Marcos Peña pidió este lunes por la tarde no “tenerle miedo” a la movilización convocada para hoy martes por la CGT. Resulta difícil saber quién o quiénes son el interlocutor del jefe de Gabinete. ¿Se dirige a los empresarios? ¿Acaso le habla a sus propios votantes? ¿Son los funcionarios de Cambiemos los destinatarios del mensaje? Difícil especular.
El temor, agreguemos, no tiene casi justificación. La conducción de la CGT ha hecho todo lo posible por moderar su discurso a medida que se acercaba la movilización. Cada semana tuvo lugar un nuevo pedido de “rectificar” el rumbo económico para evitar el llamado a un paro.
Todo indica que eso tampoco ocurrirá hoy. Juan Carlos Schmid, a la salida de la reunión en la sede de UPCN este lunes, habló de una difusa “medida de fuerza” entre el último día de marzo y los primeros de abril. La palabra “paro” ya ni siquiera parece figurar en el vocabulario cegestista.
La moderación de los dirigentes de la burocracia sindical viene a ser el movimiento inverso, en términos políticos y sociales, a lo que expresó la masiva movilización de la docencia en todo el país.
Ayer, cerca de 100 mil docentes marcharon en todo el país. En la Ciudad de Buenos Aires, el canto exigiendo paro general resonó a lo largo de más de una decena de cuadras. En Córdoba, los docentes (que votaron a Macri en un porcentaje nada menor) expresaron la furia contra el titular del Poder Ejecutivo nacional. La palabra “inoperante” sonó varias veces, según testimonios de los presentes.
A medida que crece la disidencia de amplias capas de trabajadores en relación al Gobierno “del cambio”, queda más en evidencia el rol contenedor y controlador de la calle de la CGT. La conducción cegetista vuelve a demostrar que es un factor moderador del reclamo obrero a nivel nacional.
Detrás de esta tendencia a limitar cualquier “exceso” y volver a “encauzar el diálogo” parece encontrarse, nuevamente, la negociación por los fondos de las obras sociales. La burocracia sindical repite el apotegma de Hegel y Marx, pero muy a su modo: la historia se repite dos veces, las dos como farsa. Bufones millonarios eternizados en sus sillones gremiales.
Después del contundente paro y la masiva movilización de ayer, la convocatoria a un paro nacional significaría un golpe capaz de doblegar al Gobierno. Que esta perspectiva no esté planteada es lo que permite a Peña afirmar que el miedo no debe imponerse.
Si la CGT es la encargada de poner límites al reclamo de la clase trabajadora, son sectores de la casta judicial los que buscan moderar la furia gorila de Cambiemos.
Este lunes dos fallos judiciales pusieron freno a aspectos del ataque del Gobierno contra los docentes.
Por un lado, el fallo del juez platense Luis Arias impuso al Gobierno que se abstenga de aplicar la conciliación obligatoria, una medida que violaría claramente el derecho de huelga. Por otro, se difundió el fallo emitido el jueves pasado por la jueza María Ventura Martínez, que ordena al Gobierno de Vidal devolver lo descontado a los docentes por los paros del pasado 1 y 2 de agosto.
Las medidas sientan un precedente para las jornadas de lucha que tienen lugar en estos momentos.
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Esos fallos judiciales ponen en evidencia que el ataque contra el derecho a huelga no es un camino sin escollos o costos políticos.
Mientras decenas de miles de docentes se movilizaban en todo el país, un solitario Mauricio Macri “inauguraba” el ciclo lectivo en la lejana Jujuy. En una suerte de ironía de la política, las clases no arrancaban en 22 de los 24 distritos provinciales. En Jujuy tampoco había clases. Quizás Macri no lo sabía, quizás decidió obviarlo como hizo con gran parte de la realidad hace menos de una semana, cuando habló en el Congreso Nacional.
La tarde del lunes fue el momento que eligió el Gobierno para intentar cambiar el eje de la jornada. Por un lado llegaron las “buenas noticias”, con el lanzamiento del Plan Aerocomercial. Según afirmaciones del propio Presidente esto generaría 25 mil empleos. La afirmación se parece demasiado a la promesa de la “lluvia de inversiones” que sigue sin, siquiera, semejar una garúa.
Luego llegó un gesto de republicanismo degradado. El Gobierno anunció la postergación de la entrada de Avianca a los cielos argentinos. Se trata de la empresa “low cost” que aparece ligada a la familia Macri por medio de la compra de Mac Air Jet. Esto demorará hasta que la oficina Anticorrupción -dirigida por la ultra oficialista Laura Alonso- se expida y hasta que el Gobierno establezca los mecanismos que, supuestamente, serán el limitado para los llamados “conflictos de intereses”.
Este retroceso tiene el tufillo de la autoinculpación. Si no hay posibilidad alguna de que la familia Macri se vea beneficiada, qué sentido tiene el retroceso. “Buena pregunta” podría decir el mismo Macri.
Para el Gobierno las jornadas por venir estarán lejos de ser gratas. Hoy las calles serán escenario de una nueva concentración masiva, al tiempo que se cumple el segundo día del paro nacional docente. Mañana miércoles las ciudades de todo el país serán protagonistas de las movilizaciones y acciones, en el marco del Paro Internacional de Mujeres. Los cuestionamientos al macrismo estarán más que presentes.
El Gobierno parece seguir la senda que se autotrazó hacia una lo que podría ser “una paliza histórica”. Peronismo y kirchnerismo harán todo lo posible por canalizar el creciente descontento en su favor. Servirá en este caso recordar que el ajuste contra los docentes es también aplicado por los gobiernos provinciales de ese signo, incluido el de Alicia Kirchner.
Este es uno de los motivos por el que hoy habrá un polo independiente dentro de la movilización convocada por la CGT y las CTA, donde tendrán protagonismo el sindicalismo combativo y la izquierda. | 
