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La Izquierda Diario
8 de marzo de 2017 Twitter Faceboock

Política
El Gobierno tildó de “electoralista” a la enorme protesta de ayer
Fabio Valdiviezo

Tras la masiva movilización convocada ayer martes, el oficialismo salió a cuestionar la existencia de intereses electoral. Un recurso para no reconocer el descontento con su plan de ajuste.

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El Gobierno nacional no pudo ignorar la importancia de los hechos de ayer por la tarde. Una masiva movilización de la clase trabajadora marcó la agenda política nacional.

Según fuentes cercanas, el presidente Macri habría seguido la jornada convocada por la CGT desde la residencia presidencial de Olivos. Sin embargo, hasta el momento no realizó declaración alguna sobre la masiva movilización de ayer en contra de la política económica de su gobierno.

Otros funcionarios sí salieron a realizar declaraciones, intentando relativizar la masividad del reclamo, ligando la protesta al año electoral en curso.

El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, señaló que la movilización obedecía “a una perspectiva política”. Según sus declaraciones “no hay un problema generalizado” en la economía. El funcionario minimizó así el efecto de la recesión y terminó afirmando que los incidentes respondieron a "intereses electoralistas".

En la misma tónica, el titular de Trabajo auguró buenas señales en la economía, con un “empleo que está creciendo”, y aseguró que van a convocar al diálogo a los representantes de los trabajadores para evitar el posible paro general. Lo contrario a lo que sucede en otros casos. Los 380 trabajadores gráficos despedidos de AGR-Clarín pueden dar fe de la escasa voluntad del ministro de abrir las puertas de su oficina para atender los reclamos obreros.

Por su parte, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, también utilizó el carácter electoral del año para minimizar los reclamos de los trabajadores, afirmando que “la política electoral se está mezclando con la agenda de trabajo”. Enfatizó la supuesta predisposición al diálogo por parte del Gobierno y recalcó que a algunos sectores “no les conviene el diálogo porque la violencia los hace más fuerte”.

Los ministros de Transporte y Producción, Guillermo Dietrich y Francisco Cabrera respectivamente, también acudieron al relato de que la economía argentina se encuentra en vías de recuperación, que el empleo está en crecimiento y negaron que haya una avalancha de importaciones que atente contra la industria nacional generando desempleo. Esto ocurre a pesar de que los despidos y suspensiones en los establecimientos industriales digan lo contrario.

Por su parte, el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, acusó al kirchnerismo por los incidentes en el acto y aseguró que el Gobierno “tomó nota” de los reclamos expresados en la movilización.

Mario Negri, titular del interbloque de Cambiemos en la Cámara de Diputados denunció un “ataque de ansiedad y un brote descomunal por ver si podían sitiar al Gobierno”. Para no desafinar, también apuntó principalmente contra el kirchnerismo por los enfrentamientos.

El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, señaló que hay que concentrar las fuerzas en “evitar el paro general” y condenó el “accionar delincuente”, en obvia alusión a los choques de ayer.

La falsedad del diálogo del Gobierno

El diálogo del macrismo con los trabajadores no es más que una figura discursiva que intenta tender algún puente ficticio con los reclamos expresados en la movilización de ayer.

En la Casa Rosada son conscientes del enorme descontento que existe entre los trabajadores. Descontento que se expresa en fuertes reclamos y duras luchas. En el caso de los trabajadores estatales se ve en las movilizaciones docentes. En el caso del sector privado, vienen teniendo lugar duras luchas como la de los trabajadores gráficos de AGR-Clarín y las obreras de Textil Neuquén, entre otras.

Sin embargo, en un contexto de crisis económica internacional y un proceso de derechización a nivel mundial (y como parte de él), el Gobierno de Cambiemos es consciente de que apremian los tiempos para profundizar el ajuste. En ese sentido, en la Casa Rosada viene rechazando de plano los reclamos levantados por los trabajadores. Reclamos que se expresaron en la jornada de ayer. Entre ellos están la denuncia contra la revisión de los convenios colectivos de trabajo, la exigencia de convocatoria a una paritaria docente a nivel nacional y la recomposición del poder adquisitivo.

El oficialismo sigue enfatizando un diálogo que no es, mientras continúan los despidos, suspensiones, tarifazos e inflación. La perspectiva de un paro general implica, en un año electoral, un panorama complicado para el Gobierno de Cambiemos que ha logrado descargar parte de su plan económico de ajuste.

Esos avances en atacar las condiciones de vida de la clase obrera no hubieran sido posible sin el aval no solo de la burocracia sindical que mantiene la tregua con el Gobierno, sino también del conjunto de los partidos del régimen –desde el Frente Renovador, el radicalismo, el pseudo-progresismo, hasta el PJ y el Frente para la Victoria- en votaciones de leyes claves. Entre éstas cabe mencionar el pago a los fondos buitres, presupuestos de endeudamiento, la ley de ART, entre otras. Esto, en un Congreso Nacional en el que Cambiemos es minoría.

Ante las excusas y los chivos expiatorios que busca instalar el macrismo para justificar el panorama económico que no mejora, la clase trabajadora tiene que responder a la altura del ajuste en curso. Los dirigentes que ayer fueron corridos del palco están muy atrás de esa tarea.

 
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