El 20 de febrero de 1967 en Abardeen, Washington, llegaba al mundo Kurt Cobain. Con una infancia muy difícil, de muy chico incursionó en la música, tocando temas de “Los Beatles”, una de sus bandas favoritas. A los 20 años funda Nirvana, junto a Krist Novoselic en el bajo y Chad Channing en la batería, influenciados en bandas como “Pixies” o “Sonic Youth” entre muchas otras. En junio de 1989 lanzan su primer disco, “Bleach” (grabado en seis días, con un costo de 606 dólares), de la mano del sello discográfico Seattle Sub Pop, vendiendo unas 40 mil copias. Nirvana, como también Soundgarden, comenzaría a sentar las bases de un nuevo género musical que se estaba desarrollando: el grunge, que se transformaría en un importante movimiento cultural a mediados de los 90´ teniendo como característica una postura anticomercial y contracultural. Pero el salto definitivo lo darían dos años después, con su siguiente disco y con un nuevo baterista, Dave Grohl, hoy líder de la banda Foo Fighters.
“Nevermind”, el paso a la fama internacional
La imagen de un bebé nadando detrás de un billete de un dólar en un azuelo se transformaría rápidamente, en un retrato conocido por millones. El 24 de septiembre de 1991 el mundo escucharía uno de los discos más estruendosos y potentes que se haya hecho. A pesar de las pocas expectativas por parte del sello discográfico y de la misma banda, este trabajo logró vender unas 12 millones de copias para enero del siguiente año, desbancando del primer lugar a “Dangerous”, de Michael Jackson.
El contexto era bastante desolador: un exitismo sin límites invadía a los grandes capitalistas del mundo que durante toda la década de 1990 llevaron adelante una fuerte ofensiva contra los trabajadores y los jóvenes. El individualismo, el consumo y el escepticismo fueron moneda corriente en aquellos años.
De ahí, que el single “Smell like teen spirit” (“Huele a espíritu adolescente”) empalmara tan rápidamente con la denominada Generación X (quienes habían nacido entre los 60´y 80’), caracterizada por la apatía y la desilusión, en una sociedad impregnada por valores de las clases dominantes. Aunque el mismo Cobain aseguró que la letra no tenía ningún significado específico, el primer tema del álbum (paradójicamente tomado de una marca de desodorante estadounidense “Teen Spirit”), fue un grito ensordecedor en un mar calmo que empujaba permanentemente al conformismo.
Luego, la banda sacaría el disco “Incesticide” en el año 1992, preludio de lo que sería “In Utero” en septiembre de 1993, que contaría con grandes canciones como “Heart-Shaped Box” o “All Apologies”. Otro trabajo importante fue “MTV Unplugged in New York”, un álbum en vivo lanzado en noviembre de 1994 con importantes covers como “The man who sold the world” de David Bowie.
Va a tener un paso por Argentina en octubre de 1992, en donde el malhumor de Cobain va a determinar el show (aparentemente, en respuesta al maltrato del público hacia la telonera banda Calamity Jane). Su último recital lo dieron en Alemania en marzo de 1994, terminó en una internación de urgencia para Kurt por ingerir una mezcla de alcohol y pastillas (hecho denunciado por su esposa como un intento de suicidio).
El final de una voz indestructible
A medida que la banda era cada vez más conocida y famosa, Kurt Cobain entraba en contradicción con sus demonios más oscuros. Los escándalos públicos se van a multiplicar. Caerá en una fuerte depresión crónica y adicciones varias que lo llevarán a quitarse la vida un 8 de abril de 1994. “Es mejor arder que apagarse lentamente” fue una de las frases encontradas en una nota hallada junto a su cuerpo, dedicada a su esposa la cantante Courtney Love con quien tuvo una hija, Frances Bean Cobain.
Su voz rasgada, enérgica y suelta y sus sombríos acordes, quedarán sin lugar a dudas, en la piel de quien pueda acercarse a esta enorme personalidad y su compleja obra.
En la actualidad, el despertar político de cientos de miles de jóvenes, con su crítica a lo existente, su accionar rabioso y su energía siempre saludable en varios países del mundo a raíz de una enorme crisis económica, social y política, hace que los poderosos de siempre “huelan un espíritu adolescente”. |