Esta Asamblea se realiza en el contexto de una creciente crisis económica, política y social, a escala nacional e internacional.
En México, la economía está casi estancada y en riesgo de recesión, amenazada por la devaluación del peso y las políticas proteccionistas del gobierno de Trump, ante la profunda subordinación y dependencia de nuestro país al imperialismo norteamericano.
Subordinación impuesta por los partidos del régimen político, con sus gobernantes y legisladores, mediante sus planes anti-obreros y anti-populares, como el TLC y las llamadas “reformas estructurales”, que entregan nuestros recursos, derechos y soberanía.
No a la unidad con los de arriba
Los mismos partidos que avalaron estas reformas entreguistas, nos llaman a la “unidad nacional” contra Trump y en respaldo a Peña Nieto, ante el gran desprestigio de éste, que a ninguno de ellos les conviene pues está provocando inestabilidad.
Luego del brutal gasolinazo de enero, el PRD y el PAN adoptaron un discurso “crítico” del gobierno, buscando posicionarse en la carrera electoral hacia el 2018; pero todos los partidos del régimen quieren evitar que el descontento popular se extienda y radicalice hasta echar abajo a Peña Nieto, su gasolinazo y sus “reformas estructurales”.
Quieren inculcarnos nuevamente la falsa esperanza de que la "alternancia" del partido en el gobierno puede llevarnos a un cambio favorable.
Para que no defendamos ahora nuestros derechos y conquistas con la movilización independiente y masiva en las calles.
Hasta López Obrador llamó a respaldar a Peña contra Trump, mientras integra un equipo de asesores con empresarios y tránsfugas de los mismos partidos que integran la "mafia en el poder", en su intención de mostrarse como una alternativa de gobierno viable para la burguesía.
Mala vibra
La marcha convocada bajo el slogan de “Vibra México” por las televisoras, organismos empresariales y personalidades derechistas, acompañadas por los rectores de la UNAM y la Universidad Iberoamericana, pretendía convencer a otros sectores sociales de “cerrar filas” tras el presidente. Pero esta maniobra fracasó, demostrando que estos neoliberales maquillados de “nacionalistas”, también son repudiados por la población.
Ante su debilidad, el gobierno federal busca legalizar cuanto antes, con el aval del Congreso de la Unión, el accionar de las fuerzas armadas en labores de “seguridad interior”, como parte de la “guerra contra el narco” que ha provocado miles de asesinatos y desapariciones. No para defender la “soberanía nacional” o combatir al “crimen organizado”, sino para reprimir a los movimientos sociales, como hicieron en Nochixtlán e Ixmiquilpan, con consecuencias fatales.
Por la unidad de los trabajadores y el pueblo
La persistencia del movimiento contra el gasolinazo, obligó al gobierno a postergar los otros dos aumentos, que ya estaban anunciados para febrero. Pero a partir del próximo martes los precios de la gasolina y el diésel quedarán totalmente libres, por lo que podrían aumentar diario, impactando en el costo de la vida y afectando a los que menos tienen.
El pasado 31 de enero, miles de trabajadores telefonistas, universitarios, electricistas y de otros gremios, se movilizaron al Zócalo de la Ciudad de México y el 9 de febrero miles de maestros procedentes de diversos estados volvieron a marchar contra la reforma educativa. Lo cual de unificarse y extenderse, puede hacer realidad la unidad obrera y popular que podría poner en jaque a este gobierno hambreador y asesino.
Mientras, del otro lado de la frontera, a pocos días de haber asumido la presidencia el misógino y racista republicano, avanzan las deportaciones y la criminalización de los migrantes. No sin la oposición activa de amplios sectores de las comunidades de latinos, negros, indígenas, estudiantes y mujeres, que salieron a las calles por cientos de miles el 21E.
Al tiempo que el movimiento de mujeres se extiende y está llamando a un paro internacional para el 8 de marzo, que en nuestro país están impulsando ya agrupaciones de mujeres como Pan y Rosas, así como la Nueva Central de Trabajadores.
Proponemos:
I. Rechazar categóricamente la política de “unidad nacional” impulsada por Peña Nieto, los partidos patronales y los empresarios, que sólo busca fortalecer al gobierno, legitimar al régimen y ganar tiempo para desgastar al movimiento social, promoviendo la idea de que en aras del “interés nacional” debemos apoyar a quienes nos explotan y reprimen. La única unidad posible, es la de todos los oprimidos y explotados contra el imperialismo, los grandes empresarios (nacionales o extranjeros) y la casta política que los representa.
II. Hacer un firme llamado a las centrales y sindicatos que se dicen democráticos y combativos, como la NCT, la UNT, la CNTE, el SME y el Sindicato Minero, a terminar con el divisionismo, organizando y convocando a un gran Encuentro Nacional de Lucha, para acordar un plan de acción unitario y ponerle fecha a un paro nacional activo, en la perspectiva de la huelga general política para echar abajo a Peña Nieto, el gasolinazo y todas las reformas estructurales.
III. Adherir al Paro Internacional de Mujeres convocado para el próximo 8 de marzo e impulsarlo activamente en nuestros pueblos, barrios, ciudades, escuelas y centros de trabajo. Así como a la marcha en la Ciudad de México ese mismo día, que partirá a las 5 p.m., del Ángel de la Independencia hacia el Hemiciclo a Juárez, convocada por la Agrupación de Mujeres Pan y Rosas y otras organizaciones, como la Nueva Central de Trabajadores. Replicándola en todos los estados donde sea posible. Contra el feminicidio, el trabajo precario y las deportaciones.
IV. Llamar a los sindicatos y a todas las organizaciones sociales, políticas y de Derechos Humanos democráticas, nacionales e internacionales, a impulsar en común urgentemente una gran campaña contra la construcción del nuevo muro fronterizo, las deportaciones y la persecución a los migrantes, tanto en Estados Unidos como en México, promoviendo acciones coordinadas para su defensa en ambos lados de la frontera. |