El 30 de octubre, en la reciente muestra del DOCA (Documentalistas Argentinos) se presentó Nunca Digas Nunca, un documental sobre las desapariciones forzosas de personas en democracia. El estreno fue un éxito, rebasando de gente la sala, por lo que se volvió a proyectar al día siguiente gracias a Patricio Escobar, que cedió el espacio en la muestra de su muy buen documental Sonata en Si Menor. Recientemente fue colgada en internet y se puede ver directamente de su página oficial.
“Cuando vamos a la morgue mira el papelito y te lo dicen así fríamente -No esté ya fue enterrado. Cuando miramos así, Jonatán había sido enterrado, una semana antes. El mismo juez que dio la orden para reconocer el cuerpo había dado la orden para que me lo entierren. Yo dije - Si fue así, ¿Por qué me lo ocultaron? ¿Con que derecho? ¿Por qué me lo enterraron? ¿Por qué no me avisaron? Cuando yo fui a parir a mi hijo me preguntaron qué nombre le iba a poner y yo le dije Jonatán Ezequiel Lezcano. Y ahí, por ahí… mi hijo es NN.”
Relata Angélica Urquiza, la mamá de Jonatán “Kiki” Lezcano, quien junto con Ezequiel Blanco fueron asesinados por la federal el 8 de julio del 2009.
Nunca digas Nunca es una realización colectiva-anónima, musicalizada por Sara Hebe y Ramiro Jota, que nos invita a reflexionar por el significado de nuestra tan mentada “democracia”. La película se desarrolla utilizando varias preguntas que se va proponiendo responder a lo largo del film, preguntas que sirven como disparadores para la búsqueda de las respuestas. Indagando sobre un tema que de la manera más lúgubre convive con nosotros, como parte de una realidad asfixiante; el gatillo fácil y la desaparición forzosa de personas. Prácticas que no son solamente el tétrico recuerdo de los años de plomo sino que siguen haciéndose presentes en nuestros barrios.
Escapando de los lugares comunes del género documental y con un muy interesante trabajo de montaje, Nunca digas Nunca logra trasmitir su mensaje de manera desgarradora, intercalando testimonios de familiares, que a través de su incansable lucha han dado visibilidad a estas problemáticas, con testimonios de militantes, y propone un recorrido por la historia de estas macabras practicas estatales.
Pero quizás, más allá de cualquier valoración que se puede hacer desde lo formal, el mayor merito del film sea que puede transformarse en una herramienta más de lucha. Un arma más que dispare desde nuestra trinchera hacia los muros de la impunidad, hacia las miradas que eligen no ver y los oídos que prefieren no escuchar, hacia los discursos mediocres de estigmatización que desde las usinas mediáticas fabrican paranoias que exigen más de esa supuesta “seguridad” que anda uniformada. Que sea una expresión más de la digna rabia que amenaza con acabar con tanta injusticia y desigualdad naturalizada. Pero eso depende de nosotros, romper con la lógica pasividad-espectador sumando la fuerza de nuestras gargantas. |