En el comedor de la fábrica está prendida la televisión. El videograf dice:
“Apareció el cuerpo de Luciano Arruga”. Ya habían pasado dos semanas, pero algunos desconocen lo que sucedió y empiezan con las preguntas de algunos:
“¿Dónde estaba?”, “¿cómo hicieron para saber?”, “¿era de la [Villa] Palito?”.
Responden otros: “Era de 12 de Octubre”, “desapareció hace seis años”.
Alguien quiere explicar un poco más: “Dicen que se negó a hacer ´un trabajito´ para la policía”.
Hacen silencio. Ninguno lo pone en duda. Como si lo hubieran sentido en el cuerpo.
Rodeados de supervisores y jefes que devoran con impunidad, sigue por lo bajo la conversación: “Están todos metidos”, “Hasta los políticos”. Todos asienten con la cabeza.
El más participativo comenta: “hay que ver que pasa con el otro viejo”. “¿Quién?”, “¿López?”. “Ese sigue desaparecido”, dice otros como para ir terminando. Mastican la bronca y cambian de tema. |