El acuerdo pretende reforzar el compromiso de los aspirantes a la presidencia con demandas como el Acuerdo de Unión Civil, Ley de Identidad de Género, derechos para mujeres, lesbianas y bisexuales y la creación de una “institucionalidad antidiscriminatoria” ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Un lavado de cara al régimen
Con este acuerdo, los candidatos a la presidencia, Ricardo Lagos (PPD), Alejandro Guillier (PR), y José Miguel Insulza entre otros, aspiran a conquistar a un sector de la disidencia sexual mediante un pacto formal que poco y nada aportará a la real conquista de las demandas históricas de amplios sectores de la población que han salido a movilizarse por sus derechos.
Si bien el pacto concentra demandas sentidas, como lo es la necesidad de una Ley de Protección a la Identidad de Género o el Acuerdo de Unión Civil, no serán los gobiernos, ni el Estado, ni los partidos del régimen, quienes abrirán paso hacia la plena libertad de la diversidad sexual, las mujeres, y el conjunto de la sociedad. Sin duda, lo anterior son exigencias mínimas que deben garantizar los estados y los gobiernos.
Ad portas de las presidenciales, sobran muestras de voluntarismo, aprovechamiento, y aires de compromiso. Lo cierto es que estas muestras están lejos de transformarse en un cambio estructural de la sociedad. La derecha a su vez, restándose de esta instancia, busca cerrar filas, reagruapando a su bloque más duro contra los derechos democráticos.
Ante estos últimos hechos, se hace más consciente la necesidad de levantar un movimiento internacional de la diversidad sexual y mujeres que confíe en sus propias fuerzas, sin confianza en los gobiernos de turno, en la lucha por la conquista de sus demandas, pues al final del día, no podemos olvidar que tanto los gobiernos como los estados, son los responsables por las miles de miserias que debemos enfrentar día a día. |