En lo que va del año ya son cinco los casos de femicidios perpetrados en la provincia de Jujuy.
En febrero, Yolanda Velázquez, de 30 años junto a su hija, Magdalena Solange, de 8 años, fueron brutalmente asesinadas en los cañaverales de un camino vecinal en el Paraje Barro Negro, en el departamento de San Pedro. La niña también había sido violada.
Pocas horas después en el barrio Alto Comedero de la ciudad de San Salvador de Jujuy la joven madre Nahir Agustina Mamani fue asesinada por su pareja, tenía 20 años. El 17 de marzo Gladis Beatriz Choque muere en San Pedro de Jujuy, tras haber sufrido un terrible ataque por parte de cuatro hombres que habrían intentado agredirla sexualmente, la apuñalaron y quemaron su casa.
Silvia Gutiérrez termina de engrosar la horrorosa estadística jujeña, su ex marido la estranguló el pasado 22 de marzo en el paraje de Queta, 40 km de Abra Pampa.
En menos de tres meses los casos de femicidios llegan a casi la mitad de la cifra del año 2016, donde se contabilizaron 12 asesinatos. Cifra que habría de ubicar a Jujuy en el triste récord de la provincia con la mayor tasa per cápita de femicidios en el país; 1,63 cada 100 mil habitantes, tres veces más que en la provincia de Buenos Aires. Desde el 2002 a la fecha ya son 61 las mujeres asesinadas en la provincia. También se conoce que las cifras de denuncia de casos de violencia de género han aumentado exponencialmente.
Para decir “ni una menos”, hay que tomar medidas urgentes… y en serio
Ante el escalofriante recrudecimiento de la violencia machista, el Gobierno jujeño nos responde anunciando que “por primera vez la Provincia incorporó operarias de maquinaria vial, que están logrando un rendimiento superior al de los hombres”. Anuncios que rozan el ridículo, no sólo porque insinúan que las mujeres no podríamos manejar igual que los hombres, sino porque ante los femicidios que sacuden la Provincia resultan un nuevo agravio a las víctimas, sus familias y amigos.
Gerardo Morales de manera perversa ha elegido desarrollar una “agenda de gobierno” con las problemáticas de las mujeres como cobertura “progresista” para el régimen policíaco que ha instalado en la Provincia. Por eso mientras crean Secretarías de Paridad de Género del gobierno provincial y municipios, atacan el derecho a huelga descontando los días de paro, con listas negras y sumarios, a la docencia, un gremio mayoritariamente femenino. Ya son nueve los Centros de Atención de Violencia de Género inaugurados en distintos puntos de la provincia, mientras utilizan el reaccionario Código Contravencional para criminalizar a las mujeres que en la marcha del 19O dejaron testimonio de su bronca pintando la Catedral.
Queda claro que esta realidad se agrava en la provincia y que las medidas del gobierno de Gerardo Morales como los nueve Centros de Atención de Violencia de género, la Secretaría de Paridad de Género, son anuncios rimbombantes para cáscaras vacías.
Los Centros de Atención no cuentan con presupuesto ni personal, las víctimas de violencia no cuentan con refugios ni ningún plan de contención real desde el Estado provincial. Donde sí destinan recursos es para engordar la casta judicial adicta a este Gobierno, creando nuevos juzgados y pretendiendo que las mujeres confiemos en los mismos fiscales y jueces inefables que atacan los derechos más elementales del pueblo trabajador.
Mientras, Gerardo Morales les pide a las mujeres que se alegren porque “por primera vez en la historia de la provincia tenemos a tres mujeres desempeñándose en cargos relevantes en la estructura orgánica de la Policía de la Provincia”, la misma policía cómplice y garante de las redes de trata, la misma que revictimiza a las mujeres que sufren violencia machista.
Pero Morales se encuentra a tono con el Presidente Mauricio Macri, que el pasado 11 de enero intentó recortar 67 millones de pesos del presupuesto del Consejo Nacional de las Mujeres destinados al Plan de Acción contra la violencia hacia las mujeres. Continuando con su plan de desfinanciamiento de los Programas de Salud Sexual Reproductiva, de Educación Sexual Integral entre otras medidas que demuestran cuánto le preocupa a este Gobierno dar respuesta a las demandas de las mujeres.
Por el contrario las mujeres de la Agrupación Pan y Rosas, una vez más exigimos que se apruebe la Ley de emergencia Nacional contra la violencia de género que presentaron en 2015 Myriam Bregman y Nicolás Del Caño en el Congreso Nacional.
Si tocan a una, nos organizamos miles
La respuesta de las mujeres no se hizo esperar. Multitudinarias movilizaciones ganaron las calles en San Salvador, San Pedro, Libertador, pero también en la Quebrada de Humahuaca, sumándose al grito de ¡ni una menos! y alertando que por fuerte que sea la opresión sufrida por miles en sus vidas cotidianas, ya no están dispuestas a soportarla.
Como alertaba un cartel en la multitudinaria marcha del 8 de marzo, Dia Internacional de la Mujer: “Somos la voz de las que ya no tienen voz”. La voz de miles, de cientas de miles, que empieza a poner en evidencia que los femicidios no tienen solo culpables individuales sino que son la más cruda realidad de la violencia de género que padecemos millones de mujeres en esta sociedad capitalista y patriarcal.
Por eso, la mejor respuesta ante los femicidios y la violencia machista, es nuestra propia organización independiente. Con la fuerza de las que se movilizan por Ni Una Menos en la provincia, y así como sufrimos la opresión todos los días en nuestras vidas, la tarea de pelear contra ella también debe rebalsar las calles, continuar los paros, y convertirse en organización en los lugares de trabajo y estudio. Fortalecidas en comisiones de mujeres donde se debatan nuestros problemas y cómo combatirlos; donde podamos extender la invitación a más mujeres que quizás aún no se suman a marchar pero que mastican la misma bronca; desde donde exigirles a las centrales sindicales y centros de estudiantes que se pongan a la cabeza de nuestros reclamos.
En esa perspectiva, Pan y Rosas puso en pie la Comisión de Mujeres de la Facultad de Humanidades de la UNJu, donde cada semana confluyen estudiantes a debatir y resolver medidas para avanzar en nuestras demandas. El desafío es mantener esta organización y llevar el ejemplo a nuevas facultades, terciarios y secundarios para hacer realidad el grito de que ¡si tocan a una, nos organizamos miles!. |