La clave del bolchevismo y de la Revolución Rusa de Octubre es integrar en la política
justamente a la gente que ha estado más oprimida por el capitalismo. Fueron sometidos, engañados y expoliados por los capitalistas, tanto en las monarquías como en las repúblicas burguesas democráticas. Mientras la tierra y las fábricas estuvieran en manos privadas, serían inevitables la opresión, el engaño y el saqueo del trabajo de la gente por parte de los capitalistas.
La esencia del bolchevismo y del poder soviético es mostrar la falsedad y la
mistificación de la democracia burguesa, abolir la propiedad privada de la tierra y las
fábricas y concentrar el poder del estado en las manos de las masas trabajadoras y
explotadas. De esa manera, esas masas tomarán el mando de la política, es decir,
asumirán la misión de construir una nueva sociedad. No es tarea fácil: las masas están sometidas y oprimidas por el capitalismo, pero no hay otra manera –ni puede haberla- de liberarse de la sumisión y el esclavismo que aquel comporta.
Ahora bien, no se puede involucrar a las masas en la política sin movilizar también a
las mujeres. Bajo el régimen capitalista, la mitad femenina de la raza humana está
doblemente oprimida. La mujer campesina, tanto como la mujer obrera, están oprimidas por el capital, peor aun: incluso en las más democráticas de las repúblicas burguesas, en primer lugar, han sido expoliadas de algunos de sus derechos, ya que la ley no las contempla en igualdad de condiciones a los hombres, y en segundo lugar –pero más importante-, permanecen sometidas a la institución doméstica. Continúan siendo esclavas de sus familias, cargando con las tareas más pesadas, miserables, agotadoras y alienantes de la cocina y la casa.
Ningún partido ni ninguna revolución jamás ha pretendido remover tan
profundamente los cimientos de la opresión y la desigualdad de las mujeres como la
Revolución Bolchevique Soviética. Aquí, en la Rusia Soviética, no queda huella de la
desigualdad legal entre hombres y mujeres. El poder soviético ha eliminado todo cuanto había de infame, injusto e hipócrita en la desigualdad entre hombres y mujeres que se desprendía de las leyes sobre el matrimonio y la familia, y también en la desigualdad con respecto a la infancia.
Este es tan sólo el primer paso en el camino de liberación de la mujer. Y sin
embargo, ninguna de las repúblicas burguesas, ni siquiera las más democráticas, se ha atrevido a darlo. La razón: el poder que la sacrosanta propiedad privada ejerce sobre ellas.
El segundo paso, y también el más importante, es la abolición de la propiedad
privada de la tierra y las fábricas. Sólo así se abrirá el camino hacia una emancipación completa y real de la mujer, su liberación de la esclavitud doméstica, mediante una transición desde la insignificante ejecución doméstica individual hasta los servicios domésticos socializados a gran escala.
Será una transición difícil, porque implica remodelar un orden rígido, primigenio,
tradicional y fuertemente arraigado (más que orden, cabría decir indecencia o barbarie). Pero es un proceso imparable, en el que ya estamos avanzando.
Así es que, en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, innumerables grupos
de mujeres trabajadoras de todos los países del mundo enviarán sus saludos a la Rusia Soviética, que ha sido la primera en asumir esta misión sin parangón, tan increíblemente dura como admirable, una misión verdaderamente liberadora y fabulosa. Y mientras tanto aquí nos pertrecharemos para no desanimarnos por la fiera y a veces salvaje reacción burguesa: cuanto más ‘libre’ o ‘democrático’ es un país burgués, más fiera es la rapiña de la banda de capitalistas contra la revolución de los trabajadores. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el caso de la república democrática de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, la masa de trabajadores ya ha despertado. Las masas inertes, somnolientas, hibernantes de América, Europa e incluso la atrasada Asia, fueron finalmente sacadas de su inactividad por la guerra imperialista. El hielo se ha resquebrajado en todos los rincones del mundo.
Nada puede detener la marea de luchas de los pueblos por la liberación del yugo
imperialista y la liberación de los hombres y mujeres trabajadoras del yugo del capital. La lucha por la causa la están llevando a cabo decenas, centenares de millones de trabajadores hombres y mujeres en el campo y en las ciudades. Es por ello que la lucha por liberar el trabajo del yugo del capital triunfará en todo el mundo.
Texto originalmente publicado en el periódico Pravda, Suplemento N°58, 8 de marzo de 1921.
Trabajadoras rusas visitan la tumba de Lenin en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Marzo, 1925. |