los golpes pero sin una autorización, ellos ni me dieron un certificado porque era la guardia así que me vi impedida a realizar bien la denuncia.

En algún momento, ¿la Justicia tomó cartas en el asunto?

Otra de las denuncias que realicé fue tomada en cuenta, pues la jueza lo citó y nos realizó tratamiento psicológico, a él le dio una prohibición de acercamiento, donde pidió estar en la casa de su madre que queda en el mismo espacio físico donde yo estaba con mis hijos. Esto sucedió en dos oportunidades donde yo también realicé tratamiento al igual que él, pero esto me trajo algunos inconvenientes ya que las citaciones que llegaban al domicilio tenía que dárselas yo por lo cual él me reclamaba y decía que por mi culpa estaba pasando por esa situación. Por su insistencia volvía con él para no generar más discusiones y para que mis hijos no vivieran en un constante clima de violencia, accedía a estar con él, bancarme mucho de su maltrato y manipulación. Yo sabía que no era lo correcto.
Esta situación se la comuniqué a las psicólogas y les dije que me iría a San Juan con mis hijos, así lo hice cuando tuve el dinero suficiente y en cuanto obtuve la autorización de la jueza ya que no quería que me pasara como la vez anterior.

Realicé todas las denuncias correspondientes pero la jueza me dijo que yo no podía desconocer el derecho del padre a verlos así que después de una semana los fue a visitar, mi hijo menor no quería estar conmigo y debido a los ruegos de su padre que me decía que cambiaría y atendiendo los deseos de mi hijo, decidí volver otra vez.

Seguíamos realizando el tratamiento y cada vez que tenía consulta con la psicóloga, me maltrataba y me ofendía porque tenía que ir y me obligaba a llevar el certificado de que él había concurrido al tratamiento. No fue fácil para mí volver pero lo hice por mis hijos, me decía a mí misma: tenés que aguantar si querés tenerlos a tu lado.

¿Cuándo fue que decidiste estudiar en el terciario?

En determinado momento, debido a mi insistencia me dejó estudiar pero con condiciones; los fines de semana y los días que él estaba en la casa no tenía que tocar nada relacionado con la escuela y así lo hice, madrugaba para poder realizar los trabajos prácticos con mi compañeras, un día realizaba un montón de comidas y las frizaba o cocinaba muy temprano y me iba a la casa de mis compañeras a estudiar por lo que cerca del mediodía solo tenía que calentar un poco la comida para cuando él llegaba de trabajar sin embargo, sus celos y su control sobre todo lo que hacía siguieron, pero yo vi en esto la salida: tener algo para ofrecerles a mis hijos, una fuente económica mejor para no depender de él, además para que mis hijos vieran que a pesar de mi edad yo era capaz de darles lo mismo que él.

Sus ataques hacia mí o hacia mi familia le hacían perder el control, se exasperaba por motivos triviales, como la vez que fuimos a San Juan con su mamá a ver a mi familia y se enojó porque en mi casa se había roto el calefón y no había agua caliente, dijo que si él hubiese sabido esto no venía y comenzó a pegarme delante de mi madre y de la suya, no le importó que mi mamá estuviese en una silla de ruedas o que lo presenciara mi hermana que tiene síndrome de Down.

¿Las cosas empeoraron después de que comenzaste a estudiar?

Este último año las cosas se pusieron peor, debido a las exigencias escolares tenía que estar más horas en el terciario, me pedía que siempre tuviese el celular con sonido y se lo contestase al momento que él me llamara pero además me acechaba constantemente en el terciario, me vigilaba, porque para poder estudiar los días que no teníamos clases, igual iba al terciario ya que si me quedaba en la casa no podía hacer nada de la escuela.
Un día discutimos y me rompió el celular, llegó al terciario a pegarme porque decía que por mi culpa había tenido que romperme el celular y por ello, no podía comunicarse conmigo. Me vigilaba, siempre tenía motivos para agredirme no solo física sino verbalmente usando epítetos descalificativos como “gorda culiada”, mugrienta o vaga, muchas veces, debido a la impotencia que yo sentía lo dejaba que me pegara hasta que se cansara. Él siempre se arrepentía, me prometía que no volvería a hacerlo pero no cumplía.

¿Cuál es el mensaje que querés darles a las mujeres que están pasando por tu situación?

Sé muy bien qué son las relaciones tóxicas, lo que generan y cómo es el desgaste que producen en las personas que la padecen y hasta qué punto pueden llegar a afectarlas, por eso no es bueno hacer lo que yo hice; callar, dejar pasar tanta agresión, tanta manipulación. Una confesión a tiempo puede evitar un montón de situaciones fatales no solo para la pareja que está involucrada sino para sus hijos.

Muchas gracias Claudia por tu predisposición y coraje. Esperamos que pronto logres tu libertad y se pueda aplicar en tu caso la Ley contra la violencia de género (N° 26.485) y que este sea un ejemplo y un antecedente de lucha para muchas mujeres.

Entrevistaron: Virginia Villarroel y Valeria Gatica

 
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